La actriz Anna Barrachina dejó la carrera de Filosofía con solo 18 años para entrar en La Cubana. La compañía —y el numeroso público que la sigue— han sido testigos de sus primeros pasos como actriz y de un crecimiento profesional que la ha llevado a interpretar personajes de enorme trascendencia, como Angelines en Teresines S.A. (1992) o Estrellita Verdiales en la obra Cegada de amor (1993).
Fue precisamente con Estrellita cuando Anna Barrachina enterró, literalmente, su etapa con La Cubana. “Hicimos un ataúd, le pusimos unas margaritas y arrojamos el vestuario de Estrellita Verdiales a un río en Buenos Aires. Fue doloroso, porque significaba dejar a mi familia y a un personaje que me había acompañado durante cinco años por todas partes”, explica en el programa Via Lliure de RAC1.
Después de veinticinco años trabajando en televisión, cine y teatro al margen de la compañía, ahora se reencuentra con ella en la obra L’amor venia en taxi, que puede verse en el Teatre Romea, de momento, hasta el 21 de diciembre. “Ha sido como volver a casa, pero cuando termine tengo que seguir mi camino. ¡Tranquilos, que esta vez no enterraré a nadie!”, exclama la intérprete
Sobrina del actor Joan Sala, Barrachina quiso ser actriz “desde pequeña”. Y, de hecho, explica que esta profesión la ha salvado. “En la vida me han pasado cosas muy duras. De cinco hermanos, me faltan dos. Sin ir más lejos, cuando hacía de Estrellita, mi hermana murió de cáncer con 23 años. Escapar de aquí y ser otra persona va muy bien”, confiesa la actriz.
El cáncer y la edad
No hace mucho fue a ella misma a quien le detectaron un cáncer que ha logrado superar. “Mi primera reacción ante el médico fue decirle: ‘¿De verdad me voy a morir y no podré seguir haciendo Romeo y Julieta?’. Creo que sin el teatro no estaría viva. Mi profesión y mi hijo son mi vitamina”, afirma Barrachina.
Barrachina, que está a cerca de cerrar la década de los 50 años, hace una reflexión sobre la edad. “Cuanto más mayor me hago, más mayor quiero ser. Aún no he cumplido los 60, tengo 57, ¡pues me gustaría tener 60! Cuanto más envejeces, más sabio te vuelves; creo que la edad ha jugado a mi favor”, concluye.

