España crece, pero el bolsillo de las familias no refleja esa prosperidad

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El alto costo de la vivienda y la precariedad laboral frenan el impacto real del potente PIB español, según Eduardo Magallón

España crece, pero el bolsillo de las familias no refleja esa prosperidad
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El alto costo de la vivienda y la precariedad laboral frenan el impacto real del potente PIB español, según Eduardo Magallón

España presenta un crecimiento económico sólido, con un PIB fuerte que muestra una economía cada vez más dinámica. Sin embargo, esta bonanza estadística no se traduce en mejoras equivalentes en la renta per cápita de las familias españolas. El periodista de economía Eduardo Magallón explica que “aunque tengas un empleo y un buen sueldo, si una parte tan importante de tu remuneración se va a la vivienda, evidentemente esta es una situación que no es la más óptima”. Esta presión sobre el gasto familiar limita la sensación real de mejora económica que reflejan los datos oficiales.

La calidad del empleo también juega un papel crucial en esta disparidad. Magallón apunta que “el empleo del sector industrial es menos precario y más estable”, pero que la economía española está muy volcada al sector servicios, especialmente en actividades relacionadas con el turismo. Este empleo “tiene una contraprestación que es que es un empleo con salarios no muy altos, más bien bajos, y con una cierta inestabilidad”. Esta terciarización de la economía española, muy marcada en Catalunya, explica parte de la diferencia entre un PIB creciente y un bajo poder adquisitivo.

Además, la subocupación y el empleo infrautilizado agravan la situación, pues muchas personas trabajan menos horas de las que desearían y reciben sueldos menores. Magallón destaca que en Catalunya “tenemos un paro bajo, pero esa subocupación está creciendo”, lo que significa que se genera empleo, pero no suficiente ni de calidad para aumentar el nivel de vida promedio. Por ello, las estadísticas e indicadores económicos a menudo ofrecen una imagen que no coincide con la realidad de muchas familias.

Finalmente, el elevado precio de la vivienda es un factor determinante en esta asincronía entre crecimiento económico y bienestar familiar. “Los pisos han subido mucho”, y pese a ciertos ajustes, la recuperación salarial tras las crisis recientes ha sido débil. Magallón concluye que “el elemento fundamental y clave es que se gane un cierto poder adquisitivo para poder acceder a los servicios de manera más sostenible por parte de las familias”. En definitiva, la economía española debe buscar no solo crecer, sino hacer que ese crecimiento se traduzca en un mejor poder adquisitivo y calidad de vida para sus ciudadanos.

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