En un mundo hiperconectado, la búsqueda de la felicidad se ha convertido en una carrera constante, cargada de estándares y metas impuestas. José Carlos Ruiz, filósofo, ensayista y profesor en la Universidad de Córdoba, analiza en Cuerpomente esta tendencia en su novela Una mujer educada y en sus reflexiones más recientes.
La felicidad: resultado y no objetivo
Para José Carlos Ruiz, la felicidad no debería ser un objetivo marcado en listas ni un producto que se mide en cuotas. “La felicidad es un resultado”, afirma, recordando que, tradicionalmente, se concebía como el fruto de una vida vivida con virtud y coherencia. Sin embargo, hoy en día, “asociamos la felicidad a un estado de ánimo” y, según él, esto nos ha llevado a ser “drogodependientes emocionales”. La búsqueda continua de momentos de euforia o satisfacción inmediata distorsiona el sentido profundo de la felicidad.

La felicidad se basa en un conjunto de pequeños secretos.
El arrepentimiento como aprendizaje. En su obra, la protagonista Eva enfrenta el arrepentimiento como parte natural del proceso vital. Para Ruiz, “el arrepentimiento es una condición existencial desde el momento en que un sujeto evoluciona”. Lejos de ser un lastre, es una herramienta para tomar mejores decisiones en el futuro. No existe una receta para no arrepentirse, porque sería ir en contra del propio aprendizaje humano.
La soledad: un espacio por conquistar. Ruiz subraya la importancia de educar para la soledad. Citando a Schopenhauer, recuerda que “las mentes brillantes tienen una voz interna que rellena su soledad siempre”. En un mundo dominado por la conexión digital, saber estar solo y gestionar esos espacios es clave para el bienestar. De lo contrario, la soledad impuesta puede volverse dolorosa y difícil de manejar.

Arthur Schopenhauer en 1859
Conectar o relacionarse: dos conceptos distintos. El filósofo distingue entre conectarse y relacionarse. La conexión es digital y superficial; la relación, en cambio, implica presencia y corporeidad. “Si eliminas el sustento material de tu corporeidad y tu yo digital interactúa con otros yo digitales, tú no te estás relacionando, tú te estás conectando”, afirma. Esta diferencia explica por qué, a pesar de la hiperconectividad, muchas personas se sienten más solas que nunca.

Conversación de WhatsApp
El arte perdido de la conversación. Por último, José Carlos Ruiz lamenta que cada vez haya menos interés en conversar y más en convencer. La conversación, según él, debe ser un intercambio donde ambos participantes nutren su pensamiento y crecen juntos. La protagonista de su novela lo ilustra: “mi madre es una gran conversadora, porque sin darte cuenta hace que te abras en canal”. Una buena conversación deja huella, invita a la reflexión y sigue resonando mucho después de que haya terminado.