El fentanilo, conocido en la medicina desde los años 60 como un opioide esencial para anestesias y tratamiento del dolor crónico, es un medicamento que salva vidas cuando se usa correctamente. Luis Miguel Torres, presidente de la Sociedad Española Multidisciplinar del Dolor, explica que “es un fármaco absolutamente conocido, del que sabemos todos sus efectos positivos y también negativos, y que, usado correctamente dentro de la medicina, presenta una enorme ventaja para los pacientes con dolor o para los pacientes que van a ser anestesiados”. Sin embargo, su potencia y riesgo adictivo lo convierten en un arma de doble filo fuera del control médico.
La problemática surge cuando el fentanilo se introduce en la calle como droga clandestina, donde su pureza y dosis son desconocidas. Torres advierte que “en la calle los drogadictos y la gente adicta que lo toma, no sabe lo que está tomando. Por tanto, un día recibe un paquete con una dosis determinada y al día siguiente puede ser el doble o el triple”. Esta variabilidad potencia el peligro y las sobredosis, que a menudo se acompañan de sustancias adulterantes incluso más tóxicas, generando los efectos devastadores que se ven en los casos graves y los famosos “zombis” afectados en Estados Unidos.
En España, el consumo ilegal de fentanilo está controlado y no ha alcanzado la dimensión epidémica vista en Norteamérica. “Esta situación en España y en Europa no se da ni se ha dado ni creo que se dé en el futuro”, afirma Torres. Para quienes caen en la adicción, el especialista asegura que “es perfectamente posible desintoxicarse del fentanilo” mediante programas médicos y terapias, alcanzando la mayoría de los casos la recuperación en dos o tres meses. No obstante, la desintoxicación es más compleja para quienes enfrentan problemas sociales vinculados a la drogadicción.
Finalmente, Torres alerta sobre una nueva amenaza emergente: un opioide aún más potente llamado nitaceno, que está entrando en Europa desde China y podría superar los riesgos del fentanilo. “Tenemos que estar alerta”, advierte. Esta declaración subraya la necesidad de vigilancia continuada y prevención ante sustancias que pueden agravar la crisis de adicciones en el ámbito global, y pone a España en guardia para no repetir experiencias fatales.