El trabajo después de la Formación Profesional

El futuro laboral

Cinco jóvenes expresan su satisfacción con el trabajo conseguido después de formarse como técnicos

Joaquim Pascual, carpintero

Joaquim Pascual en su taller de carpintería de Gràcia donde da servicio a los vecinos del barrio, a los industriales y a las peticiones especiales. También crea sus propios objetos. 

Ana Jiménez

Los itinerarios de los jóvenes son ahora impredecibles. Van y vienen entre formaciones distintas (de ciclos a la universidad y a la inversa), siguen trayectorias discontinuas en las que enlazan periodos de trabajo y de estudio. Valoran cada vez más las formaciones prácticas, cortas, especializadas y con una alta empleabilidad. Esta es la razón por la que la FP crece cada año.

Casi 76.000 estudiantes de ciclos de formación profesional han iniciado este curso 2025-2026 sus estudios, según los últimos datos del Departament de Educació. Son 17.100 más que el curso anterior. Algunos, por cierto, se han apuntado en el último momento (más de 5.000), entre el 12 de septiembre y el 6 de octubre.

Acabarán en dos años. Y, entonces, ¿qué? Aquí explicamos la experiencia de cinco jóvenes que trabajan desde hace pocos años.

Joaquim Pascual, carpintero


Joaquim Pascual en su taller de carpintería

Joaquim Pascual en su taller de carpintería

Ana Jiménez

A Joaquim Pascual (Barcelona, 1991) le gustaba crear objetos, con dedicación y esmero desde pequeño. Su abuela lo decía “Este niño es un artesano”. Abrir una carpintería en el barrio de Gràcia de Barcelona donde puede ejercer de artesano supuso recorrer un camino lleno de curvas.

La sentencia de su abuela tardó en llegar porque necesitó dejarse arrastrar por la corriente y probar con la universidad (publicidad y comunicación). Un día pasó por delante de la Escola del Treball y entró. Salió convencido: cursaría un grado medio de instalación de muebles (2013). Y ya no dejó el camino. Continuó con otro de mobiliario, con un erasmus en Höschstenbach, (Alemania) donde aprendió a fabricar puertas de madera maciza. Allí le ofrecían, si aprendía alemán, dos formaciones con trabajo con un sueldo impensable en parámetros españoles.

“El taller tiene vocación de servicio al barrio, pero también atiende demandas especiales”

Mediterráneo él, optó por quedarse, con ayuda de sus padres, con un taller en traspaso. “Atendemos cualquier necesidad de los vecinos por pequeña que sea”. O especial. Recibe peticiones de artículos a medio hacer como la de piezas de ajedrez que el cliente quiere pulir y pintar. Palas de kayak (“una combinación de la groenlandesa, la europea y la aleutiana”) y tablas de snow a medida. “No paramos”.

Trabaja con Adrian Cernadas, un arquitecto que añoraba el tacto de la madera. Adrian funde ahora su dos profesiones en una: “voy a construir una casa de madera de eucaliptus a mis padres en Galicia, para cuando se jubilen”.

Lizeth Martínez, mecánica

Lizeth Martínez en el taller de trabajo

Lizeth Martínez en el taller de trabajo

Mané Espinosa

Lizeth Martínez (Honduras, 1994) aprecia de su trabajo de mecánica los retos que supone cada motor que le llega a las manos: una avería eléctrica, una fuga de aceite, un rodamiento en mal estado. “Se me pasa la jornada volando”. Se siente bien entre sus compañeros del taller. Con su sueldo, estudia inglés y se está sacando el carnet de conducir. Vive en una habitación, pero ahora que trabaja a tiempo completo busca un piso para ella sola. “Me da para enviar también a mi familia”

Lizeth dejó su país natal en 2019 buscando una vida mejor. Trabajó en la limpieza y recaló en una casa de gente buena, la de Pilar y Armand, que le pagaron sus estudios (la ESO en una escuela de adultos, el grado medio de mantenimiento de electromecánica y el superior de mecatrónica en la Escuela Industrial de Sabadell). “Son mis padres catalanes”.

“Se me pasa la jornada volando porque cada motor me supone un reto diferente”

En la empresa de prácticas, el grupo suizo Interroll, líder en soluciones de manipulación de materiales, le ofrecieron un contrato. “Pero yo no tenía papeles”. Le reservaron un puesto durante cuatro meses y le ofrecieron un contrato indefinido para agilizar el permiso de residencia.

Lucía Zamora, profesora de soldadura

Lucía Zamora en el aula de soldadura con sus alumnos

Lucía Zamora en el aula de soldadura con sus alumnos

Llibert Teixidó

Lucía Zamora (Barcelona, 2002) terminó el grado medio de soldadura y el superior de construcciones metálicas, formaciones en las que la presencia femenina no alcanza el 10%. Buena alumna, se caracterizaba por ayudar a sus compañeros a superar sus dificultades. El orientador profesional le abrió la posibilidad de enseñar. “Yo no lo había pensado, pero es verdad que se me da bien”.

“Me gusta acompañar a estudiantes que estaban perdidos como yo hace 4 años”

En el mismo instituto, la Escola del Treball, le ofrecieron un puesto: profesora del taller de soldadura. Pequeña y pizpireta da clases con dotes de autoridad a un grupo de chicos, mayores que ella en edad y tamaño. 

La profesora enseñando a sus alumnos

La profesora enseñando a sus alumnos

Llibert Teixidó

“Los veo tan perdidos como yo lo estaba cuando empecé el ciclo. Y así se lo digo. Esto me gusta, acompañarlos en sus aprendizajes, darles esperanza”.

Laura Franco, técnica patóloga

Laura Franco en el laboratorio de patología del hospital del Mar

Laura Franco en el laboratorio de patología del hospital del Mar

Mané Espinosa

A Laura Franco (Barcelona, 2003) ya le ofrecieron trabajo en el Hospital del Mar durante su periodo de prácticas.

Excelente alumna en el instituto Valldaura de Nou Barris, Laura entró en la carrera de biotecnología de la UAB, por optar por alguna formación distinta a la que quería (criminalística, en Madrid). “Yo quería trabajar de forense como los del CSI”. En febrero desistió del grado y, por primera vez, empezó a mirar el catálogo de FP. 

“Dejé biotecnología en la UAB por un grado en anatomía patológica”

Cursó el ciclo de anatomía patológica y citodiagnóstico en modo dual en uno de los mejores centros de Barcelona, el instituto Hospital del Mar. “Ya no dudo, he encontrado lo que quiero”.

 “Me gusta mirar las células por el microscopio, son siempre distintas por sus formas y colores”. El ambiente del servicio de anatomía del Hospital del Mar es tranquilo y confiable. Es consciente de que ganaría más en otro país, donde estos técnicos están más reconocidos y mejor pagados. “Menos mal que, de momento, vivo con mis padres”.

Julia Sudan Catalán, técnica en la Antártida

Julia Sudan en la Antártida

Julia Sudan en la Antártida

Cedida

Júlia Sudan Catalán (Barcelona, 2003) ya ha pasado su primer verano antártico en isla Livingston, a tres días de travesía del puerto de Ushuaia, la ciudad argentina más austral del mundo. Ella forma parte del equipo de mecánicos de la Unidad de Tecnología Marina de la Agencia Estatal de Investigación Consejo Superior de Investigaciones Científicas (UTM-CSIC) destinado en la base española Juan Carlos I de la Antártida. “En cuanto me lo propusieron dije un sí inmediato”. 

Estudió el grado superior de telecomunicaciones y trabajó como técnica de baja y media tensión con los planos eléctricos de las calles de Barcelona. Le daba para vivir razonablemente bien.

“Trabajo en la base española de la Antártida como técnico de telecomunicación”

En 2023 llegó el giro de guion, la propuesta de la UTM. “No era solo cuestión de notas o de demostrar un trabajo de precisión. Tu perfil tenía que ser el adecuado”. Cree que ayudó en la selección su sonrisa permanente, su capacidad de esfuerzo y su tendencia a colaborar con los demás.

“Cuando me seleccionaron, mis compañeros desplegaron una pancarta con un ‘Bienvenida a casa’ y eso es lo que es, la UTM es como una familia bien avenida”. En la base de la Antártida estará de diciembre a marzo, trabajando para garantizar el suministro de energía a la base científica, y asegurar que la energía renovable durante el resto del año con un tiempo extremo. 

Estudia 3º curso de ingeniería de telecomunicaciones por la UOC.

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