El negacionismo se extiende a la donación de órganos
Sanidad
La negativa de los familiares aumenta en los últimos años
El nicho de donaciones ya no está en las muertes encefálicas sino en la donación en asistolia
El negacionismo, entendido como el rechazo de hechos respaldados por evidencia científica o la generación de desconfianza sobre estos hechos, alcanza al mundo sanitario. Un claro ejemplo es lo que ocurre con las vacunas. Pero puede extenderse a la joya de la corona de la sanidad pública, la donación y trasplante de órganos. En los últimos años, la negativa de las familias a donar alguna parte de un paciente fallecido para salvar vidas está aumentando. No alcanza el 20%, pero hace apenas una década estaba cinco puntos por debajo.
Ante esta realidad, la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), liderada por Beatriz Domínguez-Gil, ha anunciado una encuesta a la población española para recoger su opinión sobre esta materia, en la que España es líder absoluto desde hace décadas (en los 10 primeros meses del año, España ha realizado 5.169 trasplantes gracias a la generosidad de 2.406 donantes, unas cifras que “se van acercando” a las del 2024, en que España fulminó todos los récords). La última encuesta se realizó en el 2006.
España se acerca a un nuevo récord anual de trasplantes con 5.169 realizados desde enero a octubre
“No estamos preocupados, pero creemos que es el momento de tomar medidas para que no vaya a más”, explica Domínguez-Gil en el XX encuentro entre profesionales de la comunicación y coordinadores de trasplantes, quien cree que hay que mejorar la información, así como la formación de los coordinadores de los hospitales.
¿Qué explica ese rechazo? Por un lado, explica la responsable de la ONT, las distintas concepciones de la vida y la muerte de las diferentes culturas y religiones que conviven en España. Y no, no solo se refieren a los musulmanes o judios, también a movimientos cristianos.
No estamos preocupados, pero creemos que es el momento de tomar medidas para que no vaya a más”
A esto, según coordinadores asistentes al encuentro, hay que sumar la desconfianza que se está generando en las actuaciones sanitarias por los enfrentamientos políticos.
El descenso de las negativas es una de las líneas de actuación que la ONT ha diseñado para 2026-2030, en un intento de seguir aumentando la donación en un escenario complicado: el potencial de donación está disminuyendo debido a que la incidencia de muerte encefálica también está decreciendo, a lo que hay que añadir una población cada vez más longeva y con muchas comorbilidades que dificultan la actividad.
El nicho de donaciones ya no está en las muertes encefálicas sino en la donación en asistolia
“Seguir alcanzando esos niveles récord de actividad, la verdad es que es un motivo de orgullo, pero una prueba continua del reto continuo que tiene el sistema”, indicó la responsable de la Organización Nacional de Trasplantes.
Esa estrategia incluye “salir de las unidades de cuidados intensivos” y encontrar en otras plantas hospitalarias posibles donantes. Porque el nicho de donaciones ya no está en las muertes encefálicas sino en la donación en asistolia (paciente fallecido por un paro cardiorrespiratorio). “Es el futuro”, indicó convencida Domínguez-Gil. Entre otras razones, porque la asistolia permite que sean donantes personas con distintas enfermedades, como problemas pulmonares o nerulógicos. El 51% de los donantes en el 2024 fueron por asistolia, unos 1.300, lo que permitió más de 2.800 trasplantes.
Menos hepatitis, menos hígado
El eficaz tratamiento contra la hepatitis C no sólo ha salvado decenas de miles de vida, también ha reducido la lista de espera de trasplante hepático. Algo que la responsable de la Organización Nacional de Trasplante (ONT), Beatriz Domínguez-Gil, celebra, entre otras cuestiones porque el estado de esos órganos están “casi” en peores condiciones que los de los enfermos que precisan un trasplante. La causa es la expansión del hígado graso, que afecta a un 25-30% de la población adulta y aumenta significativamente hasta un 60-80% en aquellas poblaciones de riesgo, como las que padecen obesidad o diabetes. No ocurre lo mismo con el riñón órgano que se precisa cada vez más. Las listas de espera es de unos 5.000 pacientes.