Un descubrimiento de física experimental qua ha sentado las bases de nuevas aplicaciones prácticas de la mecánica cuántica ha sido reconocido con el premio Nobel de Física de este año.
Los galardonados son el británico John Clarke, de la Universidad de California en Berkeley; el estadounidense John Martinis, de la Universidad de California en Santa Barbara; y el francés Michel Devoret, afiliado a las universidades de Yale y de California en Santa Barbara.
Han recibido el premio “por el descubrimiento del efecto túnel cuántico macroscópico y la cuantificación de la energía en un circuito eléctrico”, según el veredicto de la Real Academia de Ciencias Sueca, que otorga el galardón.
La investigación de los premiados “ha proporcionado oportunidades para desarrollar la próxima generación de tecnología cuántica, incluidas la criptografía cuántica, los ordenadores cuánticos y los sensores cuánticos”, destaca la academia sueca en el comunicado difundido al hacer público el galardón.
Los premiados demostraron que el efecto túnel cuántico puede producirse a escala macroscópica
El premio coincide con el centenario de la mecánica cuántica, cuyo origen se remonta a la teoría desarrollada por el físico Werner Heisenberg durante su estancia en 1925 en la isla de Helgoland, según ha destacado Olle Eriksson, presidente del Comité Nobel de Física. “Es maravilloso poder celebrar la manera en que la centenaria mecánica cuántica ofrece nuevas sorpresas continuamente”, ha declarado Eriksson. “Además, es enormemente útil, puesto que la mecánica cuántica es el fundamento de toda la tecnología digital”.
El efecto túnel es un fenómeno antiintuitivo por el que un objeto puede pasar a través de un obstáculo que, según las leyes de la mecánica clásica, debería ser infranqueable. Este efecto se conoce, y se comprende bien, desde los orígenes de la mecánica cuántica, hace cien años, cuando se observó que partículas individuales como electrones son capaces de efecto túnel.
Pero a medida que el número de partículas aumenta, los efectos cuánticos observables se reducen, lo que dificulta el desarrollo de tecnologías basadas en la mecánica cuántica.
Goeran Johansson, del Comité Nobel de Física, al presentar el premio en un suntuoso salón de la Real Academia de Ciencias Sueca (JONATHAN NACKSTRAND / AFP)
La gran aportación de Clarke, Devoret y Martinis fue demostrar que el efecto túnel cuántico también puede darse “en un sistema lo bastante grande para tenerlo en la mano”, destaca la Academia de Ciencias Sueca. En experimentos realizados con circuitos eléctricos cuando trabajaban a mediados de los 80 en la Universidad de California en Berkeley, “demostraron que las propiedades de la mecánica cuántica pueden concretarse a escala macroscópica”.
John Clarke, que había llegado a California tras doctorarse en la Universidad de Cambridge (Reino Unido), tenía entonces 42 años y dirigía el grupo de investigación. Michel Devoret, que tenía 31 años, se había unido a su equipo como investigador postdoctoral tras doctorarse en París (Francia). John Martinis, de 26 años, era estudiante de doctorado en Berkeley.
Construyeron un circuito eléctrico que tenía dos superconductores -que pueden conducir electricidad sin ninguna resistencia- separados por una fina capa de material aislante. En una serie de experimentos ejecutados con paciencia y precisión, demostraron que el conjunto del circuito eléctrico se comportaba como una única partícula con propiedades cuánticas.
Estas propiedades incluían, por un lado, el efecto túnel macroscópico; por otro, el hecho de absorber o emitir energía solo en determinadas cantidades, y no de manera continua, lo cual es una característica propia de la mecánica cuántica (que debe su nombre precisamente a que la energía está cuantificada).
Criptografía cuántica, ordenadores cuánticos y sensores cuánticos pueden beneficiarse de la investigación de los premiados, según la Academia Sueca
El Nobel “premia el desarrollo de la física necesaria para poder explotar la información cuántica para fabricar tecnología; muchos ordenadores cuánticos actuales están fabricados con cúbits superconductores, es decir, usando los principios que los galardonados de este año desarrollaron”, destaca Alba Cervera-Lierta, especialista en computación cuántica del Barcelona Supercomputing Center, en declaraciones a SMC España.
Los tres premiados se repartirán a partes iguales los once millones de coronas suecas (un millón de euros) con que está dotado el Nobel este año. Recibirán el galardón en una ceremonia que se celebrará el 10 de diciembre en Estocolmo (Suecia), coincidiendo con la fecha en que murió Alfred Nobel.
Siguiendo la tradición, el Nobel de Física es el segundo que se ha hecho público. Ayer se concedió el de Medicina a los estadounidenses Mary Brunkow y Fred Ramsdell y al japonés Shimon Sakaguchi por el descubrimiento de las células que regulan el sistema inmune para que no ataque el propio cuerpo. En los próximos días se darán a conocer los premiados de Química (mañana miércoles); Literatura (jueves 9); Paz (viernes 10); y Economía (lunes 13).
Desde que se empezó a conceder el premio de Física en 1901, lo han ganado 230 personas, de las que sólo cinco son mujeres. De las seis disciplinas en que se otorgan premios Nobel, Física es la que tiene menos mujeres laureadas con la excepción de Economía, que solo tiene tres -aunque el premio de Economía se empezó a conceder en 1969 y desde entonces Física también ha tenido únicamente tres-.
El año pasado recibieron el premio el estadounidense John Hopfield y el británico-canadiense Geoffrey Hinton por el desarrollo de las redes neuronales artificiales en las que se basa la actual revolución de la inteligencia artificial (IA).
