El Papa decepciona a los tradicionalistas

Misa en latín

León XIV frena el uso político de la misa en latín por parte de los sectores conservadores de la Iglesia

ROME (Italy), 01/09/2025.- A handout picture provided by the Vatican Media shows Pope Leo XVI during Mass for the opening of the General Chapter of the Order of Saint Augustine, at the Basilica of Saint Augustine in Campo Marzio, Rome, Italy, 01 September 2025. (Papa, Italia, Roma) EFE/EPA/VATICAN MEDIA HANDOUT HANDOUT EDITORIAL USE ONLY/NO SALES

Misa del Papa el 1 de septiembre en la Basílica de San Agustín en Campo Marzio (Roma)

VATICAN MEDIA HANDOUT / EFE

La entrevista concedida por León XIV a la periodista estadounidense Elise Ann Allen tiene peso no solo para la política internacional y los derechos civiles, sino también para algunas cuestiones muy debatidas en la vida de la Iglesia. Con motivo de la salida en las librerías peruanas de la biografía del Papa americano, León XIV, ciudadano del mundo y misionero del siglo XXI (que llegará a España en octubre, publicada por Editorial Destino), muchos se han apresurado a leer su posición sobre asuntos en los que nunca se había pronunciado. En los últimos años estos temas han suscitado un debate muy intenso. León sabe perfectamente que es así y, de hecho, advierte desde el inicio que su objetivo en este momento es “no seguir polarizando ni promover nuevas divisiones en la Iglesia”.

Uno de los puntos más controvertidos es la misa en latín, conocida como vetus ordo o rito tridentino, celebrada según el misal anterior al Concilio Vaticano II. Es una práctica muy invocada por los tradicionalistas, que la han convertido en un arma contra el pontificado de Francisco. Si el Papa argentino había combatido abiertamente ese recurso, León se muestra más dialogante. Su decisión de permitir una celebración con el misal antiguo, que será oficiada en la basílica de San Pedro, el próximo 25 de octubre por el cardenal estadounidense Raymond Leo Burke, cercano a la derecha, fue interpretada precisamente en esa clave.

La apertura al misal preconciliar no fue la ruptura con Francisco que muchos esperaban

La disputa sobre el misal preconciliar tiene profundas implicaciones políticas dentro de la Iglesia. Pablo VI, tras el Concilio Vaticano II, impulsó la reforma litúrgica que introdujo las lenguas vernáculas en la misa.

En el 2007 Benedicto XVI, con el motu proprio Summorum Pontificum , liberalizó el rito antiguo para responder también a los abusos litúrgico, desde celebraciones descuidadas hasta excesos creativos.

León XIV pronto enfrió el entusiasmo de los grupos tradicionalistas, que estaban dispuestos a celebrar lo que llamaban la “persecución” sufrida en el pontificado anterior. En la entrevista con Allen, el Papa afirmó: “La misa en latín se puede celebrar incluso ahora: si es según el rito del Vaticano II, no hay ningún problema”. Sin embargo, advirtió que la cuestión litúrgica “se ha convertido en un instrumento político”. Prevost dijo que todavía no ha tenido la ocasión de hablar “con un grupo de personas que apoyan el rito tridentino”, pero que “pronto se presentará la oportunidad”.

No obstante, añadió: “es un tema que creo que, quizá junto con la sinodalidad, debemos abordar y discutir. Se ha convertido en un asunto tan polarizado que muchas veces las personas no están dispuestas a escucharse mutuamente”.

Palabras que decepcionaron a los tradicionalistas, que no satisfechos con la oferta de diálogo esperaban escuchar un distanciamiento neto de las posiciones de Francisco y, en cambio, se sintieron aludidos por la acusación de “confrontación interna” y de utilización ideológica del rito tridentino. “No se menciona la marginación y la violencia que el mundo tradicional ha sufrido bajo el Papa Francisco”, escribió un desilusionado Luigi Casalini, fundador del blog italiano Messa in Latino.

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Otro frente de choque ha sido la llamada “sinodalidad”, es decir, el proceso de apertura de la Iglesia a una mayor participación de laicos y periferias, en el que Francisco había insistido encontrando muchas resistencias dentro de la curia romana. Algunas personas, explicó León XIV, “se han sentido amenazadas por ello”: “a veces, los obispos o sacerdotes pueden pensar que la sinodalidad me quitará autoridad”, pero “la sinodalidad no es eso, y quizá su idea de lo que es su autoridad está un poco desenfocada, equivocada”. La sinodalidad “es una manera de describir cómo podemos unirnos y ser una comunidad y buscar la comunión como Iglesia, para que sea una Iglesia cuyo objetivo principal no sea una jerarquía institucional, sino más bien un sentido de ‘nosotros juntos’”, cada persona con su propia vocación.

Es una actitud que cree “que puede enseñar mucho al mundo de hoy”, y “no se trata de intentar transformar la Iglesia en una especie de gobierno democrático, porque, si miramos a muchos países del mundo, la democracia no es necesariamente una solución perfecta para todo. Se trata más bien de respetar, de comprender la vida de la Iglesia por lo que es y decir: ‘Tenemos que hacerlo juntos’”. Otro jarro de agua fría para los partidarios de una restauración.

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