Las claves secretas del último cónclave
Religión
Un libro de O’Connell y Piqué revela errores inesperados y tensiones internas que influyeron en la elección de Prevost
León XIV saluda a los fieles desde la logia central de la basílica de San Pedro el pasado 8 de mayo
Los secretos de la elección de un Papa son casi un género literario en sí mismo, al que Hollywood ha dado un impulso decisivo con una película, Conclave , que recaudó muchísimo y anticipó, de alguna manera, los acontecimientos. “Pero la realidad es mucho mejor”, dice divertido, pero sincero, Gerard O’Connell, histórico vaticanista de America Magazine , mientras toma un té con leche en un bar de la Piazza Navona. Y, en efecto, en el libro escrito junto a Elisabetta Piqué, desde hace más de veinte años informadísima corresponsal en Roma y el Vaticano del diario argentino La Nación , hay muchos detalles que “superan la fantasía”, coinciden los dos autores. En las más de 400 páginas de El último cónclave , publicado por la editorial Arpa, aparecen episodios llamativos, sobre la elección de León XIV y todo lo que la precedió. Hay, por ejemplo, un cardenal sorprendido con el móvil olvidado en un bolsillo, violando las normas de estricta confidencialidad en la Capilla Sixtina. “Se equivocó –explica Piqué–, es un poco mayor y, aunque sabemos quién es, no quisimos revelar su nombre”. Están también las votaciones que hubo que repetir por errores materiales de algunos prelados, como el caso de Carlos Osoro, a quien “se le quedaron dos pegadas y en el recuento final salieron 134 votos en vez de los 133”.
Muchos cardenales habían llegado a Roma convencidos por Parolin, pero acabaron cambiando de idea
Son detalles reveladores de un momento decisivo de la historia contemporánea. Pero no se trata solo de anécdotas: algunos de estos episodios podrían haber influido en el resultado final. Piqué y O’Connell cuentan que cómo escrutadores fueron sorteados, primero, Péter Erdő, el cardenal húngaro jefe de fila de los conservadores, y, en una votación posterior, el propio Robert Francis Prevost. Ambos se encontraron leyendo su propio nombre en las papeletas, pero el primero lo hizo con una voz débil, mientras que el segundo lo leyó con serenidad y seguridad. Según algunas de las muchísimas fuentes consultadas por los periodistas, este elemento pesó en los “grandes electores”, impresionados por la fragilidad del uno —que encabezó la primera votación (otra revelación)— y por la firmeza del otro. El Papa, al fin y al cabo, está en los detalles.
La serenidad del cardenal estadounidense en las horas más tensas fue un factor decisivo
El último cónclave , quede claro, no es en absoluto un libro de chismes o pequeñas curiosidades, sino que va al corazón de la cuestión. La tesis de fondo es una: Prevost es un nombre no solo en sustancial continuidad con el Papa Francisco, sino que fue el propio Juan Mario Bergoglio quien, de algún modo, lo impulsó, otorgándole cada vez más poder y, por tanto, confianza, prácticamente hasta sus últimos días. Como cuando, pocos días antes de ser ingresado en el hospital Gemelli, lo promovió a cardenal obispo, el grado más alto posible.
El libro es una especie de diario de los días que van desde la muerte del Papa Francisco –del que Piqué escribió una importante biografía, Francisco. Vida y revolución (2013)– hasta los primeros días del pontificado de León XIV. Un día a día de noticias, entrevistas y también vida cotidiana de los periodistas, aunque trastocada por jornadas intensísimas. El cónclave, así, también narrativamente, madura poco a poco, a través de algunos pasos decisivos, sobre todo vistos con (un poco de) distancia temporal. Se ve así cómo la candidatura de Pietro Parolin, el secretario de Estado promovido por algunos periódicos italianos, pierde peso a medida que se acercan las jornadas clave. “Muchos cardenales –explica Piqué– llegaron a Roma convencidos de que Parolin era el nombre de la continuidad con Bergoglio y, en cambio, las reuniones de las congregaciones generales que precedieron al cónclave revelaron toda la distancia que se había creado en los últimos tiempos”. Así, el ala más cercana a Francisco acabó cambiando de opinión. También porque algunos de los partidarios de Parolin, en particular el italiano Beniamino Stella, en los discursos a puerta cerrada, atacaron abiertamente al pontífice recién fallecido. Todos indicios que llevan a una conclusión: la elección de Prevost no fue un accidente.