España es uno de los países desarrollados con una mayor brecha salarial entre la población inmigrante y la población autóctona, con unos ingresos un 29% más bajos para los trabajadores inmigrantes de primera generación que para los españoles, según una investigación liderada por la Universidad de Oslo y en la que ha participado el IESE Business School.
Una parte de esta diferencia se debe a que, realizando el mismo trabajo en la misma empresa, los inmigrantes cobran de media un 7% menos que los españoles. Pero la mayor parte de la brecha se explica porque la población inmigrante tiene más dificultad para acceder a empleos bien remunerados, según los resultados de la investigación que se presenta hoy en la revista Nature.
“España se convirtió en un país con alta presencia de inmigrantes más tarde que otros. La más reciente transformación en país receptor de inmigración significativa conlleva menor tiempo para la asimilación de los trabajadores inmigrantes, menor experiencia para diseñar políticas de integración y menor antigüedad de los trabajadores mismos dentro de sus puestos de trabajo”, declara a La Vanguardia Marta Elvira, coautora de la investigación, del IESE Business School.
Investigaciones anteriores habían observado que existe una brecha salarial entre trabajadores inmigrantes y autóctonos en países receptores de inmigración. Pero no habían aclarado en qué medida la brecha se debe a que los inmigrantes cobran menos por un mismo trabajo y en qué medida se debe a que tienen menos capacidad para acceder a trabajos bien remunerados.
La nueva investigación muestra que, en casi todos los países analizados, que tienen mercados laborales y patrones migratorios diferentes, la proporción es similar: aproximadamente un 25% de la brecha salarial se debe a retribución desigual para un mismo trabajo; el otro 75% se debe a la dificultad de acceso a trabajos mejor retribuidos.
Los trabajadores inmigrantes ganan de media un 7% menos que los españoles para un mismo empleo en la misma empresa
Este resultado implica que, para facilitar la integración de los trabajadores inmigrantes, son necesarias medidas que faciliten el acceso a trabajos cualificados. Entre ellas, políticas educativas y de formación, de enseñanza de los idiomas de los países de acogida, de información sobre puestos de trabajo y de homologación de títulos. Todo ello “facilitará una mejor adecuación entre la capacitación de las personas y los requisitos del empleo”, declara Marta Elvira, para quien “se trata de mejorar la productividad y contribuir al bien social de todas las partes implicadas en el mercado laboral”.
Por el contrario, advierten los investigadores, medidas contra la discriminación que obliguen a las empresas a pagar el mismo salario por el mismo trabajo, aunque ayuden a reducir la brecha salarial entre población inmigrante y autóctona, no serán suficientes para eliminarla.
La investigación se ha basado en analizar datos de 13,5 millones de trabajadores de nueve países de Europa y Norteamérica. Para cada trabajador, los datos estaban vinculados a los de sus empleadores, lo que ha permitido segregar la desigualdad dentro de cada empleo (diferente retribución para un mismo trabajo) de la desigualdad entre empleos (diferente retribución para diferentes trabajos). Además de España, se han analizado datos de Francia, Alemania, Países Bajos, Dinamarca, Suecia, Noruega, Canadá y Estados Unidos.
Es “una de las aproximaciones más ambiciosas y sólidas hasta la fecha para analizar las desigualdades salariales entre inmigrantes y nativos”, declara a Science Media Center Fernando Pinto Hernández, de la Universidad Rey Juan Carlos, que no ha participado en la investigación. La “cuantificación comparada y sistemática [de que el 75% de la brecha salarial se debe a diferencias de acceso a trabajos bien pagados] es una auténtica novedad”.
Los investigadores defienden políticas que faciliten el acceso de los trabajadores inmigrantes a empleos cualificados
Los resultados muestran que, en el conjunto de los países analizados, los trabajadores inmigrantes de primera generación cobran de media un 17,9% menos que la población autóctona (después de ajustar por las variables de edad, sexo, nivel educativo y lugar de residencia). Hay grandes diferencias entre países, con una diferencia mínima de 7% en Suecia y máxima de 29,3% en España. Pero hay un patrón común en todos los países analizados: la brecha salarial se debe principalmente a la dificultad de acceso a empleos bien remunerados.
Los resultados “son similares para hombres y mujeres, y para trabajadores con habilidades altas y bajas”, señalan los autores de la investigación en Nature.
En el caso de España, “los inmigrantes trabajan mayoritariamente en sectores como el turismo, los cuidados, la agricultura y la construcción, áreas de rápido crecimiento pero con bajos salarios, y fundamentalmente en empresas pequeñas o medianas”, apunta Marta Elvira. Además, “los contratos laborales de los inmigrantes suelen ser de menor duración o a tiempo parcial” y “los inmigrantes tienen un acceso limitado al empleo en el sector público, que en España suele ser estable y bien remunerado”.
La mayor brecha salarial afecta a los inmigrantes de África subsahariana (que cobran de media un 26,1% menos que la población autóctona en el conjunto de los nueve países analizados). Les siguen los del norte de África y Oriente Medio (23,7%), Asia (20,1%), Latinoamérica (18,5%) y Europa y Norteamérica (9,0%). En España, “hay un número relativamente reducido de inmigrantes procedentes del resto de Europa y de América del Norte; la gran mayoría proviene del norte de África y de América Latina”, apunta Marta Elvira, lo que también contribuye a la brecha salarial entre población inmigrante y española.