A lo largo de la historia, el vino ha sido símbolo de celebración, excusa para el encuentro e incluso musa de inspiración para innumerables artes. Basta con escarbar en los catálogos del pop, el folk o el soul para encontrar canciones que lo nombran o lo convierten en metáfora. A esa genealogía sonora se ha asomado el periodista y melómano Juan Manuel Bellver, que acaba de lanzar Wine Lovers, un disco de versiones que une dos de sus pasiones vitales: la música y el vino.
Wine Lovers no es un recopilatorio al uso. Tampoco el capricho de un periodista que ha dedicado gran parte de su carrera a la crítica gastronómica y al comercio del vino -Bellver trabajó durante casi dos décadas en El Mundo y en los últimos años dirigió la distribuidora Lavinia en España-. El proyecto, publicado por la discográfica Music Brokers y producido por Willy Cooper, fue construido como un ejercicio de arqueología: once canciones que hablan de vino, versionadas en registros cálidos como el reggae, la bossa nova o el soul, y reinterpretadas por vocalistas de diferentes países. Entre ellas, Red, Red Wine de Neil Diamond, Summer Wine de Lee Hazlewood o la poco conocida Wine in the Afternoon, una rareza de Franz Ferdinand transformada en balada.
Juan Manuel Bellver, autor de 'Wine Lovers'
“Siempre he sido un fanático del repertorio”, dice Bellver. “En la industria discográfica hay una figura clave, el A&R, que es quien conoce el catálogo, sabe lo que hay. Yo he sido eso toda mi vida”. Desde sus inicios como crítico musical en la movida madrileña hasta su etapa como responsable de proyectos especiales en Virgin Records -”¡Qué buenos años, había presupuesto para asistir a giras en todo el mundo. En esos tiempo viajaba constantemente a Londres, a Los Ángeles o Nueva York siguiendo a artistas para contarlo después”- , Bellver ha navegado entre los márgenes del mainstream, explorando rarezas y conexiones culturales poco transitadas. En los últimos tiempos, su interés por el vino ha ocupado más espacio, pero la música nunca dejó de sonar.
Bellver ha navegado entre los márgenes del mainstream, explorando rarezas y conexiones culturales poco transitadas
Wine Lovers nació como una playlist. Luego fue una sección radiofónica - “en Hoy por hoy hablaba siempre de vino y de música. Acababa mi intervención en el programa pinchando siempre una canción relacionada con el vino”-. Y ahora se convierte en álbum, con casi dos millones de escuchas en algunas canciones. “El enfoque lounge surgió por dos razones: primero, porque estos ritmos hacen más fácil sonar de fondo, que hoy en día es clave en las plataformas; y segundo, porque suavizan las versiones y permiten otra lectura”, explica Bellver.
Cada tema viene acompañado de una portada diseñada por Federico Dell Albani y una sugerencia de maridaje: un champán con I Drink Wine (la versión más escuchada, originalmente de Adele), un pinotage sudafricano para Spill the Wine, un blanco del Loira con música surf...
Un juego de maridajes según Bellver
¿A qué suena un vino? ¿Y qué se bebe mejor con cada estilo musical? Para Juan Manuel Bellver, todo es cuestión de armonía sensorial:
• Flamenco, copla y bolero: “Acompáñalo con Jerez: es el maridaje histórico y va de maravilla con los distintos palos flamencos, como también con la copla y el bolero”.
• Fado: ”Oporto o Madeira, una nostalgia líquida para melodías profundas”.
• Jazz vocal y bossa nova: “El champán o espumosos elegantes pegan con los standards del jazz y la bossa. Ritmos elegantes y sensuales”.
• Baladas soul y reggae melódico: “Con Borgoña blanco: refinado y envolvente”.
• Rock: “Tempranillo, sangiovese o vinos del Ródano: Vinos con sol, con carácter”.
• Surf music y pop playero: “Txakoli, albariño o blancos atlánticos del Loira y Galicia”.
• Folk psicodélico y cantautores californianos: ”Napa Valley: maridaje regional con alma setentera”.
• Canción italiana clásica (San Remo): “Rosados mediterráneos o blancos de Sicilia y Baleares”.
Bellver dice: “Esto es un juego. Lo importante es probar, combinar y disfrutar con todos los sentidos”.
Aunque por ahora no hay edición física de Wine Lovers, el autor no descarta una versión de coleccionista o incluso una gira. “Hay vocalistas que me han dicho que se prestarían. Quizás para el próximo verano”, sugiere Bellver, añadiendo que el proyecto no trata de buscar la canción perfecta para cada copa, ni el vino exacto para cada estribillo. Wine Lovers propone otra cosa: detenerse a escuchar y beber sin prisa, sin culpa, sin ruido.
En este viaje para elaborar este álbum, tras meses y meses de investigación, a Bellver le ha sorprendido una cosa: que el país con más fama vitícola del mundo no tenga muchas canciones en su lengua dedicadas a él. “En Francia no he encontrado ninguna que me haya emocionado, solo tiene canciones de vendimia y de tabernas”.
