La sociedad actual enfrenta una dependencia sin precedentes respecto a la tecnología, y esto ya empieza a repercutir en la salud mental, especialmente en los jóvenes. Marc Masip, psicólogo y experto en adicciones a nuevas tecnologías, advierte sobre los riesgos que supone el uso precoz de redes sociales. Según él, “estamos abusando y mucho como sociedad” y señala que España es el país con más teléfonos móviles y más adicción adolescente a la red.
Masip explica que los jóvenes han nacido en un entorno digital y no distinguen la vida con o sin pantallas, lo que dificulta que busquen ayuda adecuada frente a sus problemas. “Cuando tienen un problema, ¿a qué esperamos que recurran? Van al ChatGPT o a redes sociales, y ahí encuentran una respuesta inmediata pero complaciente, no una verdadera solución,” comenta. Esto genera una dependencia emocional y cognitiva que puede tener graves consecuencias.
El experto sostiene que no se puede pedir a los menores la madurez necesaria para un uso responsable de las tecnologías, y por ello plantea medidas estrictas: “Padres y madres no deben dar acceso a pantallas antes de los 16 años en cuanto a redes sociales, teléfono móvil inteligente, videojuegos, pornografía, violencia y demás.” Además, recalca la importancia de un trabajo conjunto para evitar la soledad y el malestar emocional que potencia el abuso de estas herramientas.
La situación es tan alarmante que en las escuelas y centros educativos se observan dificultades para educar con la tecnología dentro del aula, y en muchos casos se están volviendo a implementar leyes que limitan su uso en un intento de controlar el mal uso. Masip advierte sobre la desconexión que generan en las familias: “Los padres y madres están desquiciados y con pocas herramientas para afrontar esta realidad, la tecnología nos ha adelantado en este aprendizaje”.
Finalmente, el psicólogo hace un llamado urgente para reconsiderar el acceso temprano a estas plataformas y subraya que, aunque la tecnología tiene aspectos positivos, es fundamental establecer límites claros para proteger a los más vulnerables. “Esta droga del siglo XXI debe tener unos límites”, concluye Marc Masip, destacando el papel crucial de la familia y la sociedad para evitar que las redes sociales se conviertan en una trampa para los jóvenes.