Antonio Rivero Taravillo (1963-2025): una existencia poética
Obituario
Escritor, traductor y promotor cultural
Antonio Rivero Taravillo.
La cultura sevillana está de luto desde el viernes con el fallecimiento –a resultas de un cáncer de pulmón detectado hace dos años– de una de sus figuras más polivalentes e inquietas, capaz de tocar mil palos, de esas personas que siempre estaban ahí para sacarle brillo a las palabras (propias y ajenas) y empujar la lectura aunque la tarea fuera digna de Sísifo. Antonio Rivero Taravillo se marcha muy pronto (62 años,) pero con la particularidad de dejar atrás una Obra (con mayúsculas) en la que están en idéntico plano de importancia los libros que firmó como las iniciativas que encabezó para que circularan los ajenos.
Dirigió revistas, estuvo al frente de librerías, fue director literario y firmó un sinfín de artículos en cabeceras
Sobre los primeros, destaca la variedad de géneros: poemarios, novelas, ensayos, libros de viajes, libros de aforismos, memorias, recopilaciones de artículos y biografías (descollando las de Luis Cernuda, publicada por Tusquets en dos volúmenes: Luis Cernuda: años españoles (1902-1938) , ganadora del premio Comillas de Historia, Biografía y Memorias, y Luis Cernuda: años de exilio (1938-1963) , la de Juan Eduardo Cirlot – Cirlot. Ser y no ser de un poeta único –, y la aún inédita de Álvaro Cunqueiro – Álvaro Cunqueiro, sueño y leyenda –. Acerca de las segundas, cabría empezar por su dedicación a la traducción de altos vuelos –monstruos como Shakespeare, Yeats, Melville, Milton, Swift o Edna O’Brien pasaron por sus manos– y seguir con su empeño de mantener en pie la Feria del Libro de Sevilla o abrir al público la casa natal de Cernuda.
Quizá soñara en irlandés: su amor por el universo gaélico era tal que tradujo a sus poetas profusamente
No había frente cultural que pareciera resistírsele, pues tan pronto dirigió revistas – Mercurio . Panorama de Libros de la Fundación José Manuel Lara, El Libro Andaluz de la Asociación de Editores de Andalucía, Estación Poesía del Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla– que se puso al frente de librerías –incluyendo ser el director de la primera Casa del Libro que abrió en la capital andaluza–, fue director literario –del sello Paréntesis– que firmó incontables artículos en un número asombroso de cabeceras, suplementos y revistas – Diario de Sevilla , Correo de Andalucía , El Mundo , El País , Revista de Occidente , Letras Libres ...–, impartió talleres de poesía y traducción que asesoró y coordinó la programación de la Feria del Libro de Sevilla. La lista se alargaría hasta el horizonte.
Rivero Taravillo quizá soñara en irlandés, pues su admiración y amor por el universo gaélico eran tan hondos que tradujo profusamente a sus poetas –por ejemplo, firmó las antologías Antiguos poemas irlandeses y Canciones gaélicas – y llegó a rendirle homenaje en Diccionario sentimental de la cultura irlandesa (Fórcola), con lo que de creer en la transmigración de las almas, quizá la suya sobrevuele en estos momentos los rincones más literarios de la isla. Bien lejos, y a ras de tierra, Sevilla, donde escampó tanto agradecimiento, respeto y cariño, seguramente pronto se ponga a buscar calle que lleve su nombre. Quizá sería de justicia poética que estuviera lo más cercana posible a la antigua calle Conde de Tojar, en cuyo número 6 nació Cernuda, una figura especular –también poeta, traductor del inglés, fallecido en la sesentena...– a la que consagró buena parte de sus esfuerzos y que difundió como nadie. Sirva este poema de Antonio Rivero Taravillo, A veces, recogido en Luna sin rostro (Pre-Textos) y uno entre tantos posibles, para despedirlo: “A veces, / Encadenamos una reja a una bicicleta / para que no puedan robarnos / la casa. / No hay cuidado: / nunca nos robarán la vida, / siempre encadenada a / la muerte”.