¿Qué podría estar detrás de tu dolor de estómago constante?

SALUD INTESTINAL

Un dolor abdominal persistente podría ser signo de Enfermedad Inflamatoria Intestinal (EII)

El 1% de la población española tiene una enfermedad inflamatoria intestinal

En España, más de 360.000 personas conviven con EII. 

Getty Images/EyeEm

¿Es normal que el estómago duela tras una comida copiosa o un día estresante? ¿Y si ese dolor se vuelve persistente y altera la rutina diaria? Aunque en muchos casos es un malestar pasajero, si el dolor de estómago se mantiene en el tiempo, podría ser señal de un problema más serio, como la Enfermedad Inflamatoria Intestinal (EII).

La EII engloba dos afecciones principales: la colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn, cada una con características propias que requieren tratamientos específicos para controlar los síntomas y mejorar la calidad de vida. Según datos del Hospital Clínic Barcelona, en España se estima que entre 87 y 110 de cada 100,000 personas padecen EII, una condición que afecta por igual a hombres y a mujeres. Aunque puede manifestarse a cualquier edad, es más frecuente en adultos jóvenes, entre los 20 y 30 años, con un segundo pico de incidencia entre los 50 y 70 años.

La causa de ambas enfermedades es bastante desconocida hasta la fecha, pero sí sabemos que la flora intestinal juega un papel fundamental en su desarrollo.

Ingrid OrdàsGastroenteróloga del Hospital Clínic Barcelona

Según Ingrid Ordàs, gastroenteróloga del Hospital Clínic Barcelona, “la enfermedad inflamatoria intestinal es una enfermedad compleja que engloba principalmente la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa”. Además, aunque su causa no se conoce con exactitud, “sí sabemos que la flora intestinal juega un papel fundamental en su desarrollo”. Por ello, los factores externos, como los hábitos de vida, también pueden influir en la evolución de la EII. Algunas conductas, como el tabaquismo, están relacionadas con un peor pronóstico, especialmente en la enfermedad de Crohn. Reducir ciertos factores de riesgo puede marcar una diferencia significativa en la evolución de la enfermedad y la respuesta al tratamiento.

La colitis ulcerosa y la enfermedad de Crohn, los dos tipos principales de EII, difieren en cuanto a su localización, la manera en que afectan al organismo y los síntomas que provocan. La colitis ulcerosa se limita al colon, donde la inflamación afecta solo las capas más superficiales del tejido. Sus síntomas incluyen diarrea con sangre y moco, dolor abdominal localizado y una fuerte necesidad de defecar. 

En cambio, la enfermedad de Crohn tiene un alcance más amplio, que puede afectar cualquier parte del tracto digestivo, desde la boca hasta el ano. La inflamación penetra todas las capas de la pared intestinal, lo que provoca complicaciones como estenosis o fístulas, y síntomas como dolor abdominal, diarrea crónica y pérdida de peso. Según Ordàs, “los síntomas de alarma más comunes son la diarrea que persiste durante más de una semana, retortijones, sangrado rectal, pérdida de peso y fiebre”. En ese sentido, advierte que “todo este conjunto de síntomas debería alertar a cualquier persona para consultar con un especialista”.

Los síntomas de alarma más comunes son la diarrea que persiste durante más de una semana, retortijones, sangrado rectal, pérdida de peso y fiebre. Todo este conjunto de síntomas debería alertar a cualquier persona para consultar con un especialista.

Ingrid OrdàsGastroenteróloga del Hospital Clínic Barcelona

La EII no solo afecta el sistema digestivo, sino que también puede involucrar otras partes del cuerpo. Algunos pacientes experimentan problemas articulares, lesiones cutáneas o inflamaciones oculares. Aunque menos frecuentes, estas manifestaciones extraintestinales pueden complicar el manejo de la enfermedad. Según Ordàs, “el cuerpo reacciona detectando la flora intestinal como si fuera ajena y provoca una inflamación del intestino.” La evolución de la EII es impredecible, con brotes en los que los síntomas se intensifican y períodos de remisión en los que el malestar desaparece. Por eso, es fundamental identificar las señales a tiempo para iniciar un tratamiento adecuado y prevenir complicaciones graves. 

El tratamiento de la EII se enfoca en controlar la inflamación y aliviar los síntomas. Aunque no hay una cura definitiva, los avances médicos han proporcionado diversas opciones terapéuticas. “A pesar de que no tenemos un tratamiento que cure la enfermedad, el mensaje positivo para los pacientes es que existen muchas opciones disponibles para restablecer su calidad de vida”, explica Ordàs. Entre estas opciones se encuentran los antiinflamatorios, los inmunosupresores y las terapias biológicas, que ayudan a reducir los brotes y mantener la enfermedad controlada. En casos graves, la cirugía puede ser necesaria para extirpar las áreas intestinales dañadas.

Igual que sucede con otras enfermedades crónicas como la hipertensión o la diabetes, la EII es una condición para toda la vida. Sin embargo, con el tratamiento adecuado, podemos ayudar a los pacientes a recuperar su bienestar y llevar una vida normal.

Ingrid OrdàsGastroenteróloga del Hospital Clínic Barcelona

Vivir con la EII es un desafío que requiere compromiso, pero es completamente posible. Marta Gallego, enfermera especializada del Hospital Clínic Barcelona, subraya la importancia de mantener una comunicación constante con el equipo médico y escuchar al cuerpo. Este enfoque, junto con una adecuada gestión de la enfermedad, permite a los pacientes llevar una vida activa y funcional. 

Además, la educación y la investigación siguen siendo esenciales para avanzar en el conocimiento de la EII y mejorar los tratamientos terapéuticos. Como señala Ordàs, “al igual que sucede con otras enfermedades crónicas como la hipertensión o la diabetes, la EII es una condición para toda la vida”. Sin embargo, “con el tratamiento adecuado, podemos ayudar a los pacientes a recuperar su bienestar y llevar una vida normal”, apunta.

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