Cómo evitar que tu hijo adolescente gaste sin que lo sepas

Consumo juvenil

​Uno de cada tres menores entre los 14 y los 17 años afirma tener más peso que sus padres en el gasto asociado a tecnología, ropa y ocio

Casi un 40% de los jóvenes invierte en gimnasio, maquillaje o suplementos alimentarios varias veces al mes

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La moda es el sector que, con más frecuencia, destinan el dinero los adolescentes.

Mané Espinosa / Propias

Los adolescentes españoles ya no se limitan a acompañar a sus progenitores mientras estos añaden productos al carro de la compra. Un 30% de los encuestados, entre los 14 y los 17 años, afirma haber realizado alguna compra sin supervisión adulta. Para evitar que los menores compren al margen de sus progenitores, la investigadora Beatriz Feijoo ha liderado un estudio –financiado con la Beca Leonardo de la Fundación BBVA– que aporta datos concretos y ofrece varias recomendaciones para un consumo responsable.

La supervisión económica implica acompañar el control con explicaciones claras sobre presupuesto, prioridades y límites. Para ello, es primordial hablar sin tabúes de sectores sensibles como maquillaje, suplementos o tratamientos estéticos y, a su vez, reconocer el criterio de los menores a la hora de comparar precios y marcas. 

Con la finalidad de averiguar qué compran, cuánto gastan, con qué frecuencia, quién supervisa y qué riesgos detectan, Beatriz Feijoo, docente en la Universidad Villanueva, analiza en su estudio sectores que van más allá del sector alimentario y se centra en moda, tecnología, ocio y cuidado del cuerpo.

La moda es el sector donde gastan más dinero

La investigación, que cuenta con una muestra de 2.176 casos entre adolescentes y sus respectivos progenitores, revela cómo los menores ganan autonomía y amplían su influencia en las decisiones de compra familiares. De hecho, en productos personales como tecnología, moda o artículos de ocio, uno de cada tres asegura decidir por sí mismo o tener más peso que sus padres, unos datos que reemplazan el modelo tradicional en el que las decisiones las tomaban exclusivamente los progenitores hacia otro basado en la codecisión familiar.

En aspectos de ámbito familiar, como vacaciones o equipamiento tecnológico del hogar, las percepciones se matizan: el 50% de los menores y el 59% de los padres coinciden en que predominan las decisiones conjuntas. En cambio, cuando las compras se refieren a productos de uso personal del menor –como tecnología, ropa o artículos de ocio–, los adolescentes asumen un papel mucho más activo. 

Los menores inspiran las rutinas y el estilo de vida de los adultos

La moda es el sector que, con más frecuencia, destinan el dinero los adolescentes: un 20% afirma comprar ropa, zapatillas o complementos varias veces al mes. En ocio, un 20,3% declara a menudo comprar videojuegos, libros o suscripciones de streaming. En cuanto a la tecnología, la mitad de los adolescentes asegura que compra por su cuenta auriculares, móviles o videoconsolas algunas veces al año. En estos tres sectores, la percepción de los padres coincide con la de los hijos.

Aunque dos de cada diez adultos reconocen decidir sus compras en consenso con sus hijos, “la cifra crece desde la mirada juvenil: un 20% dice participar en decisiones de cuidado personal de sus padres y uno de cada diez asegura tener más peso que ellos”, explica la investigadora Beatriz Feijoo, quien destaca que los menores ya inspiran también las rutinas y el estilo de vida de los adultos.

Sin embargo, las mayores diferencias entre generaciones se concentran en el ámbito del cuidado del cuerpo. Casi un 40% de los menores reconoce invertir en peluquería, manicura, gimnasio, maquillaje o suplementos alimentarios arias veces al mes. Los padres, sin embargo, visualizan un panorama diverso. 

Aunque un 41% es consciente de que su hijo compra este tipo de productos, solo el 16% cree que pagan cuotas de gimnasio, y apenas un 4% sospecha que compren suplementos nutricionales o valoren tratamientos estéticos. “Parte del consumo ligado a la imagen y al rendimiento físico se produce fuera del radar familiar, convirtiéndose en el gran punto ciego entre generaciones”, destaca Feijoo.

Con el paso del tiempo, el menor ha dejado de ser un simple espectador del consumo doméstico para convertirse en un negociador activo, capaz de detectar tendencias, comparar precios y asesorar a sus padres. La investigadora Beatriz Feijoo denomina a este nuevo perfil el chief youth officer (director de juventud) del hogar, una especie de mediador entre generaciones.

¿Cuánto y de dónde proviene el dinero que maneja el adolescente? En la mayoría de los hogares, el dinero forma parte del día a día de los menores. Un 58% lo obtiene a través de una paga o de familiares directos, y un 60% dispone entre 11 y 60 euros al mes, y poco más de un 5% supera los 100. “La mayoría lo recibe como paga semanal y lo destina tanto a ahorrar como a pequeños caprichos”, asegura Feijoo. 

Además, casi la mitad de los adolescentes dispone de una cuenta de ahorro, que no pueden usar, y un 18% maneja una cuenta de manera libre. Paralelamente, un 33% de los menores dispone de tarjeta bancaria, un 24,8% de los cuales puede usarla para comprar lo que desee.

En esta línea, la educación financiera sigue siendo una asignatura pendiente, ya que un abrumador 85% no ha recibido formación para gestionar su dinero, a pesar de que la mayoría lo considera “vital”, según este estudio. “Los jóvenes aprenden a gastar, pero no necesariamente a entender el valor del dinero”.

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