Hacer ejercicio aeróbico es hoy en día algo mucho más habitual en nuestra sociedad en comparación con décadas pasadas. En especial entre las personas adultas. En algunos casos, sin embargo, llega a convertirse en un problema psicológico. Ocurre cuando correr o montar en bicicleta se convierte en una obsesión y las personas dejan de disfrutar con ello. Este fenómeno ya se reconoce como una patología, denominada «runnorexia».
Así lo explica Joel Manuel Prieto Andreu, profesor de la Mención en Educación Física e investigador de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) que ha realizado un estudio entre corredores aficionados para analizar este fenómeno. A través de su grupo de investigación se analizaron, por un lado, artículos científicos anteriores en esta área; por otro, se hizo trabajo de campo con los participantes en una carrera San Silvestre, con más de 2.500 inscritos, a los que se cuestionó sobre sus hábitos de entrenamiento, su estado de ansiedad ante la carrera y otras variables.
El perfil
Hombres de 35 a 40 años que compitieron en deportes amateurs de más jóvenes

Participantes en una competición deportiva en Madrid
Las observaciones concluyen que los hombres entre 35 y 45 años son propensos, en un sesenta por ciento, a encontrarse en esa situación de adicción al entrenamiento. Algunos de ellos compitieron cuando eran más jóvenes a nivel amateur o semiprofesional , en deportes individuales o de equipo.
Pero también afecta a perfiles muy distintos: (...) «otras personas no tienen una gran experiencia deportiva» y «eso lleva a compensar sus carencias con un volumen excesivo de entrenamiento». Esto es lo que finalmente genera problemas «tanto físicos, porque desemboca en lesiones, como psicológicos» y de relaciones, porque puede llevar a un aislamiento de la persona, comenta Prieto Andreu.
Esta obsesión por mejorar marcas está más asociada principalmente al atletismo, pero se da también en otras disciplinas deportivas, como el ciclismo de carretera o de montaña, y actividades híbridas como el triatlón. «Se trata de un momento de cambio vita, de una edad en la que para los hombres puede haber una crisis de identidad y correr se puede convertir en un mecanismo de escape, en una válvula», detalla este doctor en Ciencias del Deporte.
Este fenómeno se da también, y cada vez con más frecuencia, en mujeres. El estudio detalla, las mujeres que entrenan en exceso «tienen la motivación en mejorar su aspecto físico» mientras que «a los hombres les mueve la competitividad y la necesidad de reconocimiento».
Volver a disfrutar con el deporte
«La obsesión por mejorar marcas personales y el miedo a fracasar en esa exigencia revela, en realidad, una baja autoestima», detalla el profesor de UNIR, que explica que «aunque esta adicción no está reconocida como un trastorno clínico sí que se enmarca dentro de los trastornos de conducta» porque «no es muy diferente a cuando se hacen compras o se juega de forma compulsiva».
Esta situación se ve favorecida por un mercado de marcas comerciales, especialmente de ropa y calzado deportivo, que «promueven para todo el mundo ideas inalcanzables del deporte, cuerpos perfectos o tiempos de carrera que solo son para profesionales».
Las recomendaciones para evitar caer en esta adicción pasan por ver el deporte como un disfrute, no como una obligación, además de «cambiar las rutinas de vez en cuando, diversificar descansos y establecer límites» en la práctica de ejercicio.
«Es muy importante el autoconocimiento, para saber si se hace deporte por pasión, pero de forma equilibrada o no» y «si ocurre lo segundo, es bueno buscar ayuda de un profesional que ayude a recuperar el disfrute en el ejercicio».
Además, «no hay que ponerse referentes imposibles» como «cuando alguien que no ha hecho mucho deporte en su vida busca en internet la rutina de Fermín Cacho para preparar un maratón» porque «eso probablemente solo le va a llevar a una lesión o a tener más ansiedad», concluye el profesor de UNIR.