Saber acompañar

La consulta del médico

Saber acompañar
Jaume Padrós

Quiero referirme hoy a qué significa acompañar a un enfermo. ¿Cuál es el acompañamiento ideal? Desde la mirada médica, la variabilidad de acompañamientos que observamos es inalcanzable. Fundamentales para el paciente, acostumbran a proporcionarnos de manera directa e indirecta mucha ayuda e información, a menudo inestimables. Pero, en la gradación de esta variabilidad, también hay a veces efectos contraproducentes y nefastos.

El buen acompañamiento requiere cualidades adecuadas que lo sustenten: la empatía, el respeto mutuo, la confianza, una escucha activa, un apoyo sólido, muchas dosis de sentido del humor. También es primordial la administración equilibrada de los silencios y su interpretación cómplice. Un buen acompañamiento tiene que ser útil, y tiene que destilar autenticidad, estima y, a ser posible, proporcionar paz y tranquilidad al otro. Para aproximarse a este ideal hace falta trabajarlo. Como no todo el mundo tiene las mismas capacidades, es imperativo que cada uno haga sus deberes para ser mejor acompañante cuando corresponda.

El pensador católico Jacques Phillippe apunta una idea principal: tenemos una manera de implicarnos en los sufrimientos de los demás que no siempre es justa. El enfermo necesita tener cerca personas serenas, confiadas y alegres; le ayudarán mucho más estas personas que aquellas con preocupaciones y ansiedades. A menudo el enfermo lleva mejor las dificultades que su entorno, que lo vive todo con agitación e inquietud. No toleramos el sufrimiento de los otros porque tenemos miedo de nuestro propio sufrimiento. Acompañar a alguien que sufre, solidarizarse con él, no quiere decir llevar su carga, sino estar a su lado.

También hay que referir la importancia de un buen acompañamiento médico. Un paciente bien acompañado, es sinónimo de buena comunicación y atención, el colofón de una relación asistencial óptima, donde la vivencia del paciente y su entorno son también fundamentales. Es todavía más imprescindible ante la complejidad, la pluripatología, un diagnóstico adverso o un pronóstico incierto o malo. Un buen acompañamiento médico, contribuye a asegurar la longitudinalidad asistencial y, como dice la evidencia científica, a una mejora de la esperanza de vida y de su calidad.

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