¿Te sientes infeliz? ¡Relájate! Tal vez el problema es que te estás esforzando demasiado en ser feliz

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La búsqueda permanente de la felicidad no es el mejor camino para ser feliz, según un estudio: resulta mentalmente agotador y merma nuestra capacidad de autocontrol y nuestra fuerza de voluntad

Adolescente y problemas mentales, jovenes y trastornos psicológicos, niños y trastorno mental, depresión, pandemia y trastorno psicologico, chicas adolescentes- Foto Ana Jiménez

La búsqueda incesante de la felicidad merma nuestra capacidad de autocontrol y nos lleva a tomar decisiones autodestructivas 

LV / Ana Jiménez

No hay gurús, libros de autoayuda ni influencers que valgan. Tampoco especialistas en medicina. Ni hábitos, ni dietas, ni genética. Da igual lo que digan en Harvard y Yale, o lo que hagan en Noruega. Lo único cierto es que los caminos a la felicidad son inescrutables. Los más afortunados encuentran a lo largo de su vida algún modo de acercarse a la felicidad. La gran paradoja, según una investigación de la Universidad de Toronto Scarborough (Canadá), es que no es necesario buscarla con demasiado ahínco. Intentar ser más feliz de lo que somos puede ser incluso contraproducente. Nos tensiona y nos agota mentalmente, por lo que a menudo no sirve para alcanzar el objetivo. En lugar de eso, más vale apreciar lo que uno tiene y sentirse satisfecho con ello.

Diferentes estudios han documentado esta paradoja durante décadas, pero pocos han investigado sus causas. El nuevo trabajo, publicado en la revista Applied Psychology: Health and Well-Being, concluye que la búsqueda incesante de la felicidad  merma nuestra capacidad de autocontrol y nuestra fuerza de voluntad. Como resultado, somos más susceptibles a las tentaciones y a tomar el tipo de decisiones autodestructivas que nos hacen menos felices.

La paradoja: decides intentar sentirte más feliz, pero ese esfuerzo merma tu capacidad de hacer el tipo de cosas que te hacen más feliz

Sam MaglioCoautor del estudio

“La búsqueda de la felicidad es un poco como el efecto bola de nieve. Decides intentar sentirte más feliz, pero luego ese esfuerzo merma tu capacidad de hacer el tipo de cosas que te hacen más feliz”, explica Sam Maglio, coautor del estudio y profesor de marketing de la Universidad de Toronto Scarborough y la Rotman School of Management.

Compara las consecuencias de intentar constantemente ser más feliz al llegar a casa después de un largo día de trabajo: cuanto más agotados estemos mentalmente, más tentados estaremos de saltarnos la limpieza de la casa. Y en su lugar, navegar por las redes sociales, por ejemplo. Maglio y el coautor del estudio Aekyoung Kim, profesor de la Escuela de Negocios de la Universidad de Sídney (Australia), ya abordaron la paradoja en un estudio de 2018 que encontró que las personas que intentan ser más felices tienden a sentir que tienen poco tiempo, cuyo estrés los hace más infelices.

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“La cuestión es que la búsqueda de la felicidad tiene un coste: consume recursos mentales. En lugar de dejarse llevar por la corriente, uno intenta sentirse de otra manera”, argumenta Maglio. Regular nuestros pensamientos, emociones y comportamientos es especialmente agotador, según señalan los investigadores. Y a ello cabe sumarle la presión añadida propia del sistema capitalista: en la multimillonaria industria de la autoayuda se ejerce mucha presión y responsabilidad sobre uno mismo. La felicidad es especialmente agotadora cuando la gente piensa en ella del mismo modo que piensa en el dinero: como si fuera algo inherente que podemos y debemos reunir y acaparar todo lo que podamos.

Tres experimentos

Cómo la búsqueda de la felicidad merma nuestra capacidad de autocontrol

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“La vida es como una caja de bombones, nunca sabes lo que te va a tocar”, decía Forrest Gump

Otras Fuentes

Los investigadores encuestaron a cientos de personas y descubrieron que cuanto más se esforzaban habitualmente por ser más felices, menos utilizaban el autocontrol en su vida cotidiana. Maglio y Kim pensaron que esto se debía a que la búsqueda de la felicidad y el autocontrol debían competir por la misma fuente finita de energía mental. Así que, para concluir la siguiente ronda de encuestas, pidieron a los participantes que clasificaran listas de objetos, ya que elegir -y completar cualquier tarea mundana- requiere recursos mentales y autorregulación. Como se sospechaba, cuanta más gente decía buscar la felicidad, menos tiempo dedicaba a la tarea encomendada.

En otro experimento se utilizaron anuncios con la palabra 'felicidad' para evaluar hasta qué punto se desencadenaba un fenómeno por el cual la gente intenta ser más feliz con sólo ver la palabra. Se dio a los participantes un gran cuenco de bombones, se les dijo que podían comer tantos como quisieran y se les pidió que clasificaran su sabor. Los investigadores pensaron que cuanto más autocontrol tuvieran los participantes, menos chocolatinas comerían. Lo que descubrieron fue que los que habían visto el anuncio de la 'felicidad' comían más que los demás.

Para el estudio final, se presentaron a los participantes pares de artículos cotidianos; a un grupo se le pidió que eligiera la opción que mejoraría su felicidad, mientras que al otro se le dijo que eligiera en función de sus preferencias personales. A continuación, ambos grupos tuvieron que realizar una tarea mental que medía su capacidad de autocontrol. El grupo de la felicidad abandonó antes, lo que indica que le quedaban menos recursos mentales después de pensar en cómo ser feliz.

“La búsqueda de la felicidad no es intrínsecamente inútil”, aclara Maglio, quien recomienda pensar en la felicidad más bien como en la arena de la playa. “Puedes aferrarte a un puñado de arena e intentar controlarlo, pero cuanto más lo agarres, más se te acalambrará la mano. Al final, tendrás que soltarla”. “Relájate. No intentes ser superfeliz todo el tiempo, recomienda. En lugar de intentar conseguir más cosas que quieres, fíjate en lo que ya tienes y valóralo como algo que te da felicidad”.

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