Las imágenes, fuente de desinformación: El 63% de los adolescentes son incapaces de interpretarlas profundamente

Fact-checking

Un nuevo estudio revela que la mayoría de los jóvenes no entiende el significado profundo de una imagen y reclama más educación visual para fomentar la mirada crítica

ADOLESCENTES  UTILIZANDO EL MOVIL A LA SALIDA DE UN INSTITUTO DE SANT CUGAT

Adolescentes usando el móvil frente al centro educativo 

Mané Espinosa

Spencer Platt en el 2006 fotografiaba a un grupo de jóvenes libaneses que conducen por una calle de Haret Shreik, un suburbio del sur de Beirut. Cuando la fotografía se publicó, algunos medios acusaron inicialmente a las protagonistas de la instantánea de realizar turismo de guerra. Sin embargo, Bissan Maroun, una de las chicas del descapotable, buscaba su casa junto a sus hermanos después de que el barrio fuera destruido por los israelíes.

Ver una imagen no significa entenderla y el nuevo informe de la Fundación Photographic Social Vision, elaborado en el marco del proyecto Visual Trust de la Universitat de Barcelona (UB), detecta que sólo un 37% de los adolescentes es capaz de interpretar el significado profundo de una fotografía, de éste sólo el 2% lo hace con precisión. La investigación Alfabetización visual y adolescencia, que ha contado con la participación de 2.000 personas de entre 12 y 19 años, concluye que «los jóvenes no disponen de herramientas suficientes para comprender las imágenes en profundidad», lo que les devuelve «especialmente vulnerables a las manipulaciones, a la información instrumentalizada ya la pérdida de autonomía crítica».

Ante esta realidad, el estudio reclama un cambio de rumbo: “pasar a la acción”, situando la educación visual en el centro de la alfabetización para formar a jóvenes más críticos y menos vulnerables a la manipulación y la desinformación.

El consumo de imágenes es «superficial»

Los resultados de la investigación muestran que el vínculo entre los jóvenes y las imágenes es «ágil y constante, pero a menudo superficial», marcado por el ritmo acelerado y fragmentado de las redes sociales. En ese sentido, el 63,4% de los jóvenes no comprenden el sentido profundo de una imagen.

Roger Canals, responsable del proyecto de la UB Visual Trust e investigador del informe explica a Verificat que el objetivo final de la investigación no era saber si los jóvenes saben encontrar el sentido único, en tanto que «las fotografías son abiertas», sino analizar si «tienen criterios críticos para establecer a través de una posición reflexiva el significado profundo de una imagen». Como en el caso de la fotografía de Shreik, una lectura superficial puede comportar una lectura estereotipada o malintereptada.

Las imágenes con las que interactúan los jóvenes los «condicionan e influencian» y comprenderlo es necesario «para poder decidir de manera crítica ante lo que se quiere reaccionar y ante lo que no», explica a Verificar Alice Monteil, responsable del Área de Educación de la Fundación Photographic Social Vision e investigadora del proyecto. A esta libertad crítica le llama «soberanía visual».

Filtros críticos para difundir imágenes propias, pero no para consumirlas

El consumo mayoritario de imágenes por parte de los jóvenes se produce en las redes sociales. Más del 70% hace un “consumo fortuito” de éstas a través de plataformas como Instagram, TikTok o WhatsApp, mientras que sólo una minoría (25,7%) utiliza canales que favorecen la búsqueda deliberada de imágenes, como Pinterest, Google o publicaciones impresas. El consumo es, por tanto, mayoritariamente condicionado por los algoritmos de las plataformas.

Para Canals, los jóvenes «tienen un criterio a la hora de compartir sus imágenes personales lejos de la compulsividad, pero admiten no utilizar filtros críticos a la hora de consumir las imágenes de las redes». «Tienen una búsqueda muy poco intencionada de éstas, esperando que les lleguen a través de algoritmos muy sesgados», añade. Para el docente de la UB esto es especialmente sensible teniendo en cuenta cómo la desinformación circula a través de estos canales. Una encuesta del CEO ya sitúa en el 80% la población es consciente de que «siempre» o «a menudo» circulan informaciones falsas en las plataformas. Este fenómeno, agravado por la inteligencia artificial y la facilidad de generar contenido falso muy realista, es considerado hoy uno de los principales riesgos globales por el World Economic Forum.

Desconfianza como mecanismo de protección en un contexto de crisis de veracidad

En un entorno saturado de imágenes y marcado por la popularización de la inteligencia artificial generativa, la confianza en lo que vemos se agrieta. La investigación alerta de que la crisis de veracidad dificulta distinguir lo real de lo manipulado, así como las narrativas de cada contenido. De hecho, la misma encuesta del CEO evidencia que un 38% de los catalanes asegura haber compartido alguna vez información que después ha resultado ser falsa.

En este sentido, Javier Cantón, doctor en Ciencias Sociales y máster en Inteligencia Artificial por la UNIR, subraya a Verificat la importancia del estudio porque rompe con la idea de que los jóvenes son verdaderos “nativos digitales”. A su juicio, esta etiqueta es engañosa y hace invisibles sus carencias a la hora de interpretar imágenes e información online, lo que les hace más vulnerables a la desinformación. “Si los jóvenes no analizan críticamente las imágenes, éstas, independientemente de si son ciertas o no, puede reforzar narrativas previas, incluidos discursos de odio», advierte. En esta línea, una investigación de la revista Ciencias de la Comunicación e Información apunta a que, en las redes sociales, los usuarios generan imágenes falsas o distorsionadas que, una vez viralizadas, vuelven a ser reinterpretadas y resignificadas por otros usuarios, alimentando un ciclo continuo de distorsión.

Como explica Canals de Visual Trust, “el scroll infinito acaba homogenizando el valor de todas las imágenes», lo que dificulta distinguir las miradas informativas de las que sólo buscan impacto. Esta uniformización, explica, favorece «errores de lectura graves», como la banalización de contenidos violentos presentados en forma de humor.

Ante la duda sobre la veracidad de la imagen, la investigación concluye que la juventud tiende a desconfiar de ella como forma de autoprotección de una potencial manipulación visual. Canals alerta, sin embargo, que la desconfianza, positiva como primer contacto con el contenido, puede convertirse en “excesiva” cuando ésta acaba provocando que no se crea nada, incluso lo cierto. Según Cantón, ésta es una de las estrategias de las narrativas conspirativas.

La educación visual, una herramienta esencial contra la desinformación

La investigación pone en el centro la necesidad urgente de dotar a los jóvenes de herramientas que les permitan comprender las imágenes en profundidad, especialmente en un momento de aceleración de la desinformación alimentada por la inteligencia artificial. El estudio pide repensar el currículum escolar para que la educación visual deje de ser un añadido y ocupe un lugar central en la formación de los jóvenes, tal y como subraya Alice Monteil, de la Fundación Photographic Social Vision. Sin ese cambio estructural, advierte, será difícil garantizar que los adolescentes dispongan de herramientas sólidas para interpretar el mundo visual que consumen constantemente.

En paralelo, iniciativas como el recurso pedagógico «El poder de la imagen», desarrollado por Desfake, devienen fundamentales para abordar esta carencia. El material acompaña a los jóvenes en el análisis crítico de los modos como una imagen puede desinformar y les ayuda a entender cómo éstas pueden alterar la percepción de un mensaje o reforzar narrativas falsas. Monteil recuerda que, mientras el currículum no se actualice, «todas las entidades sociales y culturales tienen un rol claro a la hora de dirigir estos retos e impulsar programas que utilicen la fotografía como herramienta para hablar de temas relevantes con todos los colectivos». Este informe, afirma, “debe ser la semilla” para extender esa mirada crítica.


Verificat es una plataforma catalana de fact-checking sin ánimo de lucro. Se dedica a verificar el discurso político y el contenido que circula en las redes y a la educación para el consumo crítico de la información. Forma parte de la International Fact-Checking Network (IFCN) y la European Fact-Checking Standards Network (EFCSN)

Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...