El genoma del perro de Groenlandia revela cómo los inuit poblaron la isla

Paleogenómica

El ADN de los Qimmit refleja la relación milenaria entre los inuit y sus perros

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El análisis demuestra que la raza proviene de un linaje genético único y protegido durante más de ocho siglos 

Mikael Svensson / Otras Agencias

Un nuevo estudio paleogenómico ha reconstruido la historia genética de los perros de trineo de Groenlandia. Sus hallazgos revelan no solo la extraordinaria adaptación de estos animales al frío extremo, sino también su vínculo con las migraciones humanas y las divisiones culturales en el Ártico.

El perro de trineo de Groenlandia, conocido localmente como Qimmeq  (o Qimmit en plural), es una de las razas más antiguas del mundo que sigue cumpliendo una función ancestral: tirar de trineos sobre el hielo. A diferencia de otros perros árticos que han sido reemplazados, hibridados o reconvertidos en mascotas, los Qimmit han mantenido su papel como animales de trabajo durante más de 9.500 años. Hoy ese legado está en peligro por el cambio climático, la urbanización y la sustitución de perros por motonieves.

El genoma de los Qimmit identifica las claves para preservar esta raza ártica en peligro de extinción

Los inuit son un pueblo indígena que, desde hace milenios, habita las regiones árticas de América del Norte, desde Alaska hasta Groenlandia. Su supervivencia en un entorno hostil ha dependido en gran parte de su capacidad para desplazarse largas distancias sobre hielo y nieve, una tarea que durante generaciones han realizado con la ayuda de sus perros de trineo.

El estudio, liderado por Tatiana Feuerborn, de la Universidad de Copenhague, ha revelado que los Qimmit formaron parte de un proceso de colonización más rápido y extenso de lo que se pensaba. “Los perros groenlandeses se sitúan dentro de un clado que incluye a un perro de hace 3.700 años de Alaska, lo que respalda un movimiento rápido de los inuit a través del Ártico de América del Norte”, concluyen los autores.

El análisis, publicado en la revista Science, demuestra que la raza proviene de un linaje genético único diferenciado de otras razas nórdicas actuales como el husky siberiano, el malamute de Alaska o el samoyedo, a pesar de su similar aspecto. Una dieta rica en grasas, la tolerancia al dolor y el manejo de la hipoxia inducida por el ejercicio son algunos de los factores que han anclado los genes de los Qimmit durante siglos.

Esta filiación genética única ha permitido identificar dos introducciones independientes de perros en Groenlandia: una primera, más antigua de lo previsto, vinculada a pueblos paleo-inuit, y una segunda relacionada con la llegada de los inuit posteriores.

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Para reconstruir esta historia, los científicos secuenciaron el ADN de 92 perros —tanto antiguos como modernos—, procedentes de diversas regiones de Groenlandia. Las muestras antiguas se extrajeron de restos óseos conservados en yacimientos arqueológicos, algunos en permafrost, y se compararon con secuencias genómicas de perros actuales recogidos en comunidades que todavía utilizan trineos.

El análisis se complementó con más de 1.900 genomas de perros antiguos y modernos de todo el mundo. Esta referencia global permitió confirmar que el perfil genético de los Qimmit se ha mantenido notablemente estable a pesar de los cambios ambientales y sociales que ha experimentado Groenlandia.

La raza desciende de un linaje diferenciado de otras razas nórdicas como el husky siberiano, el malamute de Alaska o el samoyedo

Lo más sorprendente es la escasa presencia de ascendencia europea en estos perros, incluso tras siglos de colonización danesa. A diferencia de otros animales domésticos, que suelen cruzarse con razas foráneas al contacto con culturas colonizadoras, los Qimmit han permanecido prácticamente puros durante los últimos 800 años. “La mínima mezcla europea en los perros de Groenlandia indica un aislamiento respecto a razas foráneas en los últimos siglos, probablemente favorecido por políticas de preservación,” señala el estudio.

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En los últimos veinte años, el cambio climático ha puesto en peligro la tradición que asegura la supervivencia de las familias inuit 

OLIVIER MORIN / AFP

Además de la continuidad genética, el estudio documenta una correlación entre las diferencias genómicas de las poblaciones de perros y las divisiones culturales y lingüísticas de los pueblos inuit. Este paralelismo sugiere que los Qimmit no solo fueron compañeros de viaje, sino también marcadores de identidad colectiva, un ejemplo extraordinario de colaboración entre especie humana y animal. Por esta razón, los investigadores subrayan “el valor de estudiar las migraciones humanas a través de las historias paralelas de sus perros”.

Pero hoy ese patrimonio está en riesgo. En las últimas décadas, el número de perros de trineo en Groenlandia ha disminuido drásticamente debido a la urbanización, el deshielo, la modernización de los métodos de transporte y el declive de la caza tradicional.

“Estudios como este demuestran la relevancia del conocimiento paleogenómico para las conversaciones y decisiones actuales centradas en la conservación y preservación de especies culturalmente significativas”, escriben los autores. El genoma de los Qimmit ofrece un punto de partida para medir niveles de consanguinidad, detectar posibles problemas de salud y decidir cómo preservar esta raza única.

Los investigadores advierten de que la pérdida del Qimmeq no sería solo biológica, sino también cultural. A lo largo de generaciones, estos perros han sido compañeros, herramientas y símbolos. Su desaparición implicaría también la erosión de un modo de vida que ha perdurado durante casi 10.000 años en uno de los entornos más extremos del planeta.

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