Que uno se declare vegano o vegetariano no es sinónimo de que coma saludable. Lo vuelve a poner de manifiesto un estudio liderado por investigadores de la Universitat de Girona y de la URV que revela que los hombres que siguen una dieta basada en plantas pero rica en productos procesados, azúcares y cereales refinados tienen peor calidad de esperma.
En concreto, la investigación asocia seguir una dieta vegetariana poco saludable con más alteraciones en el ADN de los espermatozoides en hombres jóvenes sanos.
El equipo, que forma parte del proyecto internacional Led-Fertyl, analizó la calidad de la cromatina espermática mediante pruebas de laboratorio y los hábitos alimentarios de 200 voluntarios de entre 18 y 40 años para determinar hasta qué punto los patrones alimentarios se relacionan de forma directa con la integridad del material genético de los espermatozoides, un indicador clave de la salud reproductiva.
Y los resultados mostraron que, cuanto más se ajusta una persona a un patrón de dieta vegetariana poco saludable, más alteraciones presenta el ADN de sus espermatozoides.
En concreto, quienes incluían alimentos técnicamente vegetales pero altamente procesados como cereales refinados, fritos, snacks, bebidas azucaradas, bollería, postres o zumos industriales, mostraban niveles significativamente mayores de un marcador que refleja un empaquetamiento anómalo del ADN durante la formación del espermatozoide. Y un ADN más dañado puede reducir la capacidad de concebir y también el riesgo de problemas en el desarrollo del embrión, influyendo en la fertilidad masculina.
En las dietas no vegetarianas poco sanas no se ve ese efecto en el material genético de los espermatozoides
Y esas alteraciones en el ADN no las observaron en los hombres que también consumían ultraprocesados y azúcares pero no seguían una dieta vegetariana. “Lo hemos analizado y en las dietas omnívoras y vegetarianas saludables no se ve ese efecto perjudicial; los resultados indican que el aspecto relevante podría ser el grado de procesamiento o la cantidad de azúcares simples en los alimentos, no la presencia de carne u otros alimentos de origen animal”, explica Marc Llavanera, investigador postdoctoral de la UdG y del Centro de Investigación en Agrigenómica(CRAG) que ha liderado el estudio, publicado recientemente en la revista Reproductive BioMedicine Online.
“El efecto sólo se ve en las dietas vegetarianas mal hechas, porque muchas personas al cambiar su alimentación incluyen sustitutivos de la carne que son procesados, y otros productos aparentemente sanos, como los zumos de fruta, pero que llevan mucho azúcar, de modo que en realidad su dieta es peor de lo que esperarían”, apunta Llavanera.
En este sentido, el estudio aporta una nueva pieza al rompecabezas de la caída de la fertilidad y del deterioro de la calidad del esperma que los andrólogos y las clínicas de reproducción asistida llevan años detectando, poniendo de relieve que la dieta -un factor modificable-, puede ser una vía directa de intervención en la salud reproductiva masculina.
Otros trabajos ya habían puesto de manifiesto la relación existente entre los patrones dietéticos y la calidad del semen en cuanto a movilidad y concentración de los espermatozoides. “Lo diferencial de nuestro trabajo es que se enfoca en el material genético y muestra que la calidad de los alimentos importa tanto como el patrón dietético general, puesto que no todas dietas vegetarianas son iguales”, puntualiza el investigador de la UdG en conversación con Guyana Guardian.
En este sentido, los autores del estudio dejan claro que las dietas que dan prioridad a la fruta, verdura, los cereales integrales, las legumbres y los frutos secos se relacionan con mejores resultados de salud espermática, mientras que el subgrupo de dietas vegetarianas pobres en nutrientes y ricas en ultraprocesados parecen contribuir a un entorno más oxidativo o menos favorable para la formación correcta de la cromatina, cuya integridad es esencial para la función espermática y la fertilidad.
Ese efecto negativo tampoco no se observa entre quienes siguen una dieta mediterránea, la denominada dieta planetaria (EAT-Lancet) o la dieta occidental. Por ello el estudio advierte contra el “efecto halo” positivo asociado a las dietas veganas y vegetarianas, subrayando que el mero hecho de eliminar la carne no garantiza la salud reproductiva si se sustituye por productos ultraprocesados y poco nutritivos porque “la calidad de los alimentos es fundamental”.



