No podía ser tan fácil. Esto es la Champions, una competición que ilusiona, que saca lo mejor de cada equipo y que también muestra las debilidades. Por eso todo el mundo quiere ganarla y por eso cuesta tanto. Que se lo digan al Barcelona, que hace nueve años que no la gana. En Dormund, ante el Borussia los de Flick eligieron el mejor día de todos para perder. Y aprendieron muchas cosas. En primer lugar comprobaron lo importante que es hacer los deberes cuanto antes gracias al 4-0 cosechado en Montjuïc. Y ahora este equipo tan joven también sabe que la Champions es otra historia en la que hay que tocar con los pies en el suelo y saber sufrir.
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