Desde una perspectiva evolutiva, la mente está diseñada para priorizar la seguridad sobre la satisfacción. Cada preocupación, cada alarma interna, tiene como objetivo protegernos de posibles amenazas, reales o imaginarias. La felicidad, en cambio, no es una necesidad biológica inmediata; es un lujo que aparece cuando la supervivencia está asegurada.
La psicóloga Marta Jiménez reflexiona sobre ello en uno de los vídeos más recientes de su canal de TikTok: “No es casualidad que siempre pienses en lo peor, porque tu cerebro está programado para eso”, empieza diciendo.
Cerebro humano
“Ahora ya no hay leones que amenacen tu vida y puedes enseñar a tu cerebro a dejar de huir”
Ansiedad. La experta explica que es normal que nuestro cerebro reaccione con ansiedad y miedo ante situaciones cotidianas: “No te contestan un mensaje y ya piensas que te están ignorando. Te duele algo y crees que tienes algo grave. Tu jefe te llama y ya imaginas lo peor”, comenta.
Supervivencia. Este sesgo negativo tiene un función adaptativa que aprendieron a utilizar nuestros antepasados que no podían arriesgarse a ignorar un sonido extraño en la selva: “Mejor pensar que era un león que confiar en que era el viento. Ese pensamiento les salvaba la vida pero hoy te la complica”, explica Jiménez.
Una joven teniendo pensamientos negativos
Cambia el enfoque. Actualmente lo más recomendable sería pasar de sobrevivir a vivir plenamente: “Ahora ya no hay leones que amenacen tu vida y puedes enseñar a tu cerebro a dejar de huir. Tu trabajo ahora ya no es sobrevivir, es vivir sin miedo, y eso también se entrena”, afirma.
Reeduca la mente. Gracias a un entrenamiento mental podemos aprender a reconocer los pensamientos negativos automáticos y reemplazarnos por unos más realistas: “Lo mejor de todo es que puedes empezar desde hoy mismo”, señala.
Reflexión. Si bien la evolución ha equipado al cerebro para priorizar la seguridad y la supervivencia, esto no limita su potencial. Gracias a su plasticidad, el cerebro puede adaptarse, aprender y transformar hábitos, emociones y percepciones. La supervivencia puede ser su objetivo inicial, pero la conciencia y la educación emocional permiten que vaya más allá, impulsándonos hacia una vida más equilibrada y satisfactoria.

