El extraño papel del envenenamiento por plomo en la historia humana

Evolución

Un nuevo estudio analiza la exposición antigua a ese metal

La reina Isabel I de Inglaterra, con su característico maquillaje entre cuyos componentes se encontraba el plomo

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Dominio público

Los romanos construían tuberías con plomo. Las mujeres del siglo XVI se cubrían el rostro con polvos que lo contenían. Y, hasta que empezó a eliminarse poco a poco en la década de 1970, se añadía a la gasolina para que los coches funcionaran mejor. El envenenamiento por plomo (también llamado saturnismo) suele considerarse una enfermedad de las civilizaciones relativamente modernas. Sin embargo, en un artículo recién publicado en Science Advances, el genetista de la Universidad de California en San Diego Alysson Muotri y sus colegas demuestran que también era común entre los antepasados preindustriales de la humanidad. En realidad, puede que ese metal tóxico haya contribuido a que homo sapiens se convirtiera en la única especie de homínido superviviente del planeta.

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Muotri y su equipo hicieron ese descubrimiento analizando dientes antiguos. Los dientes se conservan bien como fósiles y pueden revelar mucho acerca de la vida de sus propietarios. A medida que crecen, atrapan pequeñas trazas de las sustancias químicas que circulan por el cuerpo. Por ejemplo, si una persona bebe de forma regular agua contaminada con un elemento específico durante la infancia, los dientes conservan restos de ese elemento.

La contaminación por plomo podría haber afectado también a las especies previas al homo sapiens

Los investigadores estudiaron 51 dientes de homo sapiens y especies emparentadas con una antigüedad de hasta dos millones de años. Vaporizaron con láser pequeñas partes de los dientes con objeto de identificar el contenido. Para su sorpresa, encontraron plomo en 37 de las muestras. El plomo estaba presente en todos los tipos de homínidos de la muestra, incluidos Australopithecus, un antiguo antepasado que se cree que se extinguió hace unos 1,9 millones de años, y Homo erectus, que sobrevivió hasta hace unos 100.000 años.

Todavía no se sabe con certeza cómo llegó el plomo a los dientes. El metal puede liberarse en las erupciones volcánicas y en los incendios forestales, pero la teoría preferida de Muotri es que el agua fue la responsable. Los primeros humanos utilizaban cuevas como refugio. Una cueva con un arroyo en su interior era especialmente deseable. Ahora bien, el agua de las cuevas contiene muchas veces plomo disuelto procedente de los minerales de las rocas circundantes. Y, por otros estudios, los investigadores sabían que al menos algunas de las cuevas paleolíticas utilizadas por las diversas especies de Homo estaban saturadas de ese elemento.

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Muchos dientes examinados contenían niveles de plomo elevados; en algunos, se llegaba a alcanzar las 50 partes por millón. Los estudios modernos ponen de manifiesto que los niños con apenas unas pocas partes por millón pueden sufrir deterioro cognitivo. Eso despertó la curiosidad del Muotri acerca de cómo los antiguos seres humanos hacían frente a tales exposiciones. Para averiguarlo, cultivó organoides cerebrales, unos agregados celulares de tejido similar al del cerebro.

Algunos organoides se crearon a partir de células cuyos genomas contenían una versión de un gen llamado antígeno ventral neurooncológico 1 (NOVA1) que se encuentra en todos los seres humanos modernos. Otros tenían una versión antigua de ese mismo gen que se ha encontrado en los genomas neandertales (y que se supone que también está presente en especies anteriores como Australopithecus). La versión moderna de NOVA1 es vital para el desarrollo del cerebro humano. Los trabajos anteriores dirigidos por Muotri habían demostrado que es tanta la diferencia en la arquitectura del cerebro cuando la versión antigua del gen está presente que la forma moderna de NOVA1 es una de las señales genéticas más claras que distinguen a los seres humanos modernos de sus primos neandertales. Además, NOVA1 también interviene en la respuesta del cerebro a la contaminación por plomo.

El plomo también habría impulsado la evolución del homo sapiens pese a su toxicidad 

Los investigadores expusieron los organoides a diferentes cantidades de plomo y estudiaron su respuesta. Ninguno reaccionó bien. Sin embargo, se observó una diferencia notable. En los organoides que portaban la versión antigua de NOVA1, el envenenamiento por plomo alteró la expresión de otro gen conocido como FOXP2. En los seres humanos modernos, el correcto funcionamiento del gen FOXP2 resulta vital para el aprendizaje del lenguaje. Los organoides con la versión moderna de NOVA1 no sufrieron ese problema.

Por lo tanto, Muotri considera que la evolución de la nueva versión del gen NOVA1 contribuyó a evitar que la exposición al plomo interfiriera en la capacidad de hablar. Si está en lo cierto, es posible que una mayor tolerancia al envenenamiento por plomo haya sido una de las razones por las que los seres humanos modernos superaran a sus primos y lograran hacer cosas extraordinarias... Como fabricar tuberías de plomo, gasolina y cosméticos con los que volver a envenenarse de nuevo.

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Traducción: Juan Gabriel López Guix

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