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El escándalo Mia Moglie provoca una reacción como la del fenómeno ‘me too’

Conmoción en Italia

La Fiscalía de Roma estudia unificar los casos en una sola investigación

Más de 30.000 inscritos compartían fotos de sus mujeres en el sitio web Mia Moglie

LV

Primero las esposas, luego las periodistas y las políticas. La olla se ha destapado y ahora Italia tiene que enfrentarse a todo lo que está saliendo. Tras años de inmovilismo, en los que todos sabían (y muchos miraban hacia otro lado), ha llegado el momento del escándalo por los sitios web sexistas, con la caza de los responsables que durante mucho tiempo actuaron impunemente. Los jueces piensan en unificar las investigaciones: las historias son distintas, pero la raíz es la misma. Y entre las feministas hay quien ve en ello una suerte de me too italiano.

Las denuncias contra el grupo de Facebook Mia Moglie (Mi esposa), donde miles de hombres se intercambiaban fotos de sus parejas, han desatado un gran escándalo y, sobre todo, han mostrado que no se trataba de un caso aislado. La socióloga Silvia Semenzin, investigadora italiana afincada en Barcelona, lleva años denunciando estas prácticas y no se sorprende: “El debate que se ha abierto es positivo, pero nos ha llevado a decir: si os escandaliza un grupo de 30.000 inscritos, sabed que existe otro, Phica.eu, que tiene 700.000 usuarios, todos registrados”, explica por teléfono a La Vanguardia . “Es un portal público que ha afectado a cientos de miles de chicas italianas. Algunas de nosotras lo denunciamos ya hace seis años, pero nunca se cerró”.

La web Phica, que ha vulnerado la intimidad de cientos de miles de mujeres, tiene 700.000 usuarios registrados

Phica.net, cuyo nombre deriva de una palabra vulgar italiana para coño , nació en 2005. Allí miles de hombres publicaban fotos de mujeres conocidas, desconocidas o famosas sin su consentimiento, comentándolas con tonos sexistas, humillantes y degradantes. “Cuando planteamos el caso, incluso en el Parlamento, nos dijeron que como las plataformas tenían sede en el extranjero, el Estado italiano no podía intervenir, ni sobre Phica ni sobre los grupos de Telegram”.

Ahora, sin embargo, la atención mediática tras el escándalo de Mia Moglie ha hecho reaccionar rápidamente a la policía postal y a la justicia. La protesta de varias mujeres que aparecían en la web —casi todas ellas figuras públicas, incluidas la primera ministra Giorgia Meloni y la líder de la oposición Elly Schlein— intensificó la búsqueda del gestor del sitio. Lo que parecía imposible en los últimos años se resolvió en pocos días, con la identificación de Vittorio Vitiello, de 45 años, originario de Pompeya y residente en Florencia.

“En apenas una semana se conocen los nombres de los administradores, las operaciones financieras, las víctimas e incluso algunos de los autores materiales. Es evidente que se podía actuar mucho antes, cuando los usuarios eran 100.000 y no siete veces más”, añade Semenzin. “Las páginas han sido bloqueadas, pero cuando una plataforma se cierra, los usuarios emigran a otra. Las dinámicas siempre son las mismas”.

Paralelamente, se ha abierto otra línea de investigación tras el descubrimiento de un portal, fácilmente localizable a través de los principales buscadores, que vendía imágenes robadas de cámaras internas de videovigilancia en todo el mundo. Hoteles, dormitorios, vestuarios, consultorios médicos y centros de estética aparecían con un verdadero catálogo de tarifas.

 También aquí fue necesario un escándalo veraniego para destapar el fenómeno: el conocido presentador Stefano De Martino vio cómo se publicaban en internet imágenes de sus encuentros íntimos con su pareja, Caroline Tronelli, captadas por la cámara del sistema de alarma de la casa de la mujer y luego revendidas en la red. Detrás había un negocio estructurado: pagando, se podía obtener acceso a dispositivos privados manipulados.

Se trata de hombres que han interiorizado una idea depredadora de la sexualidad

Los casos son ya tantos que la Fiscalía de Roma estudia unificarlos en una sola investigación. Las cifras son tan abultadas que el problema no se resuelve solo con policía y magistrados. “Hace falta una acción cultural a largo plazo: una verdadera depuración de las identidades masculinas y femeninas, un trabajo sobre la forma en que vivimos la sexualidad”, explica Nadia Somma Caiati, coordinadora de los centros contra la violencia de Emilia Romaña. “Hay que hacer prevención con las nuevas generaciones, apoyar a las víctimas y, sobre todo, evitar que las denuncias acaben archivadas de inmediato, como por desgracia ocurre a menudo”.

¿Quiénes son los clientes? “No se puede pensar en un grupo de pervertidos aislados. Se trata de hombres que han interiorizado una idea depredadora de la sexualidad, que creen que pueden disponer del cuerpo femenino como quieran”, añade Semenzin. “A menudo lo hacen en grupo, incitándose y reforzándose mutuamente”.

“Es un ritual masculino basado en una violación simbólica”, coincide Somma Caiati.

Hay material de sobra para un me too italiano.