El panorama para quien padece migraña es desolador. Una media de seis años para ser diagnosticados y, por lo tanto, tratados adecuadamente. Mientras tanto, penar y penar con un dolor de cabeza que no se cura con paracetamol, ni mucho menos, y que va a más. Siempre va a más y puede ir acompañado de auras (precede a un ataque de migraña y puede incluir síntomas visuales como ver luces brillante), vómitos y nauseas. Duele tanto (no, no es sólo un dolor de cabeza) que no deja pensar, casi ni respirar, ni ver, ni oír... Ni trabajar. Rocío Blein, 57 años, enferma lo describía así: “Es como llevar un casco de moto tres tallas más pequeño mientras lo taladran”.
Ocurre esto aun siendo la enfermedad más frecuente de España (y del mundo). El 12% de la población lo padece, unos 5,1 millones de ciudadanos, de las cuales más del 80% son mujeres. Más de un millón padece migraña crónica (episodios de más de 15 días al mes) y más de cuatro millones, de forma episódica (entre 4 y 8 días al mes).
Más de la mitad no están tratados porque ni saben que tienen migraña ni los médicos que les tratan (normalmente, de familia o urgencias, aunque también neurólogos) conocen qué es. De hecho, tardan de media más de seis años en ser diagnosticados. ¿Cómo es posible? Porque apenas se dan 4 horas en la carrera de Medicina a esta enfermedad neurológica. Y eso que es la primera causa de discapacidad.
Así lo indica Roberto Belvís, director del servicio de Neurología del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona y coordinador del Grupo de Estudios de Cefaleas de la Sociedad Española de Neurología, en el III seminario Lundbeck Migraña: una carrera de obstáculos.
Belvís insiste en que esa falta de diagnóstico tiene mucho que ver con el desconocimiento de los criterios de la migraña, entre ellas que el dolor afecta a un lado de la cabeza (indistinto y cambiante, pero a un sólo lado), dolor pursatil (bum-bum-bum), fotobofia (imagen del vampiro, ocultándose del sol con la mano), sensibilidad extrema a los sonidos, el dolor es moderado o grave e invalidante cuando lo sufren.
Los médicos ignoran la enfermedad más frecuente porque en la carrera apenas la estudian cuatro horas
Si no se conoce esta enfermedad, no se trata, pese a que interfiere en todos los aspectos de la vida. Es el caso de Rocío, que se pasó años y años a base de paracetamol e ibuprofenos. “Los dolores de cabeza brutales que he tenido toda mi vida no tenían nombre. Mi madre los tuvo y te decía de eso, eres como yo. Y con eso, pues aguantar”. Belvís, que recuerda que esta enfermedad es hereditaria, señala que la migraña es la enfermedad récord de automedicación.
Rocío no supo que tenía migrañas hasta hace unos años. Eva Ortega, tampoco. A ambas las tardaron dos décadas en decirle que esos dolores de cabeza eran una enfermedad neurológica.
Habían ido mil veces al médico, pero nadie les dijo la palabra clave: tiene migraña, usted es una enferma crónica. “El hecho de saberlo les ayuda mucho y les reduce el miedo y el estrés y, sobre todo, les quita la culpa, señala la psicóloga Almudena Mateos. “Muchas sienten que son unas flojas y exageradas porque eso es lo que les hacen sentir”, dice.
El estigma y la banalización impregna esta enfermedad, incluso en el mundo sanitario. “Uno de cada tres médicos estigmatiza al paciente: ‘¿Por un dolor de cabeza vienes?’”, reconoce Belvís.
Tiene una afectación laboral enorme. Pese a lo que pueda creerse, los enfermos de migraña faltan muy poco al trabajo cuando la cabeza les estalla. Es sí, la productividad disminuye: cómo concentrase cuando un taladro golpea tu cabeza, dice Ortega.
“No es un dolor de cabeza. Es como llevar un casco de moto tres tallas más pequeño mientras lo taladran”
¿Hay tratamiento? Sí, lo hay. Pero es preciso diagnosticarlo pronto para evitar que se cronifique. Y en los más duros, también, pero como son caros respecto a los anteriores (entre 100 y 160 euros al mes, pero hay muchos pacientes), Sanidad pone pegas. Los pacientes piden una reunión con la ministra de Sanidad ya. “Por favor”, suplican.
