La aviación está rodeada de mitos y creencias populares que, no solo muchas veces, no tienen fundamento, sino que nos generan dudas a la hora de volar. Por fin, tendremos respuestas claras ante preguntas como ¿son las turbulencias peligrosas? ¿Puede un avión volar con un único motor?, y descubriremos si el modo avión no es necesario o el piloto automático “lo hace todo”. El piloto Manuel Ortega, Responsable de Seguridad Operacional de Vueling, aerolínea de referencia en El Prat y líder en el mercado doméstico español, desmontará a continuación algunos de los mitos más comunes sobre volar.

El avión puede volar y aterrizar solo sin la ayuda de los pilotos
No, el piloto automático no hace todo el trabajo. Tal y como señalan los expertos, la tecnología de los aparatos modernos puede ser extremadamente sofisticada, pero ningún avión vuela solo. El sistema de piloto automático controla diferentes aspectos del vuelo, como la altitud, el trayecto, la potencia y la navegación, pero responde a lo que el piloto le ha pedido que haga previamente. Es decir, su funcionamiento va ligado a los requerimientos humanos y a que los pilotos de carne y hueso estén pendientes.
“Los pilotos son los que están en contacto con el control aéreo, son los que reciben las instrucciones en cuanto a qué dirección, qué rumbos hay que tomar, qué altitud se debe mantener”, cuenta Ortega. Eso sí, los aviones modernos pueden incluso aterrizar solos, aunque lo hacen únicamente en condiciones de muy baja visibilidad y siempre bajo la estricta supervisión de los pilotos, que están preparados para tomar el control en cualquier momento si es necesario. Por tanto, en la gran mayoría de aterrizajes esta tecnología no se suele usar. “Tras el despegue, es habitual activar el piloto automático y antes de aterrizar se quita para poder hacer la aproximación final y el aterrizaje de forma manual”, añade.

Las turbulencias son peligrosas
La sensación de que algo pasa cuando el avión se mueve bruscamente puede ser común. En 2024, Vueling transportó a 38 millones de pasajeros y desde la compañía son conscientes de que algunas personas sobrellevan las turbulencias con nervios e, incluso, con miedo. Por ello insisten en que son un fenómeno normal, habitual y perfectamente contemplado en la aviación. “El 99% de turbulencias que tenemos en el día a día, es decir, cuando el avión se está moviendo un poco y el pasaje debe llevar el cinturón de seguridad para evitar daños personales, no son peligrosas para el propio avión. Éste está preparado estructuralmente para soportar unas turbulencias muy superiores a las que solemos sufrir”, asegura Ortega.
El mensaje que se debe transmitir es que, no solo las tripulaciones están entrenadas para gestionarlas, sino que, aunque este fenómeno puede ser incómodo y alimentar el temor de los pasajeros poco aficionados a volar, no representan un riesgo real para el vuelo. Los aviones cuentan con radares meteorológicos que estiman la intensidad de las turbulencias asociadas a fenómenos nubosos, y además los pilotos cuentan con mapas detallados de las zonas donde éstas son más propensas, incluso en aire claro. De hecho, si un piloto se encuentra con un área de turbulencias no pronosticada, está obligado a informar al momento para advertir desde el centro de control al resto de aviones de la zona.

Si falla un motor, el avión no puede volar
Esta es una de las creencias más comunes entre las personas que tienen miedo a volar. Sin embargo, los aviones están diseñados con sistemas redundantes, lo que significa que pueden seguir volando con total seguridad incluso si uno de los motores falla. “En situaciones críticas, como esta, el avión puede volar”, asegura Ortega. De hecho, los pilotos entrenan este tipo de situaciones de manera habitual en simuladores. “Cada seis meses hacemos ejercicios en los que nos fallan los motores en diferentes escenarios y tenemos que saber gestionarlos”, afirma.

La iluminación en el avión se atenúa para facilitar el descanso de los pasajeros
Durante el vuelo, siendo de noche, sí se suele reducir el nivel de luz para que los pasajeros descansen. Pero este no es el principal motivo de que la iluminación sea menor. Las luces del avión tienen que atenuarse en el despegue y aterrizaje y no para crear un ambiente relajado entre los pasajeros, favoreciendo el sueño, o para reducir la contaminación lumínica. Ante estas circunstancias, se bajan las luces, sobre todo, por una cuestión de seguridad.
“Se hace para que podamos adaptar mejor nuestra visión a las condiciones externas en caso de que tuviéramos que evacuar el avión”, explica el responsable de Vueling. El ojo humano ya estará adaptado ante condiciones de poca luz y, si el exterior no está iluminado, el contraste será menor. Además, las luces de emergencia y las señales de salida destacan más en una cabina que esté en penumbra. De esta forma, los pasajeros podrán detectarlas con mayor facilidad y rapidez.

No es necesario utilizar el modo avión
Muchas personas piensan que esta indicación es exagerada o incluso hasta una leyenda urbana, pero no es así. “Usar el modo avión no deja de ser una herramienta de seguridad adicional a todas las que ya existen desde que se empezó a volar con móviles a bordo”, señala Ortega. Aunque los sistemas modernos están muy bien protegidos, la normativa internacional exige que los dispositivos no emitan señales durante el vuelo porque pueden causar interferencias molestas en los sistemas de comunicación de la cabina y también en algunos equipos del propio avión, como los radioaltímetros.
“Las señales de radio que utiliza el avión desde tierra para aterrizar de forma automática son muy sensibles y nos tenemos que asegurar de que no existe ningún tipo de interferencia en ellas, ya que, aunque la probabilidad sea baja, puede suceder”, cuenta. También el especialista lanza un mensaje a los más escépticos. “La tecnología va evolucionando con el tiempo y ahora los propios aviones llevan wifi, pero la gente debe saber que solemos desactivarlo durante las aproximaciones o los despegues”, añade.

El agujero pequeño de la ventanilla es un detalle estético
Casi todos hemos visto el pequeño agujero que hay entre cada ventanilla interior y exterior de un avión. En los aviones todo tiene una razón de ser. Este agujero es una pequeña cámara de aire que regula la presión entre las dos ventanas de forma automática. “El agujerito es una forma de asegurar que la diferencia de presiones entre ambas capas es la menor posible. Así, si se rompe la capa externa, la interna puede aguantar sin que se produzca un choque de presiones”, cuenta Ortega. Además, dicho agujero equilibra el nivel de humedad y, por tanto, evita que la ventana se congele o se empañe.

Los tripulantes de cabina de pasajeros (TCP) tienen un lenguaje propio
La comunicación entre la tripulación de cabina y la cabina de vuelo es constante, aunque el resto de los pasajeros no seamos conscientes. “Existen diversas comunicaciones entre los pilotos y los TCP según las fases del vuelo. Hay cosas que todos los pasajeros escuchan como cuando el sobrecargo le pide al resto de la cabina que armen las rampas y hagan el cross check, es decir, que verifiquen que la rampa de evacuación esté correctamente armada o, cuando los pilotos, a veinte minutos de aterrizar, avisamos que queda este tiempo para que los TCP puedan realizar las tareas establecidas por protocolo”, explica el especialista de Vueling.
“Luego, hay otras comunicaciones que no se oyen por parte de los pasajeros, pero sí se realizan y se entrenan, y otras que nos sirven para manejar situaciones de emergencia, aunque, por fortuna, prácticamente nunca las tenemos que utilizar”, asegura Ortega. Además del alfabeto aeronáutico, disponen de muchas palabras clave y expresiones propias. “Como es obvio, utilizamos tecnicismos como en cualquier otra profesión”, concluye.