Cristina Bech, ganadera y representante del gremio de Agricultores de Catalunya, describe los efectos del reciente confinamiento impuesto a las aves de corral en España para prevenir la gripe aviar. Desde el 13 de noviembre, todas las gallinas que antes vivían al aire libre han sido encerradas, una medida que ha alterado profundamente su rutina y comportamiento. Bech explica que “la gallina es un animal de costumbres” y que “encerrarlas de hoy para mañana, cuando están acostumbradas a salir, genera estrés”. Este encierro ha provocado problemas como el picaje, donde las aves pueden llegar a dañarse entre sí. Para mitigar el problema, la ganadera introduce estímulos en las instalaciones, como alfalfa o cáscaras para que las gallinas puedan “rascar y desestresarse” como harían en el exterior.
Esta medida también ha impactado los costes de producción, aunque no de forma tan significativa como se percibe en el mercado consumidor. Bech señala que “para nosotros resulta un pequeño porcentaje de más, ya que consumen más pienso al no poder salir a picotear”, pero aclara que el incremento de precio en supermercados no responde directamente a este aumento de costes. Según ella, “el factor clave es el intermediario y el establecimiento final de la venta”, y recuerda que episodios anteriores de alarma social en países como Estados Unidos llevaron a subidas de precios sin justificación real, a diferencia de otras situaciones como la guerra de Ucrania o la crisis energética.
En cuanto a las pérdidas en la granja por estas circunstancias, Bech destaca que, si bien puede haber bajas, muchas veces se deben a episodios de picaje, que pueden ser muy graves. Cuenta que “en cuestión de un minuto podemos tener la mitad de la granja muerta porque van como locas” cuando ven sangre, comportándose de una manera casi carnívora. Sin embargo, añade con alivio que “si no hay mortalidad, es buena señal porque significa que la enfermedad no ha entrado en la nave”, un factor crucial para la continuidad del negocio en un contexto de amenaza por gripe aviar.
Respecto a la relación con sus clientes y la percepción del público, Bech reconoce que es necesario hacer “una pedagogía” para explicar la situación y garantizar la confianza. Indica que mantiene clientes exigentes, como un restaurante con estrella Michelin, que comprenden que “es importante recalcar el motivo del confinamiento y que no se pierden ni calidad ni seguridad en el producto”. Subraya que la normativa sanitaria se cumple para proteger tanto a los animales como al consumidor, y considera que “es fundamental extremar la bioseguridad para evitar la entrada de la enfermedad”.
Finalmente, la ganadera enfatiza que, a pesar de las dificultades, el consumo de huevos y carne sigue siendo seguro, pues “la enfermedad no pasa al producto”. La Generalitat de Catalunya ha aprobado protocolos de seguimiento para actuar en caso de que se detecten nuevos focos. Cristina Bech muestra con orgullo su granja ubicada en el Empordà, recordando que ya desde 2017 enfrentaron situaciones similares y que ahora “las gallinas están dentro desde agosto”, adaptándose a las circunstancias para garantizar la salud animal y la continuidad de su explotación.