Según el estudio “¿Cómo duermen los jóvenes? Hábitos y prevalencia de trastornos del sueño en España”, de la Sociedad Española de Neurología (SEN), la Sociedad Española del Sueño (SES) y la Fundación MAPFRE, el 83,5% de los jóvenes que participan en una encuesta sobre hábitos de sueño padece síntomas de insomnio y el 61% se resta horas de sueño para dar prioridad a otras cosas. Además, el 33% de ellos admite dormir de forma insuficiente según lo estipulado por los expertos (menos de 7 horas).
Marta Rubio, investigadora principal y neuróloga del Hospital de Sabadell (Barcelona), revela que esa carencia de horas de descanso afecta a los jóvenes por “encontrarse en un periodo vulnerable de desarrollo y maduración cerebral”, y los de edades superiores tienen “mayor riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, metabólicas y neurodegenerativas”.
Quien no tenga un sueño reparador que consulte con un especialista. Por suerte, la gran mayoría de los casos mejoran con un correcto diagnóstico
La SEN concreta que son más de 4 millones los españoles que sufren algún tipo de trastorno del sueño crónico y grave y menos de un tercio de quienes se encuentran con esta patología buscan ayuda profesional.
Javier, maestro de 38 años, es una de las personas que, por petición de un familiar, quiso solicitar una valoración médica ya que desde hace meses se levanta agotado por las mañanas y sólo desea que llegue la noche para irse a la cama. Pidió que le realizasen una analítica y los resultados fueron correctos. Según cuenta, le recomendaron hacer deporte y mejorar su alimentación porque admite comer “poco y mal”.
“No ha habido cambios en mi vida. Trabajo lo mismo que hace varios años. Me acuesto y me levanto aproximadamente a la misma hora y el estrés es el que puede llevar cualquier persona con hijos y responsabilidades laborales”, comparte.
El cuidado de la salud física y mental
Despertarse con una alarma es síntoma de no dormir las horas suficientes

Necesitamos dormir las horas que permitan a uno despertarse sin alarma
El doctor Javier Albares, médico especialista en neurofisiología clínica y medicina del sueño y director de la Unidad del Sueño del Centro Médico Teknon de Barcelona, explica que la privación de sueño tiene relación con las horas que duerme una persona cuando no son suficientes. Eso tiene repercusiones durante el día: en su estado de ánimo, en su rendimiento cognitivo, en su nivel de energía y otras pueden aparecer con el tiempo.
“Quien no duerme las horas suficientes, aunque sea extraño, es todo aquel que se despierta con un despertador. Si nos despertamos con una alarma no estamos dejando que nuestro cuerpo de forma fisiológica y biológica duerma las horas que necesita esa noche”, sostiene el profesional.
También expresa que necesitamos dormir las horas que permitan a uno despertarse sin alarma. De media apunta que los adultos suelen necesitar unas 8 horas, aunque depende de cada uno y del día en cuestión y de lo que cada uno haya hecho.
Muchos estudios apuntan que la población en el mundo occidental duerme cada vez menos horas. El doctor asegura que dormimos una hora menos que hace 50 años en el mundo desarrollado y se muestra tajante al afirmar que representa un problema de salud pública significativo. “Esta situación se relaciona con el ritmo acelerado que llevamos, la multitarea o el estrés crónico que hemos normalizado. Muchas veces preferimos quitar horas de dormir para hacer otras actividades laborales, de entretenimiento, familiares,...”, expone.
Recalca que uno de los grandes “ladrones del sueño” son las pantallas, ya que nos roban a todos muchas horas en el día, incluso antes de dormir.
La falta de sueño no es un problema menor

Entre el 20 y 48% de la población tiene problemas para conciliar el sueño, según datos de la Sociedad Española de Neurología
Para quien no tenga un sueño reparador, recomienda seguir las normas de higiene del sueño. Esto es: procurar tener un día tranquilo, equilibrado, con actividad física, ser flexibles y estables emocionalmente, vivir en la aceptación, no excederse con estimulantes, tener una buena alimentación, tener contacto con la naturaleza, es decir, llevar unos hábitos de vida saludables. Todo esto puede hacer -tal y como certifica- que un 30% de pacientes insomnes duerman mejor, “otros necesitarán terapia psicológica, terapia cognitivo-conductual, el uso de complementos alimenticios como la melatonina u otras plantas medicinales o bien, habrá que utilizar fármacos”.
Según la Organización Mundial para la Salud (OMS) existen más de 80 trastornos del sueño. Además del insomnio, los más frecuentes son el ronquido y la apnea del sueño. “Quien no tenga un sueño reparador que consulte con un especialista. Por suerte, la gran mayoría de los casos mejoran con un correcto diagnóstico”, refiere.
Algunos de los numerosos problemas de salud derivados de la falta del sueño, para David Ezpeleta, neurólogo y vicepresidente de la Sociedad Española de Neurología (SEN), son: la somnolencia y el cansancio durante el día, y los estudios indican una relación con, entre otros, la ansiedad y aumento de la probabilidad de sufrir depresión; disminución del rendimiento laboral; obesidad, hipertensión, diabetes y las enfermedades cerebro y cardiovasculares asociadas; alteraciones en el sistema inmune, con mayor propensión a sufrir infecciones; aumento del riesgo de cáncer, demencia y reducción de la esperanza de vida.
Especifica que por “dormir poco” hay que entender tanto una reducción de las horas necesarias de sueño como una mala calidad del tiempo de sueño, sea por una alteración de su continuidad o de su profundidad, algo que puede estar condicionado por varias causas.
“El cansancio y la fatiga dependen también de otros factores. Por ejemplo, las personas con síndrome de apnea obstructiva del sueño pueden dormir largas horas de un tirón, pero al día siguiente encontrarse cansados y sobre todo somnolientos. Las personas con fibromialgia también pueden dormir sin interrupciones y las horas adecuadas, pero despertarse con dolor corporal y sensación de un profundo cansancio”, manifiesta el profesional.
Acudir a un profesional

Uno de los problemas del insomnio es pensar que será imposible restaurar el sueño
El vicepresidente de la SEN recomienda a quien quiera saber si le faltan horas de sueño acudir a un profesional para que componga una historia clínica de sueño, incluyendo hábitos diurnos (cenas copiosas; consumo de alcohol; deporte antes de acostarse; uso de pantallas en la cama...), hora a la que se acuesta y a la que apaga la luz, si tiene síntomas que sugieran un síndrome de piernas inquietas, despertares nocturnos, cómo se encuentra al despertarse por la mañana, síntomas diurnos (somnolencia, cansancio, irascibilidad...). Manifiesta que, en la mayoría de los casos, si lo anterior se hace bien, se puede llegar a un diagnóstico razonablemente preciso.
Dos pruebas como la polisomnografía (para diagnosticar trastornos del sueño y evaluar el ciclo de sueño) y la actigrafía (para estimar cuánto dura el descanso y las pautas), se reservan para aquellas personas en las que se sospecha un trastorno que solo se pueda diagnosticar o evaluar mediante estos métodos.
Medicarse como última opción
“El descanso es una función fisiológica como respirar o comer y si se da un mal dormir o un mal descanso hay que pensar en recuperar, reparar y mantener las estructuras que la realizan y no normalizarlo o restarle importancia”, subraya Rosendo Bugarín, médico de familia del Centro de Salud de Monforte de Lemos (Lugo).
En primera instancia, declara que recetar medicamentos sería el último paso, primero trataría de resolver mediante unos adecuados estilos de vida.
En el informe 2021 de La Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE), se cita que España es el país que más benzodiacepinas consume del mundo. “Consumir fármacos hipnóticos crean la mayor parte de ellos, dependencia, por lo que una puede ser muy difícil retirarlos y si generan tolerancia es probable que con el paso del tiempo haya que aumentar las dosis. Por otra parte, son efectivos para personas con dificultades para conciliar el sueño, pero no tanto para los despertares precoces. Llevan al efecto “resaca” por las mañanas, dan somnolencia, causan menor rendimiento (físico e intelectual), disminución de la memoria, aumentan el riesgo de accidentes de tráfico, caídas…”, expresa.
Además de toda la problemática mencionada, el doctor Bugarín aclara que dormir y descansar mal durante bastante tiempo puede llevar a producir un envejecimiento prematuro, un aumento de la morbilidad y de la mortalidad.