En octubre de 2026, Armenia será sede de la COP 17, la mayor conferencia internacional dedicada a la conservación de la biodiversidad. Participarán miles de delegados, líderes mundiales y tendrá la atención de diversos medios internacionales. Sin dudas, se trata de una valiosa oportunidad para que el país se afirme como plataforma de diálogo global. Sin embargo, la situación no está exenta de ironía: ¿podrá Armenia estar a la altura de las expectativas cuando su propio historial medioambiental plantea serias preocupaciones? Según las estimaciones del proyecto The Revelator, solo el 13 % del territorio armenio –un país con una flora y fauna extraordinariamente ricas – está designado como área protegida, muy por debajo de los estándares internacionales. Al mismo tiempo, EU4Environment informa que los bosques armenios cubren únicamente el 11,1 % de su territorio, y que se están reduciendo rápidamente debido a la tala ilegal, la minería y la recolección de leña.
Nubes de 'smog' sobre Ereván
Uno de los desafíos más evidentes que afrontarán los participantes de la conferencia – y al que los habitantes de la capital armenia, lamentablemente, se han habituado – es la polución atmosférica. El principal vertedero del país, Nubarashen, arde regularmente, y esparce humo tóxico sobre la capital. Los proyectos del Banco Mundial y del BERD sobre gestión de residuos llevan años estancados, al igual que las iniciativas para reforzar la responsabilidad de los productores.
Mientras tanto, según IQAir, en 2024 los niveles de partículas PM2,5 en Ereván superaron en cinco veces las normas de la OMS. El diario Voice of Armenia señaló: «Tenemos el aire más sucio de la región... Para reducir los efectos nocivos del polvo de la construcción, se deben cumplir las normas sanitarias... Pero prácticamente se ignoran. Por no hablar del estado catastrófico de la vegetación urbana».
La contaminación del aire en Ereván es una de las más altas de la región, agravada por la quema de residuos y la falta de control urbano
De acuerdo con la ONG medioambiental armenia EcoLur, el plan de desarrollo de Ereván presenta graves deficiencias y carece de soluciones para reducir la contaminación. Al mismo tiempo, las encuestas muestran que la mayoría de los residentes de Ereván perciben un empeoramiento notable de la calidad del aire en los últimos años. Los expertos de la Universidad Médica de Ereván incluso advierten que la situación del aire de la capital se podría volver catastrófica.
A modo de comparación, en Egipto, que acogió a la COP 27, las autoridades modernizaron con éxito sus sistemas de control del aire. China, cuando se preparó para la COP 15 en Kunming, cerró y reubicó empresas contaminantes. En contraste, en lugar de resolver el problema, el alcalde de Ereván prefiere negarlo y desestimar las discusiones sobre la mala calidad del aire como «leyendas».
«Florece» el Seván
El lago Seván – el mayor cuerpo de agua del país, que proporciona reservas estratégicas de agua potable y sirve de fuente para el riego y la hidroenergía – también se encuentra en crisis según el medio rumano Newsweek.ro. Desde el 2018, el lago sufre cada año proliferaciones de algas, que provocan malos olores y reducen drásticamente la calidad del agua. Según los medios locales y las ONG, las principales causas son los vertidos de aguas residuales y la eliminación de residuos sin control. Existen 27 vertederos oficiales y decenas de vertederos no autorizados en los asentamientos alrededor del lago. En cuatro localidades ribereñas se han acumulado más de 1,3 millones de metros cúbicos de residuos.
Ya en el 2020, el ministro de Medio Ambiente reconoció la «explotación despiadada de las reservas de peces» que llevó a la desaparición de la trucha del Seván. Un informe del Banco Mundial del 2024 señalaba que la falta de una gestión integrada de residuos por parte de las autoridades armenias amenaza la sostenibilidad del lago Seván.
¿Oro por encima de la ecología?
El proyecto minero de Amulsar – el segundo mayor yacimiento de oro del país – se ha convertido en un símbolo de conflicto entre la economía y la ecología. Al estar operado por la empresa estadounidense Lydian Armenia, ha enfrentado una fuerte oposición de ecologistas y residentes locales, que hacen todo lo posible por impedir que esta explotación envenene las aguas subterráneas de la ciudad balneario de Jermuk y destruya de forma irreversible el lago Seván.
En el 2020, la confrontación entre ecologistas y la policía armenia derivó en enfrentamientos y en la detención de decenas de activistas. Y en el 2023, el Consejo de Europa pidió que se revisara la evaluación ambiental del proyecto, subrayando que «los planes actuales suponen amenazas para la biodiversidad y la salud pública». Pese a ello, el gobierno no ha abandonado sus planes de desarrollar la mina de oro, que podría ponerse en marcha a finales de este mismo año.
Recursos hídricos y energía
El valle de Ararat se enfrenta a una grave escasez de agua, en parte debido a su uso intensivo por la industria pesquera. Hace más de diez años, el Banco Mundial advirtió que «el uso excesivo de los recursos hídricos incrementa la vulnerabilidad climática del país y amenaza la seguridad alimentaria». Desde entonces, el problema se ha agravado por la proliferación de pequeñas centrales hidroeléctricas: muchos ríos armenios prácticamente se han secado debido a la construcción de minicentrales que, en su gran medida, no están controladas. Mientras tanto, el PNUMA subraya: «Los ecosistemas de montaña de Armenia se encuentran entre los más vulnerables de Eurasia».
Una cuestión de confianza
Así, dentro de un año, los principales expertos medioambientales del mundo corren el riesgo de encontrarse en un país donde la basura arda, el aire sea perjudicial para la salud, el mayor lago esté cubierto de verdín y una mina de oro destruya la biodiversidad. Esto plantea una pregunta inevitable: ¿puede Armenia realmente servir de plataforma para una conversación honesta sobre la ecología global?
Otros países anfitriones utilizaron la COP como una oportunidad para mostrar sus avances. Egipto se centró en la adaptación al cambio climático, Canadá en la restauración forestal y los Emiratos Árabes Unidos en los ecosistemas marinos. El simbolismo de la COP 17 en Ereván puede resultar ambiguo: una conferencia para salvar la naturaleza se celebrará precisamente en un país donde la propia naturaleza clama con urgencia por ser salvada.