El año de Pau, el ‘bebé de la dana’

Un año de la dana 

María Ángeles y Judith, vecinas de Gestalgar, se convirtieron en madres durante las peores horas de la riada

Un año de la Dana en Valencia
Recorrido por diferentes localizaciones 
GESTALMAR
Entrevista a Judith y su pareja
Que tuvieron a su hijo Pau el mismo dia de la dana

María Ángeles y Judith posan, con Pau en brazos, para Xavi Jurio en el puente del Turia de Gestalgar donde el mismo fotógrafo tomó la instantánea el 6 de octubre del 2024. 

Xavi Jurio

Cuando a Judith Sahuquillo se le pregunta sobre los recuerdos que se le vienen a la cabeza al escuchar la palabra dana, comienza a relatar con todo tipo de detalles cómo la tromba de agua comenzó a caer en Gestalgar, al noroeste de Valencia, desde primera hora de la mañana del fatídico 29 de octubre. Más o menos al mismo tiempo en que su pareja, María Ángeles Suay rompía aguas.

Utiliza adjetivos como “catastrófico” o “desolador” para referirse a las consecuencias de un Turia desbordado, que colapsó los accesos al pueblo, devoró los huertos de sus vecinos y destrozó varias infraestructuras municipales. Pero en mitad de la retahíla de desgracias, la joven de 32 años hace una pausa –y con un tono más lento, con el que hasta parece que está pidiendo disculpas anticipadas por lo que va a decir– para asegurar que esa jornada en la que la Comunidad Valenciana se tiñó de barro, también fue “el mejor día” de su vida. Su chica dio a luz a su hijo Pau, bautizado entre el medio millar de vecinos de esta localidad como el bebé de la dana .

BEBE NACIDO LA NOCHE DE LA POTENTE DANA DE VALENCIA, CON SU MADRE

María Ángeles y Judith, con el pequeño Pau apenas una semana después de que naciera

Xavi Jurio

Las jóvenes dicen que el fatídico día para su provincia también fue el “mejor día de sus vidas”

Las hemerotecas están repletas de fotografías –muchas de ellas para la historia– de la destrucción que dejó la inundación hace un año. Huellas visuales que sirvieron para plasmar, al menos, una parte de la magnitud de lo ocurrido. Pero también queda constancia de algunas, las que menos, que reflejaron pequeños rayos de luz en mitad de tanto desastre. Como la publicada en las páginas de Guyana Guardian el 7 de noviembre de 2024, en la que las madres de Pau aparecen con su bebé, con menos de diez días de vida, delante de uno de los puentes que ha tenido que ser, prácticamente, reconstruido, por los graves daños de la riada. Un año más tarde, las jóvenes repiten la fotografía antes de atender, de nuevo, a este periódico para contar que, aunque quedan señales de la tragedia, el pueblo ha recuperado su normalidad. Ahora, sus sonrisas no tienen que pedir permiso para mirar a la cámara.

Gestalgar estuvo incomunicado las 48 horas posteriores a la gota fría. Ese tiempo lo pasaron María Angeles, Judith y Pau en un hospital público valenciano, desde el que no pudieron comunicar a sus familiares que el niño había nacido sano, sin ninguna complicación durante el parto. Y eso que el camino hacia el hospital parecía el rumbo al Apocalipsis. 

Ambas recuerdan que no eran fueron conscientes de todo que estaba sucediendo fuera hasta que, una vez en la habitación, comenzaron a ver cómo circulaban escalofriantes vídeos por grupos de WhatsApp. Se enteraron allí de que en su pueblo no había ni agua ni luz. “¿Qué hacemos con un bebé recién nacido?”, es la pregunta que se hacían una y otra vez, con la incertidumbre añadida de cómo estarían sus familiares que quedaron incomunicados. Por suerte, dicen, no tuvieron que lamentar grandes daños materiales en su vivienda.

No pudieron anunciar a sus familiares que Pau había nacido tras quedarse el pueblo 48 horas incomunicado

El año ha pasado lento, aunque el cambio de Pau diga lo contrario. Cada día de verano, sobre todo sábados y domingos, Gestalgar se solía llenar de vecinos de la Serranía que acudían a las consideradas como mejores piscinas naturales de la provincia, un paisaje fluvial idílico que dejaba el Turia al paso de la localidad. La dana se llevó por delante el turismo, pero también ha arrebatado a sus vecinos el lugar donde estrechaban vínculos; la plaza de otros pueblos.

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En esas piscinas pasó María Ángeles sus “mejores” recuerdos de infancia. Por el momento, tal y como lamentan, Pau no se ha podido dar su primer baño. La dana arrasó la playa fluvial, que aún no ha recuperado su aspecto original. Tampoco los huertos con patatas, cebollas o pimientos con los que los vecinos cuentan en las proximidades del casco urbano como sustento de la despensa familiar. Muchos campos de naranjas, que en un principio parecían devastados, sin embargo sí lograron remontar la cosecha, según relata Judith, que trabaja en una cooperativa.

El municipio de la Serranía se recupera, pero la gota fría se llevó por delante el turismo a sus piscinas naturales

Hace una semana visitó el municipio el conseller de Medio Ambiente, Infraestructuras y Territorio, Vicente Martínez Mus, quien anunció el fin de la reconstrucción de las infraestructuras dañadas por la riada –con una inversión de 1,8 millones de euros–. En sus calles, hasta hace una semana, la dana ya no acaparaba conversaciones, como lo vino haciendo en los primeros meses.

El pueblo, que en 2012 sufrió un incendio que arrasó casi la mitad del término municipal, se esfuerza en dejar atrás el pasado final de noviembre. Ahora saben que toca recordar. A los vecinos les toca felicitar a Pau. A sus madres les dicen que “jamás” se les olvidará el día de su cumpleaños. Hoy soplará su primera vela. Dicen que hoy les toca celebrar.

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