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El escándalo de las muñecas sexuales de Shein pone a prueba la ley digital europea

Violencia contra la infancia

​La CNMC, organismo encargado de supervisar estas plataformas en España, aún no puede controlarlas, a pesar de que la ley europea está vigente desde febrero de 2024

Asociaciones de derechos de la infancia advierten que normalizan la violencia sexual hacia los niños y niñas

Comercialización de las muñecas sexuales con apariencia infantil comercializadas en Francia y que han hecho que el país bloquee temporalmente la plataforma

Xavi Jurio / Propias

Muñecas sexuales de silicona con apariencia infantil, de tamaño real y con “órganos sexuales hiperrealistas” diseñados para la “masturbación masculina”. Así describían algunos anuncios los productos que plataformas de comercio electrónico como Shein ofrecían a sus clientes en Francia. La Fiscalía de París ha abierto una investigación a la compañía china por la difusión de “imágenes o representaciones de menores de naturaleza pornográfica” y por la publicación de “mensajes violentos o degradantes”, una causa que también alcanza a AliExpress y en la que figuran también la china Temu y la estadounidense Wish.

La pregunta inevitable es si estos productos pueden adquirirse desde España. El Ministerio de Consumo asegura que, por ahora, “no le consta” ninguna denuncia de este tipo, según fuentes cercanas consultadas por La Vanguardia. Aunque Shein ha retirado las muñecas de su web y ha suspendido temporalmente la categoría de “productos para adultos”, al escribir en su buscador la combinación de palabras “muñeca niña sexual” aparecen resultados de bebés recién nacidos o de pocos meses, y otros que podrían simular en torno a dos años, con largo pelo lacio. 

En España, estos artículos se comercializan como juguetes y sus descripciones no incluyen referencias explícitas como las detectadas en Francia, pero el hecho de que arrojen resultados al escribir esta búsqueda abre una zona gris sobre el uso que cada comprador pueda darles.

Vendían “órganos sexuales hiperrealistas” diseñados para la “masturbación masculina”

En este sentido, ¿dónde está exactamente la línea que justifica retirar un producto? “Hay que valorar caso por caso. En Francia, esos artículos, tal y como se ofertaban, eran totalmente ilícitos, pues la plataforma los estaba presentando explícitamente como productos sexuales. Otra cosa son las muñecas o bebés realistas, cuyos productos en sí no son ilegales y ahí ya depende del uso que haga cada persona”, explica Esther Lorente, abogada experta en consumo.

Lorente recuerda que Shein y cualquier otra plataforma extranjera que opere en la Unión Europea “debe cumplir con las normas de los productos que ofertan” y, para ello, cada estado miembro designa una entidad nacional para supervisar el cumplimiento de la ley de servicios digitales (DSA) en su país. En el caso español, el coordinador responsable es la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), cuyo trabajo es recibir denuncias, abrir expedientes sancionadores, investigar e imponer sanciones y, en definitiva, ser el punto de contacto con la Comisión Europea y el resto de países.

La Comisión Europea es la máxima responsable de fiscalizar estas grandes plataformas

Aunque la DSA ya está en vigor desde febrero de 2024, la CNMC aún no puede actuar como autoridad reguladora. Para que eso ocurra, falta que el Congreso apruebe el proyecto de ley para la Mejora de la Gobernanza Democrática en Servicios Digitales y la Ordenación de los Medios de Comunicación, remitido por el Gobierno a las Cortes el pasado 29 de julio.

Pese a ello, la CNMC sí recibe solicitudes de información y mantiene coordinación continua con la Comisión y con otros miembros reguladores, según ha podido conocer La Vanguardia. Además, en muchos casos la instrucción y las sanciones no dependen de España, sino directamente de Bruselas, porque las grandes plataformas como Google, Amazon, Shein o AliExpress están clasificadas como plataformas en línea de muy gran tamaño (VLOPs), es decir, servicios que superan los 45 millones de usuarios mensuales y cuya supervisión corresponde a la Comisión Europea.

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Clara Burriel, especialista en protección frente a la violencia en Save the Children, advierte que estos productos “normalizan la sexualización y la violencia sexual contra la infancia”, y eso contribuye a restar gravedad a conductas que son delito. Paralelamente, Burriel explica que estos comportamientos pueden escalar, por lo que el argumento del “desfogue” no se sostiene: “Justificar el uso de estos objetos implica, de algún modo, normalizar la idea de una relación sexual entre un adulto y un menor, algo que jamás puede considerarse justificable, sino un delito”. La experta asegura que el foco de la acción pública debería estar en el “tratamiento” y la “intervención especializada” para minimizar cualquier riesgo de que estas conductas deriven en agresiones sexuales reales.

“En lugar de disuadir, estos productos acaban normalizando la idea de que estas conductas son aceptables porque, si se permiten y se venden, ‘tan mal no estarán’”, expresa Natalia Díaz, activista por los derechos de la infancia. Díaz, que lleva una década estudiando el fenómeno del sharenting, afirma que no son simples muñecas, sino artículos diseñados “con una finalidad y para un público muy específico”.

Exponerse a estos estímulos puede activar impulsos que podrían trasladarse al mundo real

Diana DíazDirectora de las líneas de ayuda de la Fundación ANAR

La sexualización de menores, igual que la existencia de muñecas con apariencia infantil, forma parte de un negocio que conoce perfectamente que hay una demanda. “Saben que los pedófilos no son ‘dos o tres personas’, sino mucha gente consumiendo este tipo de contenido y productos, lo saben y lo aprovechan”, denuncia.

“Desde una perspectiva psicológica, los adultos deberían reflexionar sobre por qué desean consumir este tipo de productos. Aunque puedan parecerles atractivos, deben ser conscientes de que el objeto de deseo representa a un menor. Exponerse a estos estímulos puede activar impulsos que podrían trasladarse al mundo real y poner en riesgo a niñas y niños”, afirma Diana Díaz, directora de las líneas de ayuda de la Fundación ANAR. 

Cualquier niño/a o adolescente puede marcar el número de la Fundación, gratuito y confidencial, y encontrará al otro lado un psicólogo/a que le va a escuchar.

Fundación Anar

La psicóloga añade que quienes se sientan atraídos por este tipo de objetos deben buscar ayuda profesional, ya que “permanecer en contacto con ese estímulo no solo refuerza el síntoma, sino que también puede causar daño a personas vulnerables”. 

Desde Save the Children animan a reportar –desde la propia plataforma o por otras vías– cualquier producto que contribuya a normalizar la violencia sexual contra la infancia. “No es ninguna broma. La ley de protección a la infancia y la adolescencia establece la obligación de notificar cualquier sospecha de violencia. La protección a la infancia es responsabilidad de todos”, sentencia Clara Burriel.