Cuidar de nuestra ‘casa interior’, la clave para mantener nuestro equilibrio emocional

Vivo

A veces no permitimos entrar que los pensamientos, emociones y sentimientos que nos invaden circulen por nuestro interior, dejando que se instalen permanentemente: eso acaba afectando a nuestro bienestar personal

casa interior

En psicoterapia se utiliza frecuentemente la metáfora de la casa para representar nuestra dimensión psicoemocional

Anna Belil / Diseño LVD

En un mundo tan ajetreado, donde las prisas del día a día y las exigencias externas nos absorben, es fácil descuidar nuestra vida emocional. Las preocupaciones, los sentimientos incómodos o los asuntos pendientes tienden a acumularse, a menudo sin que seamos conscientes de ello. ¿Te has dado cuenta de hasta qué punto puede afectar a nuestro bienestar emocional todo aquello que no es atendido?

En psicoterapia se utiliza frecuentemente la metáfora de la casa para representar nuestra interioridad, es decir, nuestra dimensión psicoemocional. Una casa en la que lo ideal es que pensamientos, emociones y sentimientos, tanto los vividos en el pasado como los que experimentamos en el presente, puedan circular libremente a través de ella. Sin embargo, a veces no les permitimos entrar, bloqueamos su paso o dejamos que se instalen permanentemente, pudiendo afectar a nuestro bienestar emocional.

¿Cómo imaginas tu casa interior?

Visita a un piso de protección oficial

En psicoterapia se utiliza frecuentemente la metáfora de la casa para representar nuestra interioridad, es decir, nuestra dimensión psicoemocional 

Xavier Cervera

Si nos tomáramos un momento para imaginar cómo sería nuestra casa interior, cada persona la visualizaría de manera diferente. Algunos podrían verla amplia y luminosa, mientras que otros la imaginarían pequeña y acogedora. Podría tener muchas habitaciones o tal vez ser más simple, con pocos espacios definidos. Algunas podrían estar muy decoradas, mientras que otras podrían ser más minimalistas o incluso carecer de decoración. ¿Cómo imaginas tu casa interior?

Cuando he planteado esta pregunta en algunas formaciones, la mayoría de los asistentes ha coincidido en describir una casa o piso que incluye una habitación desordenada, llena de cajas, lo que muchos llaman “la habitación de los trastos”. Este espacio, según comparten, suele ser un lugar donde se guardan cosas que no se sabe dónde colocar o que están pendientes de organizar, pero que, por falta de tiempo o debido a otras prioridades, quedan relegadas allí.

Lee también

Emocionalmente hablando, es posible que en esta habitación guardemos o hayamos guardado aquellos sentimientos dolorosos o desagradables, con el fin de evitar el dolor o el malestar que nos causan. También puede ser que hayamos acumulado en cajas asuntos pendientes, conflictos no resueltos o experiencias, tanto del pasado o como del presente, que nos resultan difíciles de procesar o para las que no nos sentimos aún preparados para afrontar.

Qué importante es contar con esta habitación, ya que guardar todas esas emociones, pensamientos o sentimientos nos ha permitido, en muchos casos, seguir adelante y mantenernos funcionales en nuestro día a día. Sin embargo, es necesario que, de vez en cuando, entremos en ese espacio y atendamos lo que hay dentro de las cajas, para evitar que se acumulen en exceso.

Hay veces en las que ni siquiera dejamos entrar en “casa” ciertos sentimientos o emociones porque nos da miedo sentirlos o porque nos resultan incómodos. El temor a lo que podrían desencadenar o la inseguridad sobre cómo manejarlos nos lleva a preferir mantenerlos fuera, evitando que entren o directamente guardándolos cajas.

Abrir la puerta a los bloqueos emocionales

Vertical

Podemos ser hospitalarios con nuestros sentimientos, dejando que circulen y se muevan por nuestro interior

Terceros

Los pensamientos, emociones y sentimientos tienen una naturaleza transitoria; están de paso, como si fueran peregrinos. Podemos ser hospitalarios con ellos, dejando que circulen y se muevan por nuestro interior. Los acogemos y los atendemos, lo que nos permitirá integrar y comprender mejor lo que estamos sintiendo, evitando que se acumulen y generen bloqueos emocionales.

Con este propósito, podemos imaginar que les abrimos la puerta de nuestra casa interior, permitiéndoles entrar libremente. Al hacerlo, reconocemos su presencia, les ponemos nombre: tristeza, culpa, decepción, enfado…Escuchamos qué mensaje nos traen y tratamos de indagar de dónde vienen.

Algunas emociones y sentimientos, aunque los experimentemos en el presente, tienen su origen en el pasado, siendo las circunstancias del momento simples disparadores. En ocasiones, la intensidad con la que sentimos una emoción o un sentimiento puede informarnos de cuánto tiempo lleva alojado en nosotros: cuanto mayor es la intensidad, más antiguo suele ser. Una vez que nos hemos permitido sentirlo, visualizamos que abrimos nuevamente la puerta para que esa emoción o sentimiento vuelva a salir.

Es natural que, en algunas ocasiones, se queden más tiempo en nuestra casa interior debido al impacto o al dolor intenso provocado por una situación. Aunque permitirnos sentirlos y dejar que circulen dentro de nosotros no hará que desaparezcan de inmediato, sí contribuirá a su integración y a que su presencia se debilite gradualmente. Es importante destacar que, en algunos casos, será necesaria la ayuda psicoterapéutica para favorecer la circulación de nuestro sentir.

El estado de nuestra casa interior puede ser un reflejo del estado de nuestra dimensión psicoemocional. Sin embargo, a pesar de su importancia, a menudo la descuidamos, no le prestamos suficiente atención o no reflexionamos sobre nuestros sentimientos, emociones y experiencias internas. Visitarla y cuidarla regularmente, mediante la introspección, es esencial para mantener un equilibrio emocional saludable.

Lee también
Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...