Frases aparentemente inofensivas como “no pasa nada” o “no estés triste” forman parte del repertorio habitual de muchos padres y madres a la hora de consolar a sus hijos. Sin embargo, estas expresiones pueden tener un efecto mucho más profundo de lo que se cree. Así lo ha advertido el psicoterapeuta y experto en infancia Rafael Guerrero, durante su participación en el programa Mi Latido de Más, conducido por Anne Igartiburu en YouTube.
“El momento en el que le digo que ‘no esté triste’, el niño no se siente validado”, afirmó de forma tajante Guerrero, añadiendo que este tipo de mensajes, aunque bienintencionados, pueden provocar que el menor sienta que sus emociones no son aceptables.
Un problema común en la crianza emocional
Guerrero denuncia una práctica muy extendida: negar las emociones del niño en lugar de acompañarlas. Esta invalidación emocional no solo impide que el pequeño aprenda a gestionar lo que siente, sino que puede minar su autoestima. “Ya no solamente es que no le validemos la emoción, sino que no le validamos como persona”, señaló.

Captura de vídeo
Cuando un niño no se siente escuchado o comprendido, empieza a creer que lo que siente está mal, lo que a largo plazo puede generar vergüenza, desconexión emocional y una pobre percepción de sí mismo. Tal como explicó el psicoterapeuta, esta desconexión es potencialmente traumática si se repite con frecuencia.
“Si constantemente mi papá no es capaz de validar mis emociones, no es capaz de acompañarme y no es capaz de mirarme incondicionalmente, eso desde luego es potencialmente una situación traumática”, advirtió.

Niño triste
Educar desde la empatía, no desde el juicio. Frente a este modelo, Guerrero propone una alternativa sencilla pero poderosa: presencia, escucha activa y validación emocional. En lugar de intentar eliminar rápidamente el malestar del niño, invita a los padres a acompañar sin juzgar. Frases como “veo que estás triste, estoy contigo” son preferibles a las negaciones emocionales.
“Con muy buena intención desde nuestra parte como padres o madres, lo único que está haciendo al menor es hacerle sentir vergüenza o hacerle sentir que no es adecuado para su mamá o para su papá”, explicó.

Padre arropa a su hijo
Este enfoque forma parte de lo que muchos especialistas ya denominan crianza respetuosa o emocionalmente consciente, donde se prioriza el desarrollo de un vínculo seguro por encima de la corrección inmediata del comportamiento.
Validar es enseñar a regular
La validación emocional no implica permitirlo todo, sino reconocer lo que el niño siente como legítimo, aunque después se le enseñe a gestionar sus reacciones. Para Guerrero, este reconocimiento es una herramienta fundamental para que los menores desarrollen confianza en sí mismos y aprendan a regularse emocionalmente en el futuro.