Mario Vilau, nacido hace 18 años en l'Hospitalet de Llobregat, alumno de ese milagro que es la Escola Taurina de Catalunya, dirigida por el matador de toros catalán Enrique Guillén, sin subvención alguna y con todas las dificultades, se ha proclamado triunfador del Circuito Nacional de Novilladas en el festejo final celebrado la tarde de este domingo en Sanlúcar de Barrameda, en competencia con otros cuatro jóvenes novilleros de distintas comunidades autónomas y escuelas taurinas.
Con poco más de una docena de novilladas con picadores toreadas desde su debut la temporada anterior, Vilau ha triunfado en ésta en la mayoría en las que se ha acartelado, incluidas las distintas eliminatorias del mencionado circuito y la de hoy ha sido la culminación anhelada.
Vilau ha completado una actuación redonda de principio a fin, desde la larga cambiada a portagayola y las templadas verónicas de rodillas al estoconazo final al segundo intento a un bravo y noble novillo de Fuente Ymbro para el que se pidió el indulto, quedando el premio en una vuelta al ruedo.
La faena de Mario Vilau resultó compacta, redonda, templada, con series por los dos pitones rematadas con largos pases de pecho a la hombrera contraria que pusieron al público en pie. Por eso, cuando dobló el novillo la plaza fue un mar de pañuelos blancos.
El resto de actuantes también dejó momentos de buen toreo, pero lo de Mario Vilau fue de orden superior. Y por eso nadie discutió que el jurado fallase como ganador al novillero catalán, que recogió el premio de manos del ganadero y presidente de la Fundación Toro de Lidia, Victorino Martín.
Y más de uno pensó y celebró que pese a todo y tantos que, si la suerte le acompaña, Catalunya tiene un torero: Mario Vilau. Como lo tuvo hace doscientos años con Pere Aixelà Peroy, el primer torero catalán; otro Mario, Cabré, que toreaba poesía; Joaquín Bernadó, de Santa Coloma de Gramanet, o el aún en activo Serafín Marín, de Montcada i Reixac.

