El cerebro humano no descansa nunca. Incluso durante el sueño, procesa información, consolida recuerdos y gestiona emociones. Esta actividad constante conlleva el riesgo de caer en bucles mentales. Se trata de pensamientos repetitivos que nos mantienen atrapados en preocupaciones, dudas o escenarios hipotéticos. Aunque pueden servir para analizar problemas complejos, cuando se prolongan generan estrés, ansiedad y fatiga cognitiva.
La neuropsicóloga Marta Jiménez ha reflexionado sobre cómo podemos evitarlos, en uno de los vídeos más recientes de su canal de TikTok: “Tu mente lanza pensamientos todo el rato. Muchos son mentira, pero tú te los crees, te enganchas y entras en bucle”, empieza diciendo.
Una mujer reflexionando en el transporte público
“No eres lo que piensas, eres quien lo observa”
Pensamientos. Estas ideas repetitivas reflejan miedos, temores y, en los casos más extremos, se pueden convertir en obsesiones que terminan afectando el día a día de la persona que los sufre. Suelen estar ligados a estrés acumulado o la inseguridad o mala gestión emocional.
Los pensamientos repetitivos, un problema para muchas personas
Truco. La experta recomienda un método psicológico que nos permitirá salir de ese bucle. La clave para frenarlos será incorporar a nuestra mente una frase muy sencilla. Se trata de añadir: “Estoy teniendo el pensamiento de...”, recomienda. De este modo, si alguien se obsesiona con que va a fracasar, aprenderá a verlo desde fuera y será consciente de ello: “Esa sencilla frase lo cambia todo. Pones distancia y ya no eres el pensamiento, solo estás mirando. Ahora puedes decidir qué hacer con él”, comenta Jiménez.
Recomendación. Un simple cambio de perspectiva te permitirá salir del bucle para buscar el inicio de tu paz mental: “Tú no eres lo que piensas, eres quien lo observa. La clave es coger distancia y elegir lo que piensas”, termina diciendo. Separarse de la corriente mental facilita el control, reduce el estrés y permite actuar con claridad. Comprender que podemos observar y elegir nos da libertad: no somos prisioneros de nuestra mente, sino sus gestores responsables.

