Desde que somos pequeños nos inculcan la importancia de los buenos modales. Gestos que van desde un ‘por favor’ y un ‘gracias’ hasta sostener la puerta para alguien que entra al mismo tiempo que nosotros en un lugar público, ceder el puesto en el supermercado a esa persona que apenas lleva un par de cosas u ofrecer nuestro asiento en el transporte público a una persona que parece necesitarlo más.
Estos gestos van más allá de la buena educación, pues numerosos estudios constatan que la amabilidad no solo surte un efecto positivo en la persona que recibe la cortesía, sino también en quien la practica. En definitiva, las personas más amables son más felices.
La relación entre la amabilidad y la felicidad
Una investigación publicada en septiembre de 2024 en la revista Sage Journals constató que potenciar la amabilidad reduce situaciones negativas como la depresión y, por consiguiente, mejora la felicidad subjetiva. Aunque esta es una de las investigaciones más recientes en esta materia, no es en absoluto la única que ha probado la relación entre la amabilidad y la felicidad.
Otro estudio, publicado en julio de 2023 en la revista Basic and Applied Social Psychology, determinó que la amabilidad conductual se relaciona positivamente con la felicidad, la autosatisfacción, la satisfacción en las relaciones y el sentido de la vida, al tiempo que se correlaciona negativamente con la depresión. “Actuar de manera amable, es decir, de manera cálida y amistosa, hacia los demás en situaciones cotidianas puede promover el bienestar de uno mismo”, afirmaron los autores del citado estudio.
En otra investigación que data de 2019, publicada en The Journal of Social Psychology, fueron un paso más allá para dilucidar si existen diferencias en cómo la amabilidad influye en el bienestar en función de la relación que se tenga con el destinatario. El estudio afirma que realizar actos de bondad aumenta la felicidad y el bienestar independientemente del tipo de vínculo que se tenga con la persona hacia quien se dirija esa amabilidad, ya sean vínculos fuertes, vínculos débiles o vínculos hacia uno mismo. Por ende, las personas son más felices tras ser amables tanto con una amistad como con una persona desconocida, así como también siendo amables consigo mismos.
Se ratifica así que la amabilidad va mucho más allá de los modales y la buena educación, siendo una vía que mejora tanto las relaciones interpersonales como el estado de ánimo propio y de los demás. Una forma sencilla de aumentar el bienestar de uno mismo y, de paso, alegrarle el día a alguien.


