Mejora el bienestar emocional pero se agrava la brecha de salud según el nivel de estudios y la renta

En Catalunya

La incidencia de la depresión y de la ansiedad entre personas con estudios primarios es cuatro veces superior que entre quienes tienen estudios universitarios

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Nueve de cada diez personas con estudios universitarios realiza actividad física saludable, frente a una de cada cuatro personas sin estudios o con estudios primarios 

Xavier Cervera / Archivo

Los resultados de la Encuesta de salud de Catalunya (ESCA) 2024 muestran una mejora significativa de los indicadores de bienestar emocional y de algunos problemas de salud mental de la población catalana, así como una percepción bastante generalizada de buena salud -el 78,6% de encuestados valora su estado de salud como bueno o muy bueno-, y el mantenimiento o incluso mejora de algunos hábitos saludables, puesto que el consumo de tabaco se sitúa en un mínimo histórico (21,4%). 

Pero ese diagnóstico general resulta un tanto engañoso cuando al análisis del estado de salud de los catalanes se le aplica un filtro social. La ESCA 2024 revela hasta qué punto el estado de salud está mediado por el nivel educativo y de renta de las personas. A menor nivel educativo y menor renta, peor salud autopercibida, peores hábitos de vida y mayor prevalencia de problemas de salud mental. 

Menos estudios, menor bienestar emocional

Las diferencias son claras y para nada marginales. Según la ESCA, uno de cada diez adultos tiene un nivel bajo de bienestar emocional, pero ese porcentaje se dispara hasta el 21% entre el colectivo de personas sin estudios o con estudios primarios y cae al 6% entre quienes tienen estudios universitarios.

Y esa brecha se observa también en la prevalencia de los problemas de salud mental. Los casos de depresión moderada o grave afectan al 12,2% de las personas de menor nivel formativo, porcentaje que prácticamente quintuplica el de la población con más formación (2,6% entre titulados universitarios). 

Y algo parecido ocurre con la ansiedad. El 7,5% de los adultos presenta síntomas de ansiedad moderada o grave, pero esa tasa sube al 12,7% entre la población con pocos estudios y baja al 3,6% entre quienes se graduaron en la universidad.

IMAN VICTIMA DE POBREZA ENERGETICA DE GIRONA 24-12-13 INMA SAINZ DE BARANDA

El nivel de renta y el de estudios condiciona los hábitos de vida y el acceso a los servicios médicos, y eso impacta en la salud 

Inma Sainz de Baranda / Archivo

Y la brecha se repite en todos los indicadores de estado de salud y de calidad de vida saludable. Si el foco se pone en las personas con problemas de salud crónicos, hay una diferencia de 15,9 puntos porcentuales entre ambos colectivos (54% frente al 38,1%). Si se analiza al colectivo que padece dolor, el porcentaje entre quienes solo acabaron la primaria duplica el de las personas con estudios universitarios: 45,4% frente al 21,9%.

En materia de hábitos saludables, nueve de cada diez personas con título universitario practica actividad física, mientras que sólo lo hace una de cada cuatro entre las que no tienen estudios o solo estudios primarios. 

Pero es que el alto o bajo nivel formativo también tiene consecuencias en determinados aspectos de la salud de los hijos. La probabilidad de que los niños de 4 a 14 años tengan un problema de salud mental es del 8,7% entre aquellos cuyos padres solo tienen estudios primarios y del 3,2% si son universitarios. 

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Pero además de los estudios, cuentan los ingresos familiares. La incidencia de los problemas de salud mental infantil ha disminuido en el último año y es del 5,7% de media, pero sube al 7,7% entre los niños de clase social menos favorecida y baja al 4% entre los de familias con más recursos.

Esas diferencias de clase son también significativas cuando se analizan los hábitos de los niños. Según la ESCA, el ocio sedentario, aunque ha disminuido ligeramente respecto a los dos años previos, es mayor entre los niños de familias con menos ingresos. El 43,9% de ellos pasa dos o más horas al día delante de una pantalla (móvil, televisión, ordenador, videojuegos, etcétera), frente al 30,6% de aquellos cuyos padres disponen de más medios para atenderlos. 

NIÑOS, INFORMÁTICA, PANTALLAS, JUEGOS

El 44% de los niños de familias con menos recursos pasa más de dos horas al día delante de una pantalla 

Sònia Mauri / Archivo

Y son los niños de las clases sociales menos favorecidas los que en menor medida duermen las horas recomendadas y los que más expuestos están al humo ambiental en el hogar, según los datos de esta última encuesta de salud. También los que presentan mayores tasas de exceso de peso (44,8% entre los que tienen padres sin estudios o con estudios primarios, 38% si acabaron la secundaria y 21% si fueron a la Universidad) y de obesidad (19,2% entre los niños con progenitores con poca formación y 5,4% entre los de padres universitarios).

Y aunque no se observan diferencias significativas en el consumo de frutas y verduras de la población infantil de Catalunya en función de la clase social o del nivel de estudios de los padres, la ESCA de 2024 sí revela que el consumo diario de bebidas azucaradas es superior en los niños con progenitores sin estudios o con estudios primarios (10,7%), que también son más propensos a comer alimentos hipercalóricos.

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Todo ello tiene que ver con que las personas más formadas tienen mayor acceso a la información y más concienciación sobre hábitos saludables, pero las diferencias en estado de salud también están relacionadas con que disponen de más recursos y más facilidades para acceder a la atención médica. Según la ESCA, más de la mitad de las personas de la clase social más favorecida tenían doble cobertura sanitaria (pública y privada) en 2024, frente al 18,9% de los de clase menos favorecida.

La gran mayoría de la población catalana (95,9% visitó algún profesional de la salud en los últimos doce meses, y el porcentaje es más alto entre la población infantil (0-14 años) y los mayores de 74 años, así como en personas de clase social más favorecida (97%).

Brecha de género

Las mayores tasas de depresión y ansiedad se dan en mujeres mayores

La encuesta de salud de Catalunya constata que además de esta brecha socioeconómica, persiste la brecha de género. Los hombres valoran positivamente su salud en mayor medida que las mujeres (82,4% frente al 74,9%). El porcentaje de bajo bienestar emocional también en superior entre ellas (13,1% frente al 6,9%) y la brecha aumenta con la edad, llegando a una diferencia de 12,3 puntos porcentuales entre las mujeres (22,7%) y los hombres (10,4%) de 74 años o más.

Y lo mismo ocurre cuando se analiza la incidencia de la depresión o la ansiedad, que afectan más a las mujeres. En el caso de la depresión, las tasas son del 7,5% para ellas y del 4% para ellos, pero suben al 11,6% entre las mujeres mayores de 74 años. 

Según la encuesta, el 18,5% de la población catalana afirma que un médico le ha diagnosticado ansiedad alguna vez, y el 22,4% dice que ha sufrido algún episodio de esta enfermedad a lo largo de su vida.

Hábitos saludables

Por otra parte, se detecta una tendencia a la estabilidad en los principales hábitos saludables, como la actividad física, al tiempo que se reduce el número de fumadoras (lo hacen el 16,8% de las mujeres y el 26% de los hombres), aumenta la proporción de personas que duermen las horas recomendadas, pero también el consumo diario de bebidas azucaradas, que es especialmente entre los hombres jóvenes. 

En el caso de la población infantil, los autores del informe constatan un aumento del ocio activo durante el binomio 2023-2024, y el 35,7% de los niños de entre 3 y 14 años realiza al menos una hora diaria de actividad física, ya sea practicando deporte o jugando en el parque o en la calle. Pero ello no impide que preocupen las altas tasas de ocio sedentario: casi un 40% de la población infantil pasa más de dos horas al día frente a las pantallas.

La ESCA de 2024 se ha elaborado a partir de 4.835 entrevistas a adultos no institucionalizados y a 1.259 menores de 15 años, en una muestra representativa de la sociedad catalana según sexo, grupos de edad, clase social y nivel de estudios.

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