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La cocina italiana es reconocida como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad

Sabores con historia

La Unesco ha destacado la diversidad regional, las técnicas tradicionales y la transmisión familiar que hacen de la gastronomía de Italia un “modelo de identidad sociocultural”

Enamorados de la cocina italiana

El Coliseo de Roma lució los colores de la bandera italiana y proyectó en su fachada el mensaje “La cocina italiana es patrimonio de la humanidad” 

El Coliseo de Roma lució los colores de la bandera italiana y proyectó en su fachada el mensaje “La cocina italiana es patrimonio de la humanidad” 

Remo Casilli / Reuters

La cremosidad del pecorino fundido en una auténtica carbonara romana; el contraste entre el amargor del café y la suavidad del mascarpone en un tiramisú del Véneto; o el espíritu festivo y abundante que encierra un arancini siciliano son apenas algunas muestras de cómo cada región italiana ha construido una identidad propia a través de sus sabores. Estas expresiones gastronómicas forman parte del legado que llevó a la Unesco a reconocer la cocina del país como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, destacando no solo sus platos emblemáticos, sino también la diversidad de técnicas, la transmisión intergeneracional del conocimiento y su estrecha relación con el territorio: “un modelo de identidad sociocultural”.

La pizzetta frita napolitana 
La pizzetta frita napolitana Llibert Teixidó
Espaguetis carbonara
Espaguetis carbonaraGetty

La inscripción fue aprobada en Nueva Delhi durante la vigésima sesión del Comité de Patrimonio Inmaterial, que resaltó algunos de los aspectos y cifras clave. Italia es líder absoluto en producción, consumo y exportación de pasta, con 80 millones de raciones distribuidas en casi 200 países y un consumo interno que supera los 23 kilos por persona al año. Su diversidad geográfica se refleja en platos que van desde la pizza napolitana hasta el risotto lombardo o la lasaña boloñesa, así como en una despensa abundante en carnes, pescados y productos locales. El movimiento slow food, nacido en Piamonte, simboliza su compromiso con la sostenibilidad, mientras que dulces como el tiramisú o el panettone; salsas icónicas como la carbonara o el pesto; y quesos de renombre internacional, del parmigiano reggiano al gorgonzola, demuestran la amplitud de su repertorio culinario. A todo ello se suman la tradición familiar, el papel esencial del aceite de oliva, la centralidad de los mercados locales y la devoción por el café, en especial el espresso.

Este miércoles, el Coliseo de Roma se iluminó para celebrar. El anfiteatro Flavio lució los colores de la bandera nacional y proyectó en su fachada el mensaje “La cocina italiana es patrimonio de la humanidad”, en varios idiomas. La ceremonia contó con la presencia de la primera ministra, Giorgia Meloni, quien celebró la decisión como “un reconocimiento histórico que honra al pueblo italiano, celebra su identidad y da a conocer su estilo de vida”. Aunque la jefa de gobierno proclamó que Italia es “el primer país del mundo” en recibir este título, cabe recordar que la Unesco ya había reconocido previamente la gastronomía francesa, mexicana, japonesa y la dieta mediterránea.

Copa de tiramisú
Copa de tiramisúLlibert Teixidó
Arancini al ragú
Arancini al ragúVincenzo De Bernardo

La noticia provocó entusiasmo en todo el país. Desde el Gobierno hasta chefs, comerciantes y turistas celebraron el anuncio. “Es una excelencia difícil de comparar en cualquier parte del mundo”, señaló a EFE Nicola Marchesini, del restaurante Venerina en Roma, destacando la calidad de los ingredientes y la diversidad regional. Agostino Bonanni, chef de Contorno Bistrot, subrayó que la esencia de esta cocina reside en la transmisión familiar y en técnicas como la pasta casera o los rellenos tradicionales, “sabores que ya no siempre están presentes en la cocina contemporánea”.

La cocina italiana también ha dejado una profunda huella en la cultura popular, especialmente en el cine y la literatura. En El Padrino, la mesa funciona como espacio de poder y tradición, con escenas icónicas como cuando Clemenza enseña a Michael Corleone a preparar salsa de tomate con carne al estilo italiano. En la literatura, autores como Andrea Camilleri, con su célebre comisario Montalbano, reflejan la pasión por la buena comida y la tradición culinaria local, desde los arancini y la pasta con le sarde hasta la caponata, los cannoli y el pescado fresco.

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