Comprender cómo funciona la conexión entre cuerpo y mente es una de las claves más poderosas para mejorar nuestro bienestar integral. No se trata solo de cuidar el cuerpo a través de la alimentación o el ejercicio, ni únicamente de cultivar la mente con pensamientos positivos o meditación; se trata de reconocer que ambos están profundamente entrelazados, y lo que ocurre en uno inevitablemente afecta al otro.
Antonio Valenzuela Canovaca es un fisioterapeuta español, experto en Psiconeuroinmunología Clínica y divulgador científico. En una reciente aparición en el canal de @hijosdelaresistencia, ha hablado sobre cómo nos podemos cuidar simplemente escuchando lo que dice nuestro cuerpo.

Una persona con dolor muscular en las cervicales.
“Cuando tenemos un dolor y lo negamos o no le hacemos caso, el dolor aumenta de intensidad”
Aprende a escuchar tu cuerpo sin juzgar. Tu cerebro necesita saber lo que ocurre en tu interior, y negarlo solo empeora las cosas. No ignores las señales físicas, porque lo que reprimes, se intensifica.
Acepta el dolor tal y como es. Resistirlo solo lo hace más fuerte. Reconocerlo sin miedo ni expectativa ayuda a que el cerebro lo procese de forma más tranquila: “Ese CEO de nuestro cerebro lo que más odia es la incertidumbre. Cuando tenemos un dolor y lo negamos o no le hacemos caso, el dolor aumenta de intensidad”, comenta Antonio.

Una joven sufriendo dolor de cabeza
Observa sin reaccionar. Cuando prestas atención al cuerpo sin añadir pensamientos, recuerdos ni juicios, el dolor disminuye. La mente deja de alarmarse cuando entiende que todo está bajo control.
Practica el “body scan”. Dedica unos minutos al día a sentir tu cuerpo tal y como está: la presión de los pies en el suelo, la tensión de los hombros, la expresión del rostro. Este simple ejercicio tiene efectos analgésicos comprobados: “Cuando tenemos un dolor y lo contemplamos, sin añadir miedos ni expectativas, el dolor bajará”, comenta.
Da espacio a tus sensaciones. Si el cuerpo te habla, escúchalo. No necesitas entenderlo todo al instante, pero sí permitir que el mensaje llegue. Esa apertura reduce la incertidumbre, que es lo que más teme tu mente.