El caso Mario Biondo sigue generando controversia doce años después de la misteriosa muerte del camarógrafo y marido de Raquel Sánchez Silva. Aunque en un principio la versión oficial apuntaba a un suicidio, la Audiencia Provincial de Madrid ha sido la primera instancia judicial en España en apartar esta tesis y considerar, basándose en pruebas presentadas por la familia y estudios en Italia, que podría tratarse de un homicidio. Este giro ha reavivado un debate marcado por la falta de una investigación rigurosa desde el inicio y un largo camino judicial plagado de obstáculos.
Según Andrés Guerra, periodista experto en el caso, la familia de Mario nunca aceptó la explicación oficial y ha luchado incansablemente para esclarecer la verdad. “La autopsia fue una chapuza”, afirma Guerra, apoyándose en informes de varios peritos y criminólogos italianos y españoles. Añade que la viuda de Mario, Raquel Sánchez Silva, bloqueó en dos ocasiones la reapertura de la investigación, impidiendo que se pudiera explorar la hipótesis de un asesinato con todas las garantías.
Un elemento clave en la investigación es el portátil de Mario, ya que los análisis realizados por la policía italiana detectaron un programa espía que fue activado semanas después de la muerte, lo que alimenta las sospechas de una posible intervención externa. Por ello, la familia presentó una denuncia formal no solo contra la viuda, sino también contra su primo, las últimas personas que tuvieron acceso al dispositivo. Estos hechos han mantenido vivo uno de los casos más polémicos y mediáticos de los últimos años en España.
El caso Biondo sigue abierto y bajo escrutinio, con la familia y sus investigadores buscando justicia para Mario. Este enredo judicial y mediático invita a cuestionar no solo la verdad acerca de su muerte, sino también los límites de la investigación policial y judicial en casos complejos donde confluyen intereses personales y mediáticos. “Estamos hablando de un caso que no se puede dejar en el olvido”, concluye Guerra, recordándonos que tras cada muerte olvidada hay personas que claman por respuestas.