El 30% de los niños entre siete y diez años presenta el hábito de morderse las uñas, también conocido como onicofagia. Un porcentaje que aumenta hasta el 45% durante la etapa de la adolescencia, según los datos de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI). Sin embargo, también puede afectar a los adultos. A menudo, las personas que lo padecen suelen centrarse en morder las uñas, mayoritariamente de las manos. No obstante, hay ocasiones en las que también lo hacen con las cutículas de la piel. Los motivos que se esconden detrás de esta conducta pueden ser variados, pero tienen en común un origen nervioso o ansioso, apuntan los especialistas del Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid (COFM). “Sin duda, este trastorno esconde detrás un problema de ansiedad o estrés, aburrimiento, nerviosismo e incluso de inseguridad”, aseguran.
Al morderse las uñas, las personas con onicofagia consiguen rebajar esa sensación de tensión y ansiedad, por lo que esta práctica se convierte en una rutina, a pesar de las consecuencias que implica. De hecho, un estudio realizado por un equipo de investigadores de Ecuador, publicado en la ‘Revista Social Fronteriza’, identifica a la onicofagia como una señal de trastornos de ansiedad en niños y adolescentes. Por otro lado, desde COFM advierten de los riesgos que supone este hábito, como pueden ser los cambios en la morfología de la uña, las alteraciones en su coloración y la inflamación de la piel circundante. Además, estas personas también pueden acabar sufriendo infecciones, heridas e incluso problemas en las encías o en sus dientes.
La onicofagia también presenta una serie de consecuencias psicológicas, como son la vergüenza y la inseguridad por el aspecto de las manos e, irónicamente, un mayor estrés ante la incapacidad de controlar el impulso. Sin embargo, para dejar de morderse las uñas es posible optar por diferentes métodos.
¿Cómo conseguir dejar de morderse las uñas?
El equipo de especialistas de IPSIA Psicología recomienda algunas de las estrategias conductuales e intervenciones terapéuticas más efectivas para que las personas con onicofagia dejen de morderse las uñas. Un fundamental tiene que ver con la identificación del estímulo que desencadena este comportamiento, dado que el hecho de averiguar por qué sucede y reconocer patrones ayudará a crear estrategias para enfrentarlo, según explican los psicólogos. Esto igualmente servirá para tratar de sustituir ese hábito por otro que alivie la ansiedad, por ejemplo, una pelota antiestrés o mascar chicle. También puede ser una buena estrategia mantener las uñas cortas y cuidadas invirtiendo en manicura, puesto que, a menudo, disminuye el deseo de morderlas.
Los expertos aconsejan optar por técnicas de relajación y de manejo del estrés, como la meditación, el yoga o incluso las actividades recreativas. En el caso de que nada de esto resulte efectivo, la terapia conductual puede ser la mejor solución.