¿Entiendes una carta de vinos cuando la ves en un restaurante? Para muchos comensales leer una carta de vinos puede parecer intimidante, pero para el sommelier chileno Raúl Díaz, divulgador y experto en educación enológica, la clave está en comprender qué significan realmente las palabras que aparecen en ella, ya que entendiéndolo todo es mucho más simple de lo que parece. Para él la clave está en entender la denominación, el lugar, ya que en Europa se lleva siglos organizando el vino según su procedencia antes que por la uva.
¿Cómo entender una carta de vinos?
Raúl Díaz explica que países como Francia, España e Italia “tienen las mejores vides, los mejores lugares y concentran el 50% del vino más top del mundo, algo que se refleja directamente en sus Denominaciones de Origen (DO): zonas reguladas donde las características del territorio, la tradición y las normas de producción definen la identidad del vino.
No obstante para entender una carta de vinos se necesita algo más que eso. Empezaremos por su estructura. Normalmente está dividida en categorías, es decir vinos blancos, tintos, rosados, espumosos o vinos dulces, organizadas del más ligero al más complejo.
En zonas donde la denominación de origen es más famosa la gente pide por región y no por uva
A partir de ahí, conviene fijarse en tres elementos esenciales: el nombre del vino, su añada y el origen. Este último suele indicar el país, la región e incluso la bodega responsable.
Díaz lo resume con un ejemplo claro: si alguien pide “un Rioja”, no está hablando de la uva, sino de la región. Por ejemplo, “un Rioja tinto es un tempranillo; un vino de Rías Baixas, es un albariño”, explica. Y añade que, en zonas donde la DO es muy fuerte, como Rioja o Ribera del Duero, la gente pide por región, no por uva: “La denominación es más importante ahí. Por eso nadie dice ‘tráeme un tempranillo gran reserva, sino que piden un Rioja gran reserva’”.
Una copa de vino tinto y otra de vino blanco frente a un viñedo.
Para acabar de entenderlo podríamos decir que la DO funciona como un mapa que no detalla el estilo y la calidad del vino. Más que nada porque las condiciones climáticas, el tipo de suelo y las reglas de envejecimiento que se dan en los diferentes territorios marcan enormes diferencias entre vinos. En Europa, además, existe un requisito legal: las cartas deben indicar también el grado alcohólico. “Mucha gente no lo mira, pero es obligatorio”, recuerda Díaz entre risas.
Las cartas de vinos también suelen ofrecer descripciones breves con notas de cata, aromas, sabores y textura, así como puntuaciones y premios que pueden orientar al cliente.
Conociendo todo esto, y entendiendo la carta de vinos el placer de degustar un buen vino es mayor. De hecho, hay estudios que señalan que conocer el origen y tipo de uva aumenta el disfrute percibido del vino. Un trabajo de la Universidad de Adelaida demostró que los consumidores que leen correctamente las etiquetas y entienden su significado muestran mayor satisfacción sensorial y emocional durante la degustación.
Así pues, como hemos visto, descifrar una carta de vinos no es difícil ni requiere ser un experto. El siguiente paso es demostrar lo aprendido la próxima vez que vayas a un restaurante y te muestren las opciones de vinos que hay. ¡Y a disfrutar!

