Si alguna vez la especie humana necesitase huir de La Tierra en busca de otros planetas y otros sistemas estelares, ya tiene como hacerlo: en la nave Chrysalis, de 58 kilómetros de largo y con capacidad para albergar a un millar de representantes de nuestra especie. El único problema que presenta el diseño es que genera energía a través de un sistema de fusión literal que —es un detalle— todavía no está inventado.
Esta realidad, no obstante, no ha sido tenida en cuenta para la concesión del Premio Hyperon, un galardón que cuenta con el apoyo de la NASA, la ESA y el MIT, y que plantea una solución científica con una gota de ficción. El proyecto plantea a equipos multidisciplinares —ingenieros, sociólogos, arquitectos…— la creación de una nave interestelar de generación. Es decir, una nave que pueda viajar de una estrella a otra y que permita a los humanos sobrevivir a un viaje de 250 años. Una fantasía similar a la película Passengers (de 2016, con Chris Pratt y Jennifer Lawrence) y que espera que de la ficción surjan nuevos retos para la ciencia.
El jurado, compuesto por profesores universitarios, antropólogos, ingenieros y técnicos de la NASA, ha creído que Chrysalis es el diseño que merece ganar. La obra pertenece a un equipo italiano formado por Giacomo Infelise (arquitecto), Veronica Magli (economista), Guido Sbrogio (astrofísico), Nevenka Martinello (ingeniera ambiental) y Federica Chiara Serpe (psicóloga), que han imaginado y plasmado en el papel un cilindro de casi 60 kilómetros de largo y 6 kilómetros de ancho.
La nave es, o sería, resistente a micrometeoritos y escombros orbitales y podría desplazar 2.400 millones de toneladas métricas, suficientes para albergar todo lo necesario para un viaje de hasta cuatro siglos de duración.
Y hasta aquí la ciencia, porque la ficción está en sus motores y generadores de energía, que van más allá del USS Enterprise de Star Trek. Chrysalis vive de un motor de fusión directa alimentado helio-3 y deuterio, capaz de llegar a la estrella Próxima B en 400 años, desaceleración al margen.
El equipo ganador se ha llevado los 10.000 dólares (8.600 euros) que Hyperion otorga como primer premio. Una limosna comparado con lo que recibiría el inventor del hoy ficticio motor de fusión directa alimentado helio-3 y deuterio. Si es que llega a inventarse.