En nuestra cultura, se ha banalizado la imagen tántrica mediante la relación con el Kamasutra, las posturas sexuales y el coito prolongado. Pero el tantra es mucho más que eso. Se trata de una rica tradición filosófica que se originó con el Buda Shakyamuni hace dos mil quinientos años (siglo VI a.C.) y tuvo su florecer durante la Edad Media, cuando alcanzó muchas capas de la sociedad hindú, especialmente en territorios como Cachemira, Bengala o Assam.
Integró bases musulmanas y se extendió por otros países de Oriente, llegando a China en el siglo VIII d. C. y poco después a Japón. Tanto los budistas tántricos de la época Tang como la secta japonesa Tachikawa, fundada el siglo XII d.C., practicaron ritos sexuales de energía elevada. Tíbet es uno de los lugares donde el tantra llegó antes (siglo VII d. C.). En el sudeste asiático entró hacia el año 900 en enclaves como Camboya o Java. Su transmisión empezó de maestro a alumno y siguió mediante grupos familiares.
La senda del tantra

El tantra se dedica a integrar las partes para canalizar esta energía
Tantra significa urdir o tejer. Como filosofía de vida invita a la experiencia de unir en vez de dividir y segmentar. Nuestra tradición se basa en el conocimiento científico que se encarga de descomponer las partes para comprender. De esta forma tomamos la parte por el todo, perdiéndonos la unidad. El tantra tiene una visión unitaria y global, un sentido más holístico del ser humano y aquello que le rodea. Como en la física cuántica, se considera que todo es energía. W. Heisenberg, uno de los padres de la mecánica cuántica, decía que “el universo no está hecho de cosas sino de redes de energía vibratoria, emergiendo de algo todavía más profundo y sutil.”
El tantra se dedica a integrar las partes para canalizar esta energía. Unimos las partes para apreciar la experiencia o a la persona como un todo y sentir el movimiento de la energía.
Claves del tantra 1Integrar. Integrar es observarse de una forma consciente, presente y global. Ver todo lo bueno y lo malo. Nuestros dones y virtudes, junto con nuestros defectos y debilidades para darle la bienvenida a todo. No hay que juzgar ni flagelarse. Todo está bien. Es lo que es.
2Unir. Ser mediador, no maquiavélico, dominante o egocéntrico. Atender y escuchar al entorno, dar oportunidad a las otras opiniones. Ampliar los puntos de vista sin tomar ninguno de ellos como la verdad absoluta. Unir a las personas, a los grupos, mezclar, combinar, agrupar. Todas estas son las formas del tantra.
3Aceptar. La visión global no toma juicio. Ve la visión del conjunto y lo acepta. Tampoco magnifica ninguna de las partes, sino que da valor a lo global y lo acepta como es. Por ejemplo, en vez de distanciarnos de un enemigo, lo aceptamos y hasta podemos llegar a comprender que puede venir a mostrarnos cosas de nosotros que no queríamos ver. No hay que equiparar el aceptar con claudicar. Son cosas distintas, aunque la persona que está en el tantra pocas veces va entrar en una discusión.
4Visión de conjunto y energía. La globalidad nos pacifica. Las partes nos polarizan, creando bandos desde los cuales tendemos a alinearnos de un lado o del otro. Por ejemplo, en algo tan banal y social como el fútbol, podemos ser del Barça o del Madrid y enfrentarnos, pero si al final lo que nos gusta es el fútbol como un todo, dejaremos de discutir para disfrutar del espectáculo. Aprender a ver la vida desde una perspectiva global no es fácil, pero se puede entrenar. Todo es una misma energía que no se genera ni se destruye. Simplemente se conecta, se transforma o se comparte.
5Distancia y perspectiva. Tomar distancia nos ayuda a ver los distintos puntos de vista y comprender las partes. Cuando estamos muy metidos en algo, nos perdemos el conjunto. La tendencia más habitual es enfocarnos y quedarnos en los detalles o lo que tenemos delante. Hay que aprender a ponerse en ese observador distante y poder ver el conjunto de las situaciones o las cosas.
El mundo civilizado ha descubierto muchas formas de extraer energía de la naturaleza, pero curiosamente el hombre no ha descubierto cómo usar la tremenda energía que almacena en su interior. El tantra es la vía para obtenerla y ponerla a nuestro servicio. La energía se mueve principalmente desde la respiración. Cuando dos personas sincronizan sus respiraciones están activando una poderosa energía conjunta. Igualmente, cuando paseamos por el bosque, la playa o cualquier espacio de la naturaleza entramos en intercambio de energía con estos lugares. Igualmente, desde la kundalini yoga o el tantra blanco se trabaja la elevación de la energía desde la base de la columna mediante posturas, ejercicios respiratorios y potentes meditaciones en movimiento que se realizan por parejas hombre/mujer. Así se obtiene ese segundo principio importante de integrar las partes.
A nivel psicológico y personal, la vía del tantra es una invitación a integrar nuestras partes no deseadas. Aquello que Jung llamó la sombra y que se corresponde con nuestros puntos ciegos o aquello que no queremos ver. En el tantra no hay bueno o malo, sino una aceptación no conflictiva de lo que es. La noche y el día se necesitan y se complementan como el sol y la luna. La energía masculina (yang) y la femenina (yin) se complementan y conviven en nosotros, independientemente de que seamos hombre y mujer. Según el tantra todos tenemos una parte masculina más pragmática y racional y una femenina más sutil e intuitiva.
El tantra en la vida cotidiana

Una sesión de técnicas de meditación y respiración
Por eso el tantra no es algo abstracto sino algo que podemos integrar a nuestro día. Se trata de ir por la vida con la mirada puesta en la integración y la unión de las partes. Viendo a los individuos y a nosotros mismos como personas, en un sentido global. Compuestos no sólo de pensamientos e ideas sino de energía, espíritu y emociones. Observar los dones y defectos que nos habitan y hacer lo mismo ante las situaciones que nos presenta la vida.
El tantra es conciliador, integrador y puede entenderse también como un código ético o moral. Tu eres yo y viceversa. Todos estamos integrados por una misma energía que nos abraza.
Si vamos a los aspectos más prácticos podemos hacer ejercicios de sincronización de la respiración, prácticas sexuales tántricas donde ambos cuerpos y energías se fusionan largamente más allá del coito inmediato o podemos hacer alguna meditación en movimiento que nos eleven la energía.
Prácticas tántricas 1Respiración sincronizada. Hombre y mujer sentados uno frente al otro en un espacio tranquilo y cómodo. Doblando los codos se acercan las palmas de las manos hasta casi unirlas, dejando apenas unos centímetros para que no llegue a ver contacto, pero si se pueda acabar sintiendo la energía. Se puede mirar directamente a los ojos o cerrarlos. Sincronizar la respiración quiere decir que uno inhala y su exhalación es seguida por la pareja que vuelve a inhalar y le devuelve el aire al primero. Así la respiración crea un loop, un bucle sincronizado que puede prolongarse el tiempo que se quiera. Tiempo mínimo de 5-10 minutos.
2
Meditación del candelabro. Meditación tántrica que es mejor hacer en grupo, pero también puede hacerse individual. Sirve para elevar la energía y soltar las cargas o pensamientos recurrentes de la mente. Sentados en postura fácil o en una silla. Espalda recta y alineada. Pecho abierto y brazos en candelabro formando un ángulo de 90 grados con los codos. A partir de aquí, cerramos los ojos y movemos cabeza y torso de lado a lado, Pivotando del centro a los costados. Ritmo fluido, no muy intenso, siguiendo la respiración. Inhalamos izquierda, exhalamos derecha. Al cabo acabar paramos con suavidad y nos quedemos unos instantes meditando en silencio. Tiempo: 5 minutos.
Una de las formas de entrar en la práctica de las meditaciones tántricas es participar en un tantra blanco. Este es un encuentro que se realiza una vez al año (marzo) en territorio peninsular (Barcelona o Madrid de forma alterna).
3
Abrazar tu sombra. En la intimidad, dedica un tiempo en estado meditativo o simplemente dejándote sentir más allá de los pensamientos y los juicios establecidos, cuáles son tus partes más oscuras. Tus miedos, fobias, aquello que no quieres mostrar. Poco a poco, vas dejando que la información vaya aflorando, sin poner resistencia. Cuando tengas ya suficiente información puedes anotarla, fijarla, tenerla presente para finalmente darle espacio desde una actitud de aceptación. Puedes repetirte frases como “este soy yo, esto también forma parte de mí, todo está bien.” Las frases o es imprescindible verbalizarlas. Puede ser un ejercicio simplemente meditativo y de estar con uno mismo, más allá de ese ego o personaje principal que siempre nos acompaña.
La senda del tantra, nos amplia dando una visión más global de todo lo que hay en nosotros y el universo que nos rodea. No es magia ni mística, tan sólo una forma de estar en la vida.
Las meditaciones en movimiento, despiertan esta energía vital transformadora. El propósito es enfocar nuestra vida para no pasar por ella como zombis adormecidos. No hay que caer en la presiones mentales y emocionales de nuestros tiempos. Las meditaciones tántricas nos despiertan del ensueño para tomar las riendas de nuestra vida. Uno de los principios fundamentales es alcanzar la pureza de mente para vivir desde este estado. El tantra busca desarrollar la pureza interna, la compasión y la empatía hacia los demás. La energía alcanzada no es una forma de individualismo ostentoso sino un camino de altruismo para ponerse al servicio de los demás y de uno mismo.
Una vez hemos creado una atmósfera de energía positiva en nosotros, nos decidimos a compartirla con los demás lo máximo que podamos. El tantra nos recuerda que el cielo es ahora. No hay que esperar para ser dioses o diosas. Todo lo que necesitamos para sentirnos plenos, lo tenemos en el presente.
Finalmente, una de las cuestiones esenciales del tantra es que el placer y el deseo no son algo que evitar. En ellos reside la potencialidad de una energía que podemos encaminar y elevar hacia lo espiritual. La experiencia del placer más carnal sirve como recurso para alcanzar la suprema iluminación. Es algo así como el éxtasis de Santa Teresa de Bernini. No hay que sentirse culpable por alcanzar el máximo placer. En cuanto a la energía, la mujer dispone de toda ella y el hombre de la dicha de formar parte.
Canalizar la energía es uno de los grandes aprendizajes que tenemos en la vida y la vía del tantra nos dirige siempre hacia la unión y la integración. Sin duda, hoy muchos políticos y dirigentes podrían beber de sus fuentes, en vez de regresar a esas formas absolutistas caducas que proceden de otros tiempos. Parece que este mundo global en vez de unirse, no hace más que segmentarse y polarizarse.
A nivel personal, el objetivo del tantra no es más que la realización de nuestro más alto potencial humano. Para ello, mantener la mente pura y la energía elevada son fundamentales. Claridad y no dualidad son sus principios básicos. Mediante el tantra nos liberamos de todos los condicionantes que limitan la comprensión de nosotros mismos, para mostrarnos cómo somos. Al mismo tiempo, vemos aquello en lo que podemos convertirnos.