Con la llegada del calor y las verbenas como la de San Juan, las comidas al aire libre se vuelven habituales. Barbacoas, picnics y reuniones con amigos o familiares suponen, muchas veces, preparar comida con antelación y transportarla o mantenerla fuera del refrigerador durante horas.
En este contexto, cualquier descuido puede aumentar significativamente el riesgo de intoxicación alimentaria, una amenaza que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), afecta cada año a 600 millones de personas y provoca 420.000 muertes. Estas cifras evidencian la necesidad de extremar las precauciones en estas fechas.
La intoxicación alimentaria, también conocida como enfermedad de origen alimentario, puede producirse al ingerir alimentos o bebidas contaminadas por bacterias, virus, parásitos o toxinas. Los síntomas más comunes (náuseas, vómitos, diarrea, dolor abdominal y fiebre) resultan especialmente peligrosos para niños, personas mayores y quienes tienen el sistema inmunológico comprometido.
Entre los patógenos más frecuentes se encuentran bacterias como Salmonella, Escherichia coli, Listeria monocytogenes o Campylobacter, además de virus como el norovirus, la hepatitis A o rotavirus. También pueden estar implicados parásitos y toxinas naturales, como la solanina de las patatas verdes o las sustancias tóxicas presentes en algunos hongos venenosos.
La buena noticia es que la prevención está al alcance de todos. Profesionales del Hospital Clínic Barcelona recuerdan que no solo importa qué se come, sino también cómo se manipulan, almacenan y consumen los alimentos, un factor clave para proteger la salud metabólica.
Lavarse las manos con frecuencia (antes de cocinar, después de ir al baño o tras tocar superficies contaminadas) y evitar preparar comida para otras personas si se presentan síntomas gastrointestinales son medidas básicas. También lo es mantener una buena higiene en utensilios, frutas y verduras, conservar los alimentos fríos por debajo de 4 °C y los calientes por encima de 60 °C, y refrigerar las sobras en un plazo máximo de dos horas.
También es importante mantener separados los alimentos crudos de los cocinados, emplear utensilios distintos para cada uno, cocinar bien las carnes y pescados, y comprobar siempre las fechas de caducidad. Estas precauciones son aún más importantes en mujeres embarazadas, niños, adultos mayores y personas con defensas bajas, ya que deben evitar productos potencialmente peligrosos como quesos blandos no pasteurizados o sushi con pescado crudo.
Si, pese a todas estas precauciones, aparecen síntomas de intoxicación alimentaria, es fundamental mantenerse bien hidratado y guardar reposo. En caso de que no haya mejoría o el cuadro empeore, se debe buscar atención médica.
Siguiendo estas sencillas pautas de seguridad alimentaria, disfrutar de las comidas al aire libre, especialmente en verano, es perfectamente posible.
