“Mamá, nos tomamos a pecho que necesites que te abracemos y te cuidemos”. “Sara, amiga, me tomo a pecho cuando dicen que seáis fuertes cuando no está en vuestro mano”. “Me tomo a pecho la angustia, el estrés y la ansiedad que os acompañan. Perdonad cuando no sabemos qué deciros”. “Me tomo a pecho que, a pesar del miedo que pasabas, muchas veces eras tú la que nos animabas a todos”. “Me tomo a pecho tu dolor y tu derecho a sentirlo y a compartirlo. Te admiro por tu fortaleza y porque siempre eliges levantarte”...
Estos son algunos de la nueva campaña de la Asociación Española contra el Cáncer (AECC) “Nos lo tomamos”, protagonizada por pacientes y supervivientes de cáncer de mama y su entorno más cercano, una iniciativa que pone el foco en lo que realmente significa vivir con cáncer de mama más allá del diagnóstico y el tratamiento.
Unos adolescentes expresan su apoyo a su madre, diagnosticada de cáncer de mama (AECC)
En el 2024, más de 35.000 personas (el 1% son hombres) fueron diagnosticadas de cáncer de mama. El 24% de los diagnósticos se produce en mujeres menores de 50 años y, “aunque gracias a la investigación la supervivencia media es de un 85%, es necesario hacer un llamamiento a toda la sociedad, desde la atención sanitaria hasta las instituciones públicas, para poder dar respuesta a las pacientes y supervivientes que conviven con las secuelas de la enfermedad”, explican desde la AECC.
Las necesidades de las personas con cáncer de mama han ido evolucionando acorde a la evolución de la propia sociedad. Necesidades vinculadas al ámbito laboral, sexual o vivencial en su entorno han aparecido o han dejado de ser privadas.
Según datos del Estudio del Observatorio del Cáncer de la Asociacion, en la fase de supervivencia, en datos, casi el 65% tienen miedo con frecuencia a que el cáncer reaparezca, el 57% dice estar preocupadas por su aspecto físico debido al cáncer y sus tratamientos y el 36% dice tener mala calidad de vida.
En cuanto a su salud sexual, el 46% de las supervivientes declara sentirse molesta por ser incapaces de mantener relaciones sexuales con la frecuencia deseada y el 55% continúa evitando la actividad sexual debido al impacto emocional, también por los efectos secundarios de los tratamientos, como la sequedad vaginal, el dolor durante las relaciones o los cambios hormonales.
Además, 1 de cada 4 mujeres tiene o tuvo problemas económicos durante el proceso de la enfermedad, un aspecto que se agrava en las mujeres más jóvenes. En general, se sienten presionadas por los mensajes de autoexigencia de la sociedad.