Aunque es la tercera causa de ceguera evitable entre los 20 y 50 años en los países desarrollados, la uveítis continúa siendo una gran desconocida. Esta inflamación de la úvea, la capa media del ojo, suele manifestarse de manera sutil y silenciosa, lo que dificulta su detección. Pero su impacto no es menor: en España, se calcula que la enfermedad afecta a unas 47.000 personas, según datos del Hospital Clínic Barcelona. Sin un diagnóstico y tratamiento oportunos, puede comprometer gravemente la visión.
La uveítis puede manifestarse de formas muy diversas. Algunas aparecen de forma súbita, con enrojecimiento, dolor y sensibilidad extrema a la luz —síntomas característicos de la uveítis anterior—. Otras se camuflan tras señales más sutiles, como visión borrosa o la aparición de “moscas volantes” y diminutas telarañas en el campo visual, sin causar enrojecimiento ni dolor. Además, la uveítis abarca un conjunto heterogéneo de patologías que tienen en común la inflamación dentro del ojo.
Es una enfermedad que altera la rutina diaria, pero a la que se puede adaptar uno y vivir con relativa normalidad.
La uveítis no es hereditaria ni degenerativa, y su evolución depende de la causa y el tratamiento aplicado. Sus orígenes son muy diversos: puede estar provocada por infecciones como la toxoplasmosis o tuberculosis, o por procesos autoinmunes. En algunos casos, los especialistas no logran identificar su causa, lo que se denomina “uveítis idiopática”. “Es una enfermedad que altera la rutina diaria, pero a la que uno se puede adaptar y vivir con relativa normalidad”, explica Esma, paciente del Hospital Clínic Barcelona, quien resalta la importancia de la información y el seguimiento médico para afrontar la enfermedad con tranquilidad. Alfredo Adán, oftalmólogo del mismo hospital, subraya que “el mensaje para los pacientes es de esperanza”, ya que “hoy contamos con múltiples opciones terapéuticas, más rápidas y eficaces, que se traducen en una calidad de vida cada vez mejor”.
El mensaje para los pacientes es de esperanza. Hoy contamos con múltiples opciones terapéuticas, más rápidas y eficaces, que se traducen en una calidad de vida cada vez mejor.
La uveítis afecta principalmente a adultos jóvenes en plena actividad laboral, lo que facilita que sus síntomas, como dolor, enrojecimiento, visión borrosa o manchas flotantes, pasen desapercibidos. Ante estas señales, los especialistas recomiendan acudir sin demora al oftalmólogo para actuar con rapidez y prevenir complicaciones graves. Sin un tratamiento adecuado y a tiempo, la enfermedad puede derivar en problemas severos, como edema macular, cataratas, glaucoma o desprendimiento de retina, con consecuencias potencialmente perjudiciales para la visión. Una vez diagnosticada, es frecuente que se requiera un abordaje multidisciplinar. Además de especialistas en oftalmología, su manejo suele requerir asistencia de profesionales en medicina interna, reumatología, inmunología o infectología, ya que la uveítis está relacionada con enfermedades reumáticas, infecciosas e incluso algunos tipos de cáncer.
Los avances en la investigación, junto con el perfeccionamiento de las técnicas de imagen —como retinografías, angiografías del fondo de ojo y tomografías de coherencia óptica— y las mejoras en las herramientas diagnósticas, han permitido desarrollar tratamientos más precisos y personalizados. Además de los corticoides tradicionales, eficaces para controlar los brotes agudos, en la actualidad existen fármacos que ofrecen soluciones más duraderas y con menos efectos secundarios.
Buscamos personalizar el tratamiento según la causa subyacente de la uveítis. Así, podremos controlar la enfermedad sin recurrir de manera indefinida a corticoides o inmunosupresores, reduciendo efectos adversos y mejorando la calidad de vida.
La investigación avanza con el objetivo de identificar biomarcadores que permitan un diagnóstico más temprano y terapias adaptadas a cada paciente. “Buscamos personalizar el tratamiento según la causa subyacente de la uveítis. Así, podremos controlar la enfermedad sin recurrir de manera indefinida a corticoides o inmunosupresores, reduciendo efectos adversos y mejorando la calidad de vida”, indica el doctor Adán.
El mensaje de los especialistas es claro: la uveítis se puede controlar. Aunque requiere un seguimiento cercano y tratamientos prolongados, los avances tecnológicos y farmacológicos han mejorado significativamente su pronóstico. Lejos del temido desenlace de ceguera, hoy las personas con uveítis tienen perspectivas más favorables, lo que les permite llevar una vida plena y productiva.
