La asociación Masculinidades Beta vio la luz en 2018 coincidiendo con las grandes manifestaciones feministas y la eclosión del #MeToo. Lo cuenta su vicepresidente, Miguel Lázaro (Madrid, 1978), licenciado en historia, máster en Relaciones Internacionales y especialista universitario en masculinidades por la Universidad Miguel Hernández (UMH) de Elche. Le gusta definirse como promotor de cambios en los hombres hacia el feminismo y señala que afrontar los cuidados -los propios y los ajenos- es el gran reto para ellos. Lo hace convencido a pesar de las mofas de una parte de la masculinidad. En su asociación son los hombres de entre 35 y 50 son de los que más consultas reciben. Recientemente, ha participado en el congreso organizado por la UOC Men in movement.
¿Hacia dónde se están moviendo los hombres?
En realidad apenas nos estamos moviendo. Pero sí hay una necesidad de que nos movamos de forma más decidida a apoyar el proyecto feminista.
¿Para qué?
Si nos liberamos de un montón de corsés de género que nos impiden desarrollar nuestra personalidad en libertad, esto nos permitirá generar relaciones mucho más íntimas y cercanas y contribuir a la justicia social y a la igualdad entre las personas de una manera que es imprescindible que hagamos. No hay un beneficio directo en esto, pero es un elemento que no podemos obviar, ocultar ni minimizar.
¿Puede poner ejemplos de corsés?
Ser hombre te enseña que cuidar es femenino. Y aprendemos a rechazar los cuidados en todas sus facetas. Es catastrófico. Desarrolla la sociopatía. Los hombres tenemos que aprender a interiorizar que cuidar forma parte de nuestra identidad. Aprender a cuidar desde la entrega, no desde proveer y proteger, que son los roles clásicos de los hombres. Eso no es cuidar.
¿No cree que está cambiando con las nuevas generaciones?
Las familias están concienciadas, pero no lo suficiente. Porque esto de la identidad es un tema muy complejo. Los adolescentes sí son bastante más valientes y una buena parte de ellos se rebelan contra esos estereotipos. Creo que en las generaciones Millenial o Z, los chicos están reivindicando mucho su mundo emocional. Y la respuesta que estamos dando los adultos es “los adolescentes no valen para nada, son unos blandengues”. Estamos reproduciendo unos estereotipos de género desde una concepción muy patriarcal, muy individualista.

Plural, Centro de Masculinidades en Barcelona.
¿Se llama Masculinidades beta en contraposición con machos alfa?
Sí. Y también alude a ser una versión en pruebas. Aún no sabemos de masculinidades, incluso si tenemos que hablar de masculinidades o de hombres. Porque la masculinidad es una forma de identidad construida en oposición a lo femenino. Si lloro o soy empático, ¿eso es mi lado femenino o es mi lado humano? Si soy sensible, empático, ¿eso es masculinidad o no lo es? Empatizar nos hace humanos y no menos hombres.
¿Cuál es la finalidad de la asociación?
Queremos provocar conversaciones sobre ser hombre. Y nos dirigimos a aquellos que quieren iniciar este proceso de cambio.
¿Buscan el cuestionamiento masculino?
Buscamos primero una toma de conciencia y salirnos de la idea de “es que yo soy así”. Y tomar conciencia del “yo soy así”. Y a partir de ahí empezar a dialogar sobre cómo te gustaría ser. Es el primer paso para acompañar o animar a los hombres a este cambio, que es muy complejo y dura toda la vida. Porque la identidad se construye en los primeros años de nuestro desarrollo. Voy a estar toda la vida, hasta que me muera, descubriendo automatismos machistas.
Las mujeres han empujado a hacer más visible al hombre blandengue
…
Cuando hablamos de desigualdad de género, hay un hombre que se beneficia o la mantiene. Pero el género no solamente afecta a la realidad de las niñas y mujeres, sino también a la realidad de los hombres y de los niños. Y si queremos hacer un trabajo de prevención de riesgos laborales, el apartado de perspectiva de género no puede hablar solamente de las mujeres en entornos masculinizados. Tiene que hablar también de cómo el género lleva a muchos hombres a arriesgar sus vidas o a perderlas por el miedo a que otros le llamen maricón en el trabajo por ponerse el casco o por echarse crema solar.
No ha habido tantos cambios en los hombres históricamente.
El arquetipo de los hombres no ha cambiado en absoluto de manera equivalente al de las mujeres en las últimas décadas. El cambio de nuestras abuelas respecto a nuestros abuelos no tiene parangón. Que los hombres de mi generación vayan con el niño al parque, coloquen la ropa o sepan cocinar, es un mínimo imprescindible. Pero ¿y todo lo demás?
Desde la creación de la asociación en 2018 ¿Cómo han visto la evolución?
Hay un interés creciente. Nos contactan hombres a veces buscando ayuda para controlar la ira y la violencia, porque se sienten como una amenaza a su pareja.
¿Los beta son mayoría, pero los alfa hacen mucho ruido?
Sí. Con matices, sí que hay una voluntad de muchos hombres que están en ese proceso de. Siempre ha habido hombres amorosos que han priorizado el cuidado de la familia... Ahora el hombre blandengue, emocional, cada vez es más visible porque las mujeres nos habéis empujado a ello, no porque hayamos reivindicado nuestra necesidad de mostrarnos así. Nos tenemos que movilizar nosotros mismos, no estar siempre esperando a que nos empujen ellas.
Hay hombres que no quieren este cambio.
Porque sienten que les va a modificar su posición en sociedad, lo cual va a significar perder privilegios. Y la gran mayoría de hombres están desconcertados, descolocados, confusos y confundidos. Algunos se sienten curiosos, otros pueden estar abrumados… El problema es que los sectores más reaccionarios, los grandes youtubers, ofrecen un objetivo que es tangible: “si haces esto, vas a ligar, vas a tener coches, vas a tener dinero, vas a tener poder”. Lo que ofrecemos desde el feminismo no tiene un objetivo definido. Y ahí sí que creo que es necesario hacer un esfuerzo, porque a un adolescente o a un hombre de mediana edad, ofrecerle que el objetivo sea poder llorar, es muy poco atractivo. Y es lo que llega a muchos hombres. Vemos que funciona este discurso crítico en situaciones de crisis personal para las cuales la identidad masculina no les da respuestas.
¿Qué situaciones?
El desempleo, la jubilación, la enfermedad, los divorcios, las separaciones. Situaciones de vida absolutamente normales de pérdida, ante las cuales la identidad masculina te dice “No te quejes, no llores, aguanta, tira para adelante, tú tienes razón”. Una serie de mensajes que tienen un alto coste personal y que no te sirven cuando estás viviendo alguna de esas crisis personales. Hay que aprovechar estas grietas que se abren.
Ha hablado del hombre blandengue. También está el planchabragas.
(Sonríe) Sí… Muy usado. Y otros peores que no puedo reproducir. Muchos hombres aprenden o interiorizan que hay cosas que no puedes hacer y que hay otras que debes hacer aunque no quieras. Se llama la Caja de la Masculinidad, la Man Box. Cuando los hombres nos salimos de esa caja en la que estamos encerrados, nos insultan. Y la homofobia es una agresión que funciona según esa caja de la masculinidad. Todos los chicos heteros hemos sufrido violencia homófoba. Acabas educándote para comportarte de una forma, porque, si no, sabes que vas a recibir violencia por parte de otros hombres. Hemos aprendido a ser hombres a base de sufrimiento y de violencia. Y no estoy equiparando violencias con la que sufren las mujeres. Son dos situaciones distintas, pero están tremendamente relacionadas. Muchos hombres ejercen violencia hacia las mujeres como una forma de autoafirmación de su propia identidad.

Miguel Lázaro, de masculinidades beta, urge a los hombres a asumir los cuidados
Interpelan a los que se cuestionan cosas. ¿A los machos alfa los dan por perdidos?
Sí, hay que dejarlos solos. Son las estrategias que se hacen con el bullying: que vean que su discurso no les da poder social o poder simbólico.
El caso Errejón ha supuesto un cisma para muchos
Ha sido un shock social. En los entornos de hombres más progresistas o que se sienten aliados del feminismo te hace espejo y te ves en Errejón. Esos días tuve el WhatsApp echando humo con hombres que se sentían un fraude. Hubo amigos que me decían: “Siento la necesidad de escribir a mujeres de mi vida para pedirles perdón”. Errejón nos coloca a los hombres que nos sentimos feministas ante el desafío de la coherencia, que es lo que no tuvo él... Si se te llena la boca con ideas de feminismo y de igualdad, igual tienes que renunciar al privilegio de tu erótica social y no puedes intentar ligar con una chica cada vez que sales por la noche. O, si lo haces, tienes que ser escrupuloso al máximo para que esa persona no se sienta que la has usado para tu disfrute sexual.
Hay hombres que no saben cómo comportarse ahora.
Está muy bien no saber. Igual los hombres tenemos que decir “no sé qué hacer o no sé cómo hacerlo”. Porque es muy masculino no admitir que no sabes. Nuestras abuelas no supieron qué iba a pasar cuando se pusieron en unos pantalones o dijeron “yo también quiero aprender a conducir”. No supieron a dónde les iba a llevar eso. Y mira a dónde les llevó.
¿Todos los hombres deberían pasar por un proceso de revisión y de construcción? Y si es así, ¿cómo se lleva a cabo?
Los que quieran y los que puedan. Se hace aprendiendo a cerrar la boca, leyendo, escuchando a mujeres y hombres. Con paciencia, con compasión. Hay que saber perdonarse, aprender a quererse, a conectar contigo. Y admitir que hay cosas que sirven en un momento dado y después no, o que igual te servirán más adelante. Lo más importante es que es un camino de no retorno para la mayoría, porque implica un proceso de desarrollo personal, conectar con un mundo emocional que te han enseñado a desdeñar. Hay algunos hombres que inician este proceso y se desvían al camino de los hombres enfadados porque sienten que el feminismo debería trabajar por la liberación de los hombres. La mayoría intentamos buscar un equilibrio entre estos problemas de los hombres y las injusticias, desigualdades y violencias que sufren las mujeres.
¿Vio la serie Machos Alfa?
Sí. Es una caricatura, pero sí que creo que ha servido para llevar esta conversación a espacios a los que nunca habríamos llegado: a los salones de las casas.
…
Los hombres no se reducen la jornada… Aunque cada vez hay más hombres que empiezan a cuidar de sus padres. Eso es bonito, pero sigue siendo muy difícil. Sigue recayendo sobre las mujeres. Y todavía no nos estamos cuidando entre nosotros. No estamos cuidando a los amigos como las mujeres cuidan a las amigas. ¿Por qué? Démonos cariño entre nosotros. El amor entre hombres puede cambiar el mundo.
Las estadísticas dicen que los jóvenes son más machistas de lo que son sus padres. ¿Qué estamos haciendo mal?
No les estamos dando objetivos atractivos. A los chavales hay que ofrecerles alternativas en positivo. Cómo tienen que ser solamente se lo ofrecen quienes no queremos que les den esa alternativa, que son los youtubers. Se lo está dando solamente la versión reaccionaria. No se la estamos dando desde una posición más feminista o más igualitaria. Es necesario generar esos discursos en positivo también para los chicos heterosexuales, porque también somos diversos. El gran reto está en que aprendamos que ser hombre es otra cosa diferente a reproducir lo masculino.