“Está buena la sopita?”, pregunta una cuidadora a unos de los abuelos de la residencia. Él no entiende, como muchos otros, por qué a la gente mayor se le habla a menudo como si fueran niños pequeños, con diminutivos y repitiendo las cosas como si no las pudieran comprender: “camita, pastillita, corazoncito…” Para algunos, es una manera cariñosa de hablar, para otros es ofensivo.
El psiquiatra Josep Moya trata a diario con casos de maltrato o no buen trato a personas mayores. Es presidente de la Sección Colegial de Médicos Psiquiatras del Col·legi de Metges de Barcelona y médico psiquiatra del Servei Especialitzat d’Atenció a les Persones Grans (SEAP) del Consell Comarcal del Baix Llobregat.
Hablar de modo infantil a una persona mayor no es un buen trato. Hay que respetar la dignidad de la persona
¿Hablar de modo infantil a una persona mayor es maltrato?
No es un buen trato. Hay que respetar la dignidad de la persona. No siempre es necesario hablar con diminutivos, lentamente, o con un tono de voz cantarín o exagerado, o repetir lo que se acaba de decir, o limitarse a palabras muy básicas. A los mayores hay que hablarles como adultos, no como niños.
¿Por qué lo hacemos?
Hay una serie de estereotipos con relación a la gente mayor. Pensamos que todos son lentos, que tienen déficit cognitivo, que toman decisiones de manera poco racional, poco meditada, que siempre repiten las mismas historias… En nuestra sociedad, ser viejo implica que ya no eres productivo, que te has convertido en una carga social, que pierdes habilidades y cometes errores. Esto forma parte del discurso social actual. Un discurso que enaltece la juventud, la belleza, pero no la vejez.
Dice que la medicación que toma una población nos da un dibujo de la sociedad que tenemos.
Completamente. Los medicamentos más recetados habitualmente son ansiolíticos, antidepresivos, antiinflamatorios y analgésicos. Esto nos enseña que estamos en una sociedad que no soporta el dolor físico ni mental. Y, por lo tanto, todo lo que está asociado al envejecimiento, no se soporta tampoco. Esto es un caldo de cultivo que favorece el no buen trato o el maltrato.
Usted ve casos a diario. ¿Qué es lo que se encuentra?
Uno de los últimos ha sido el de una señora mayor que vivía con su familia, pero que le hacían luz de gas. Si un enchufe no funcionaba, era por culpa de la señora. Si la nevera se estropeaba, también era culpa suya, y así con todo. Se le atribuía la culpa de todo lo que no iba bien. Y este discurso facilita este no buen trato. Pero no solo sucede en el núcleo familiar. Hay empresas que cuando llaman a una persona mayor de 65 años, no lo hacen con un robot porque se presupone que no lo van a entender, o les indican las cosas paso a paso porque piensan que son incapaces solas.
Todo lo que está asociado al envejecimiento, no se soporta tampoco. Esto es un caldo de cultivo que favorece el maltrato
Usted mismo ha vivido situaciones así en su familia.
Mi padre estuvo en un sociosanitario, y lo que escuchábamos eran frases como “ay, el abuelito que guapo está hoy”. Cuando llegaba una fecha señalada, como Halloween, les disfrazaban a todos: “¡que mono estás con este peinado!”, sin pensar que quizás a algunos no les gustaba en absoluto disfrazarse o que podía ser hasta humillante. Hay que respetar a las personas con dignidad. No tratarlas como una criatura de 4 años o como la mascota de casa. Esta persona tiene un nombre y hay que hablarle como se le ha hecho toda su vida. La formación de los profesionales en este sentido tiene muchos puntos de mejora, uno de ellos es conseguir un trato respetuoso.
Recuerdo una escena de la película “El padre”, protagonizada por Anthony Hopkins y que trata sobre un señor de casi 83 años que empieza a mostrar signos de demencia. Él rechaza todos los auxiliares y ayudantes que su hija quiere imponerle. Y en uno de los momentos, precisamente, un cuidador le dice que le toca tomar “la pastillita azul” y añade además que “es un color muy bonito”. A lo que el personaje de Hopkins responde si le está tomando por alguien con algún tipo de retraso mental.
¿Está mal identificar las pastillas por colores?
Habrá personas a las que ya les esté bien, y se sientan erróneamente tratadas “con cariño”. Otras, como vemos en la película, se enfadarán. Y considerarán que aparte del drama que puede ser estar ingresado en un centro geriátrico o tener que recibir ayuda en determinadas tareas, ven que el trato no es digno. Cuando es la hora de la medicación hay que decirlo por su nombre: el nombre real del medicamento y para qué sirve. No pastillita azul, sino, por ejemplo, la medicación para la hipertensión. Es la manera que el paciente se haga responsable, asuma también que tiene hipertensión o una insuficiencia de lo que sea, y por eso toma una medicación. Da igual el color, porque si cambia el laboratorio que fabrica la pastilla, quizás deja de ser azul.
¿Qué consecuencias puede tener este trato infantilizante?
Si una persona tiene una cierta fragilidad emocional, puede acabar presentando una situación depresiva. No necesariamente, pero si es vulnerable en determinadas situaciones, se puede hundir. Estar sometido repetidamente a un trato infantilizante puede acabar con una autopercepción degradada. Una gota más a lo que ya le sucedía: he perdido amigos, casa, y también mi historia.
Sufrir un trato infantilizante puede acabar con una autopercepción degradada
Hablábamos del lenguaje, pero a menudo a los mayores también se les proponen actividades “infantiles” como modelar plastilina o dibujar…
He visto la realidad en distintos centros geriátricos. La mejor manera de prevenir las demencias es entrenamiento cognitivo, pero la mayoría de mayores está viendo la televisión. Siempre recuerdo una frase del neurólogo Nolasc Acarín que decía que “todas estas medicaciones tan caras que damos a los mayores no son más eficaces que un sudoku”. Recomendamos entrenamiento mental, sopas de letras, ajedrez, hacer ejercicio, caminar cada día… Esto es fundamental.